Contrafilo
De pejes y tatas.
José García Segura
Aun cuando fue ubicado por una encuestadora como “el mejor presidente
del mundo”, Andrés Manuel López Obrador es de una estatura tan baja
que no hay punto de comparación con el presidente Lázaro Cárdenas del
Rio.
Previo a la marcha cuatrera de hoy, personal al servicio del partido
Morena repartió camisetas de algodón peinado con la imagen
caricaturizada del tabasqueño y el Tata michoacano.
Promotores del evento a realizarse en el zócalo de la ciudad de México
ubican a Obrador al mismo nivel que mi general.
Nada más alejado de la realidad.
Un cartón que circula en redes sociales presenta, a su vez, al
presidente de México a la sombra de una pancarta con la fotografía del
divisionario de Jiquilpan. En el gráfico, el presidente Obrador es más
pequeño que los zapatos de quien decretó la expropiación petrolera
hace ya 85 años.
En "Recuerdos del Zócalo: El petróleo es nuestro: el apoyo popular a
la expropiación en 1938” Isabel Tovar de Teresa y Magdalena Mas citan
el discurso del presidente Cárdenas, emitido en Palacio Nacional el 18
de marzo de 1938
· “Las compañías petroleras, no obstante, la actitud de
serenidad del Gobierno […] se han obstinado en hacer, fuera y dentro
del país, una campaña sorda y hábil […] que han dado el resultado que
las mismas compañías buscaron: lesionar seriamente los intereses
económicos de la nación, pretendiendo por este medio hacer nulas las
determinaciones legales dictadas por las autoridades mexicanas”.
· “Y en esta situación de suyo delicada, el Poder Público se
vería asediado por los intereses sociales de la nación que sería la
más afectada, pues una producción insuficiente de combustible para las
diversas actividades del país […] tendría que ocasionar, en breve
tiempo, una situación de crisis incompatible no solo con nuestro
progreso, sino con la paz misma de la nación […] y la existencia del
propio Gobierno se pondría en grave peligro, pues perdido el poder
económico por parte del Estado, se perdería asimismo el poder político
produciéndose el caos”.
· “Es el interés social de la clase laborante en todas las
industrias del país la que lo exige. Es el interés público de los
mexicanos […] Es la misma soberanía de la nación, que quedaría
expuesta a simples maniobras del capital extranjero, que olvidando que
previamente se ha constituido en empresas mexicanas, bajo leyes
mexicanas, pretende eludir los mandatos y las obligaciones que les
imponen autoridades del propio país”.
· “[…] Riqueza potencial de la nación; trabajo nativo pagado con
exiguos salarios; exención de impuestos; privilegios económicos y
tolerancia gubernamental, son los factores del auge de la industria
del petróleo en México. Examinemos la obra social de las empresas: ¿en
cuántos de los pueblos cercanos a las explotaciones petroleras hay un
hospital, una escuela o un centro social, […] o una planta de luz,
aunque fuera a base de los muchos millones de metros cúbicos del gas
que desperdician las explotaciones?”
· “¿En cuál centro de actividad petrolífera, en cambio, no
existe una policía privada destinada a salvaguardar intereses
particulares, egoístas y algunas veces ilegales? De estas
agrupaciones, autorizadas o no por el Gobierno, hay muchas historias
de atropellos, de abusos y de asesinatos siempre en beneficio de las
empresas”
· “[…] Confort para el personal extranjero; mediocridad,
miseria e insalubridad para los nacionales. […] salarios inferiores y
trabajos rudos y agotantes para los nuestros”.
· “Otra contingencia, forzosa del arraigo de la industria
petrolera, fuertemente caracterizada por sus tendencias antisociales,
y más dañosa que todas las enumeradas anteriormente, ha sido la
persistente, aunque indebida intervención de las empresas en la
política nacional”.
· “Han tenido dinero […] para la prensa antipatriótica que las
defiende […] Pero para el progreso del país, para encontrar el
equilibrio mediante una justa compensación del trabajo, para el
fomento de la higiene en donde ellas mismas operan […] no hay dinero,
ni posibilidades económicas, ni voluntad para extraerlo del volumen
mismo de sus ganancias”.
· Tampoco lo hay para reconocer una responsabilidad que una
sentencia les define, pues juzgan que su poder económico y su orgullo
les escuda contra la dignidad y la soberanía de una nación que les ha
entregado con largueza sus cuantiosos recursos naturales y que no
puede obtener, mediante medidas legales, la satisfacción de las más
rudimentarias obligaciones.
· “[…] Planteada así la única solución que tiene este problema,
pido a la nación entera un respaldo moral y material suficiente para
llevar a cabo una resolución tan justificada, tan trascendente y tan
indispensable”.
La verbena de hoy, a la que asistirá la clase gobernante a nivel
nacional, es más partidista, más 4T, que de carácter histórico.
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