Cuidar los suelos, es cuidar la vida
Medido en hectáreas, Michoacán tiene una superficie cercana a los 6 millones de hectáreas (5 millones 864 mil), sobre las cuales existe la vida vegetal y animal, la sociedad humana con sus creaciones de infraestructuras físicas, presas, caseríos, poblados y las grandes ciudades.
La superficie, el suelo, es componente fundamental de los ecosistemas, por su condición de recurso natural básico, que suministra los nutrientes a las plantas, permite la recarga de los acuíferos y el reciclaje de los compuestos orgánicos, a la vez que reduce la liberación del carbono a la atmósfera, como uno de los gases responsables del cambio climático.
En Michoacán, según datos de la Comisión Nacional Forestal, (CONAFOR), un millón 360 mil hectáreas presentan niveles de degradación, desde moderada hasta severa, a la vez que al año, 30 mil hectáreas de bosques registran deterioro sistemático, provocado por distintas causas, entre las que se destacan la tala inmoderada e ilegal, los cambios en el uso del suelo, incendios y prácticas agrícolas y ganaderos carentes de sustentabilidad. En conjunto, Michoacán registra una tendencia creciente haca el deterioro de los suelos, con lo cual, se compromete el futuro de generaciones enteras.
Al nivel de productor, el deterioro de los suelos, aumenta la compactación y erosión, disminuyendo la retención de agua, con pérdida de materia orgánica y profundidad, afectando la biodiversidad e impidiendo el crecimiento de la producción y productividad, con las consecuencias inherentes, que impactan los niveles de ingreso y de bienestar de los productores. Suelos pobres sólo pueden sustentan pobreza en la población.
A niveles más amplios, la degradación de suelos provoca incrementos en la sedimentación y azolves de presas, lagos estuarios y canales, reduce la vegetación acuática y degrada el hábitat de peces, incrementa el riesgo de inundaciones, contaminación del agua y elevación de las emisiones de gases de efecto “invernadero”, entre otras consecuencias.
Por sus causas y efectos, el problema de la degradación de los suelos hasta llegar a la desertificación, implica la presencia de factores diversos, económicos, sociales y culturales, que aconsejan el establecimiento de políticas públicas y programas de carácter transversal, que involucren tanto al gobierno como a la sociedad.
El campesino que carece de opciones para sobrevivir, continúa realizando las “tumbas”, “rosas” y “quemas”, para sembrar dos o tres años y terminar dejando a flor de tierra las rocas muertas, sin posibilidad de permitir la vida, de igual modo que en la tala de árboles por necesidad o por negocio, junto a los que realizan desmontes para el establecimiento de plantaciones comerciales, sin consideración alguna por los equilibrios ecológicos, como ocurre también con las demandas de crecimiento urbano, que en conjunto integran cuadros complejos, pero que no obstante, es imprescindible corregir con acciones integradas entre las instituciones gubernamentales y la sociedad, en particular los productores rurales. Un ejemplo claro de un esfuerzo compartido es el programa institucional de Agrosano que implementa la Secretaria de Agricultura y Desarrollo Rural del Gobiernodel Estado de Michoacán.
Los suelos, su conservación y su recuperación, son retos prioritarios para las instituciones y la población. Es tiempo de pensar y actuar con sensatez para evitar comprometer el futuro de todos. Es prioridad del gobierno del estado atender la recuperación y conservación de suelos, donde actualmente se implementan acciones específicas en todos los municipios michoacanos a través de capacitaciones y talleres directamente con los productores. Sería importante conocer a fondo el programa de Agrosano que integra estrategias para la recuperación y conservación de los suelos en Michoacán de manera oportuna y en beneficio del campo michoacano.
PARA EL DESARROLLO Y BIENESTAR, EL POTENCIAL DE LA MUJER.
Mujer, hay tantas cosas que decir, tantos temas a desarrollar y sin embargo, habría que repensar bien, cual es el verdadero papel que juegan las mujeres en la actualidad, ¿los cambios sociales pasados y presentes se han dado en circunstancias iguales?, ¿las condiciones de vida han facilitado la participación? ¿se vive mejor en los aspectos de salud, empleo, familia, etc.?.
