Contrafilo/José García Segura
Quien dice la verdad, no miente.
Verdad de Perogrullo.
Y quién es ese señor, preguntó, sin rubor, el hombre que enfrenta la
mayor oposición a un gobierno en la historia de Venezuela: Nicolás
Maduro, arropado por sus años como canciller y ahora como presidente
del país sudamericano.
Mucho antes de que el controvertido gobernante aceptara negociar con
su principal opositor, el presidente interino Juan Guaidó, no tenia y
no tiene la menor idea de quién es Perogrullo; es decir, un personaje
del siglo XV producto de la imaginación popular a quien a lo largo de
los años se le ha llamado “gran profeta”, Pero (Pedro) Gallo, Pero
Grillo y, Pero Grullo.
Desde nuestro punto de vista, Perogrullo llamaría a las cosas por su
nombre, las juzgaría según el contexto…
Mire usted: Nicolás Maduro aceptó recientemente una propuesta de
México y Uruguay para solucionar el conflicto. Lo hizo tras sentir el
agua hasta el cuello, en el momento mismo en que crecen las
manifestaciones en su contra.
Mientras en la OEA, 16 de 34 países, destacadamente Estados Unidos y
Canadá desconocieron a Maduro como presidente. En México, los partidos
PRI y PAN han condenado el uso de la fuerza pública contra opositores
al régimen.
El presidente Andrés Manuel López Obrador anuncio que nuestro país “se
ceñirá guste o no” a lo que establece la Constitución (no
intervención, autodeterminación de los pueblos, solución pacífica de
las controversias y respeto a los derechos humanos).
Como dijera aquel: “Iban por do podían, por do no podían no iban”.
Hace muchos años existió un personaje con características similares a
las de Perogrullo: el filósofo de Güemes, Tamaulipas (presumiblemente
José Calderón Castillo, Darío Guerrero, Juan Mancillas…) a quienes les
atribuyen frases como: “si no está, es que no vino”, “el que vino,
vino, el que no, no” y también “cualquier tiempo pasado fue anterior”,
“si dos perros corretean a una liebre y el de adelante no la alcanza,
el de atrás menos”.
A propósito, aquí les dejo una verdad de Perogrullo, una perogrullada:
el que se va, no se queda.