Corrupción, perdón y olvido…/Luisa María Calderón
Corrupción, perdón y olvido…
Algunas claves 'benditas' de la victoria de López Obrador: el día de su victoria, Andrés Manuel López Obrador agradeció, de entrada, a las 'benditas' redes sociales, entre cuyos usuarios se contaban por miríadas, bots que al instante respondían cualquier comentario hecho sobre el entonces candidato. Se encargaban fundamentalmente de insultar de manera grotesca y repetitiva a cualquier usuario que disintiera del candidato de Morena. Su tarea fue en parte inhibir a la oposición, pero también sembrar enojo y hasta odio en muchos mexicanos durante el proceso electoral.
Pasada la elección, por arte de magia se desactivaron y han vuelto a aparecer ahora, a propósito de consultas y metidas de pata de los taibos. El pasado día primero de diciembre, en su discurso de toma de posesión, el presidente López agradeció, iniciando su intervención, la no intervención del Presidente saliente en el proceso electoral pasado, y se lo reconoció.
Luego hizo un repaso de la historia de México y, lo central de su discurso, lo que permeó en 8 columnas, fue su diagnóstico del por qué de la pobreza y el no desarrollo económico del país: “la crisis de México se originó, no solo por el fracaso del modelo económico neoliberal aplicado en los últimos 36 años, sino también por el predominio de la más inmunda corrupción pública y privada”.
La corrupción, cuyo combate frontal fueron sus banderas de campañas, culpando a 'la mafia del poder', y en contra de quienes votaron millones de mexicanos, ajornados con un gran enojo, fue en su toma de protesta como Presidente, también una parte central, sólo que esta bandera es ahora cosa del pasado. Atacar la corrupción fue su bandera de campaña, pero dejarla en el olvido fue su moneda de cambio con el presidente saliente: la calificó de inmunda, contó cómo fue creciendo y haciéndose sistemática, pero, cuando tuvo que decir las frases mágicas para sellar el cumplimiento de su compromiso, en ese primer discurso como Presidente, se enredó en sus palabras porque debe ser absolutamente imposible consensar el propio pensamiento con su billete de cambio por el apoyo del PRI: después de un gran repaso a la historia de México y las causas corruptas de la disigualdad y la inseguridad, pasó al perdón: “esta nueva etapa la vamos a iniciar sin perseguir a nadie, porque no apostamos al circo ni a la simulación… además, deberíamos empezar con los de mero arriba tanto del sector público como del privado”… y tan tan.
Cumplió con su parte: en lo obscurito aceptó ser ayudado por el presidente Peña Nieto, pero cuando llegó a la Presidencia, tuvo que expresar públicamente su compromiso: a cambio de perdón e indulgencia. Amén de que no corresponde al titular del Poder Ejecutivo hacerse de la función Judicial, y que juró cumplir y hacer cumplir la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos y las leyes que de ella emanan, lo que expresó en su primer discurso como Presidente de México, fue el cumplimiento de su pacto: impunidad por apoyo, y eso, lejos de ser perdón, nuevo comienzo, transformación, se llama corrupción.
Bienvenidos a la cuarta transformación que nace de un pacto de impunidad. Por cierto, como lo había escrito antes, el tema del NAICM va, a pesar de sus consultas al pueblo de México, de quien el nuevo Presidente se burla un día sí y otro también.
Y aquí entre nos: la obra del aeropuerto de Texcoco, sigue. Se llama pactar y eso es corrupción plena. A las cosas por su nombre, dice el innombrable nuevo.