Desarrollar el potencial de la mujer y su autonomía, son condiciones esenciales para hacer realidad, una sociedad en la que haya igualdad entre hombres y mujeres, incluyendo las estructuras políticas en todo nivel. Las mujeres representan por lo menos la mitad del electorado, con el derecho legal al voto en casi todos los países del mundo, ofreciendo pruebas de su competencia en materia de toma de decisiones en la vida pública. Sin embargo, a pesar de los avances, las mujeres siguen teniendo una representación minotaria en casi todos los niveles de organismos gubernamentales y legislativos.
Para el caso de las mujeres rurales a pesar de su importancia productiva, los beneficios, tampoco se han hecho presentes de manera efectiva y generalizada. En el campo, la mujer ha carecido de oportunidades para obtener tierras, créditos, capital y servicios de extensión y capacitación, aunque posee conocimientos reconocidos por su diario vivir, en la utilización sostenible de los suelos, aguas, manejo de plagas, etc. La función de la mujer en el desarrollo rural de los países de América Latina ha estado, no obstante presente en las políticas y estrategias diseñadas por el Estado; no ha sido contemplada de manera explícita, en los planes de gobierno, como factor fundamental en el desarrollo. El enfoque de género en el desarrollo rural, debe construir relaciones de equidad y solidaridad entre hombres y mujeres, como condición indispensable del éxito.
La necesidad de proporcionar un acceso en condiciones de igualdad a la tierra es en la actualidad más urgente que nunca. La tierra constituye un medio crucial para la producción alimentaria y la generación de ingresos en el medio rural. Para alcanzar los objetivos mundiales de seguridad alimentaria, la población rural muestra disponer de tierras suficientes para producir más alimentos que nunca y de mejor calidad, mejorando al mismo tiempo sus condiciones de bienestar.
La participación igualitaria de la mujer en la vida política es fundamental para mejorar su posición en el seno de la sociedad. Esta es una condición para asegurar que los intereses de la mujer sean tomados en cuenta por los gobiernos y la sociedad, sino también para fortalecer la democracia y hacer que funciones de forma eficaz para el bien de todos.
Los tradicionales hábitos de trabajo, los mecanismos y las prácticas de la mayoría de los partidos políticos, la estructuras parlamentarias, la cultura política y los sistemas electorales que relegan a la periferia del poder siguen siendo barreras que impiden la participación proporcional y efectiva de la mujer en la vida política. Los estereotipos de mujeres y hombres reafirman la idea de que la toma de decisión política es del dominio de lo masculino.
Debe reconocerse los importantes avances en materia de equidad de género, sin embargo es necesario hacer mucho más de lo realizado adoptando acciones políticas y prácticas que generen igualdad en el marco de estrategia que induzcan los cambios de larga duración, revisando a fondo, las maneras de concebir y poner en vigor estrategias políticas que impliquen la adopción de medidas a favor de la equidad. En el proceso de toma de decisiones conviene la presencia de hombres y mujeres, puesto que las cualidades propias de cada género son complementarias para elevar la calidad de cuanto se hace.
Es imprescindible desarrollar e implementar políticas y programas para integrar y capacitar a las mujeres y alentarlas a participar en actividades políticas. Estas prácticas tendrían por objeto medidas de naturaleza organizativa, educativa y logística, con la provisión de servicios de asistencia al niño y a la madre, así como la realización de reuniones políticas en horas que sean compatibles con las responsabilidades de familia y el cumplimiento de la democracia paritaria en todos sus órganos de dirección, al tiempo que incorporen la perspectiva de género como instrumento para trabajar por la igualdad entre mujeres y hombres.
Parece prioritario, no dejar a un lado el hecho de que cada sociedad, cada cultura, en particular la mexicana, debe tomar en consideración las formas de vida y valores que son propios a los diversos estratos de la sociedad para proporcionar las condiciones indispensables sobre los elementos para la formulación de una política igualitaria que, efectivamente, facilite a la mujer el acceso a los medios de trabajo y a los salarios en condiciones semejantes a las del hombre.
La exclusión femenina, que es igual a más de la mitad de la población michoacana, representa un enorme desperdicio de energías y talento para la prosperidad y el bienestar de todos los michoacanos. Juntos, en igualdad de oportunidades efectivas, mujeres y hombres de Michoacán pueden construir una mejor economía, una mejor cultura y una mejor sociedad.