Contexto
48 años del golpe a Excélsior y la muerte anunciada del PRI
Ayer se cumplieron 48 años del golpe que Luis Echeverría Álvarez realizó al diario Excélsior y a la dirección editorial que encabezaba Julio Scherer García. Salimos de esa empresa editorial –cooperativa— alrededor de 350 trabajadores. Y el gobierno utilizó a un grupo interno encabezados por el traidor Regino Díaz Redondo –un español nacionalizado mexicano-- y a un grupo de cooperativistas testaferros para llevar a cabo su felonía. En ese tiempo, se utilizó a la dirigencia del PRI para insultar y agredir a la dirigencia editorial que decidió retirarse para evitar una confrontación y una masacre. Solamente Jesús Reyes Heroles, entonces dirigente nacional del partido, lamentó el suceso. Nadie más.
Ahora, 48 años después, la mayoría de los integrantes de ese cuerpo editorial desplazado por los golpistas ya murieron. Y el PRI, agoniza. Su actual dirigente nacional, Alejandro Moreno Cárdenas, alias “Alito”, llevó a cabo una supuesta asamblea nacional en la que se llevaron a cabo cambios estatutarios para poderse reelegir y convertir, según él, al partido en centro izquierda socialdemócrata, alejado del neoliberalismo.
Pero los saldos de su gestión son francamente desastrosos. En el recién proceso electoral, el PRI no ganó un solo distrito de mayoría de los 300 que cubren el territorio nacional. En sólo en cuatro años, la actual dirigencia ha perdido 11 gubernaturas. Hoy sólo gobierna dos, sumados los votos con sus aliados. En la elección presidencial apenas consiguió 5 millones 400 mil votos, frente a los más de nueve millones que alcanzó en 2018, es decir, casi perdió la mitad de lo que tenía. En la elección legislativa concurrente, el PRI será quinta fuerza parlamentaria en la Cámara de Diputados y cuarto grupo parlamentario en el Senado de la República.
En términos porcentuales, de una elección presidencial a otra, el PRI pasó de 17 por ciento de la elección a menos de 10 por ciento, superado por tres partidos, Morena, PAN y MC. El PRI se convirtió en un partido de un solo dígito en eficacia electoral, reduciéndose a un partido satélite del PAN.
En conferencia en la sede nacional del PRI y acompañado de los de los coordinadores legislativos, Rubén Moreira y Manuel Añorve, Alejandro Moreno Cárdenas arremetió en contra de sus detractores y sostuvo que Manlio Fabio Beltrones, Dulce María Sauri, Aurelio Nuño, Enrique Ochoa y Pedro Joaquín Coldwell quedaron como “los supercampeones de los penitentes”, al intentar exhibir supuestos intentos por perpetuarse en el partido, cuando fueron ellos con sus actos de corrupción los que situaron al tricolor en la condición que ahora se encuentra.
El dirigente nacional del PRI los consideró responsables de que hoy el tricolor sea la tercera fuerza política, además que señalar que están amarrados con el gobierno federal. Acusó al senador electo, Manlio Fabio Beltrones, de haber permitido al cártel de Juárez operar y reunirse con Amado Carrillo, además de presunta tortura a Mario Aburto durante las investigaciones por el magnicidio de Luis Donaldo Colosio. Lo penoso del asunto, es que no hace una autocrítica de su gestión. Igualito a López Obrador.
El excandidato presidencial del Partido Revolucionario Institucional, Francisco Labastida, aseguró que no se equivocó al señalar que Alejandro Moreno iba a entregar y enterrar al PRI. Dijo que “Alito es un hombre no tiene estatura para ser dirigente del PRI, lamentablemente lo es, yo dije desde que lo nombraron que recordaba a Gabriel García Márquez con la novela de Crónica de una muerte anunciada, porque Alito iba entregar y enterrar al partido, sigo pensando lo mismo, lamento haber tenido razón”, externó.
¿Cuándo morirá el PRI? Seguramente en el siguiente proceso electoral.
Por otra parte, López Obrador sigue con sus propias contradicciones. En su afán vengativo en contra de la Suprema Corte de Justicia de la Nación ahora se contradice de su propia iniciativa y recula, al sostener de manera burlona que no importa la experiencia para poder ser elegido jueces:
“Nosotros no queremos que se apruebe sin quitar una coma nuestra iniciativa. Si se va a mejorar, si se va a enriquecer, pues adelante. Por ejemplo, se nos fue en la iniciativa de que deben tener cinco años de experiencia los que puedan participar como jueces, magistrados, ministros. Yo he estado en contra de eso y, sin embargo, se nos pasó. Porque yo soy más partidario de que una mujer, un hombre que se titula como abogado sale con mucho entusiasmo de hacer valer la ley, está lleno de frescura, de ideales, de llevar a la práctica la máxima de que: al margen de la ley, nada; y por encima de la ley, nadie; pero ya cuando va pasando el tiempo y ya a los cinco años ya ni hablemos, porque antes casi en todos los requisitos están 10 años de experiencia, ya a los 10 años ya saben, pero bastante, pero ya perdieron la mística, ya la fueron dejando en el camino, ya aprendieron otras cosas que no se necesitan.
O sea, un recién egresado será juzgador. ¡carajo! Demagogia pura y que el “pueblo bueno y sabio” elija. Esperemos que los mercados y los bancos internacionales no le den un severo golpe a nuestra economía, por las absurdas estupideces de este expriísta que por fortuna ya se va. Esperemos que su sucesora reaccione, aunque no lo veo difícil.