Contexto
Los dimes y diretes después del llamado debate. Poco creíbles las encuestas. La Elección para el Congreso de la Unión indefinida.
Más allá de lo que digan los candidatos, sus partidos, simpatizantes y lambiscones, el evento televisado de la noche del pasado domingo en el INE, que no fue un debate como millones de personas esperábamos, sirvió para mostrar que, gane quien gane las elecciones presidenciales del próximo 2 de junio, tendrá que convocar a una conciliación nacional integral y establecer con todos un programa de reconstrucción y generar condiciones para que todas los sectores productivos generen crecimiento económico, pues de lo contrario este país volverá al caos.
Sin importar lo que haya sucedido anoche y siempre que no ocurra un evento trágico y desastroso en los días por venir, las elecciones van a estar muy cerradas, pues a pesar de los millonarios recursos que está derrochando el gobierno de López Obrador a través de la Secretaría de Bienestar y de los miles de brigadistas pagados por Morena que, con listas en la mano, están recorriendo las calles, los mercados, los comercios, y todo aquello en donde le puedan decir a la gente que si ellos no ganan les van a quitar los programas sociales.
Varios analistas coinciden en que las encuestas más generosas con uno u otro candidato generalmente son maiceadas, trajes a la medida y al gusto del cliente, pues proyectar una imagen de triunfo seguro estimula a los seguidores y desanima a los votantes del bando contrario. Yo también coincido y creo que el enorme gasto, prácticamente tirado a la basura, de llenar de propaganda las calles y avenidas de la capital del país, tanto de Clara Brugada como de Santiago Taboada, no sirven para nada, pues se da como un hecho de que la Ciudad de México será gobernada, por primera vez desde finales de los ochenta, por una coalición opositora encabezada por la derecha.
Hasta ahora, los partidarios de Morena se dicen seguros de su triunfo en la elección presidencial. Todos los días se publican presuntas encuestas que le dan ventaja a Claudia Sheinbaum sobre Xóchitl Gálvez, pero lo cierto es que Gálvez cada día tiene más adeptos y dicen los expertos imparciales para fines de mayo se va a cerrar. Lo que es un volado será el Congreso de la Unión.
Dentro de 54 días será la elección y pueden pasar muchas cosas. Una de las tantas interrogantes es si dentro de su programa anticorrupción, Claudia Sheinbaum Pardo, podrá llevar a juicio a los hijos de López Obrador, o a otros ex colaboradores del tabasqueño que cometieron desvío de recursos públicos.
Tanto la candidata de la coalición Sigamos Haciendo Historia (Morena-PT-PVEM) como Xóchitl Gálvez Ruiz, de la coalición Fuerza y Corazón por México (PAN-PRD-PRI) tendrán que responder y clarificar sus propuestas para mejorar la seguridad pública a niveles estatales y nacional y frenar esta ola creciente de violencia; además de esclarecer lo más que se pueda los homicidios y las desapariciones. También, detener el flujo desmedido en el contrabando de armas y municiones y artefactos explosivos
Estos son datos muy crudos. Desde que se levanta esa estadística oficial, en el sexenio de Carlos Salinas, (1988-94) los homicidios dolosos sumaron 76,767; con Ernesto Zedillo, (1994-2000) 80,671; con Vicente Fox, (2000-06) 60,280; con Calderón, (2006-12) 120,463; Enrique Peña Nieto, (2012-18) 156,66 y al día de ayer en los cinco años cuatro meses de López Obrador alcanzaron 183,279, calculando una proyección de 200 mil al terminar su gestión el 30 de septiembre. Esto significa que el gobierno de López Obrador ha sido el más violento de los que le antecedieron y si a eso sumamos las desapariciones, que en su gestión alcanzan una de cada dos de las 102 mil registradas desde 1984, así como las muertes por la pandemia de Covid19, el tema da para ser analizado con mayor profundidad, pues se trata de casos de negligencia criminal.
Uno de los temas que puso Xóchitl Gálvez sobre la mesa fue el tema de la salud pública, que a lo largo de este sexenio evidenció fallas, deficiencias y desabasto de medicamentos y las excesivas muertes por la pandemia. Sin embargo, Claudia Sheinbaum trató de transmitir que en el sistema de salud todo va bien. La realidad supera la ficción.
La frecuencia de los linchamientos o de los intentos de hacer justicia al modo de Fuenteovejuna muestran el hartazgo con la inseguridad y, especialmente, con la política de “abrazos, no balazos”. Sobra decir que cada día aumenta el poder de los llamados cárteles, que tienen bajo su control cada vez más territorios. Son capaces de asesinar a unos candidatos y amedrentar a otros y ninguna autoridad es capaz de poder frenarlos. Ejemplos sobras. Están Culiacán, Morelia y Chilpancingo. Y López Obrador se atrevió a decir en una de sus acostumbradas mañaneras: “Nunca, nunca en la historia, habíamos escuchado o visto en la televisión o leído en los periódicos tanta nota roja”.
El partido del oficialismo, Morena, gobierna en 23 entidades federativas y, en la mayoría, lo hacen muy mal. Muchos de esos gobernadores morenistas son de gran incapacidad. Especialmente lamentables son los casos de Morelos, con Cuauhtémoc Blanco; Veracruz, con Cuitláhuac García; Campeche, con Layda Sansores Sanromán; Guerrero, con Evelyn Salgado y su papá; Chiapas, con Rutilio Escandón; Sinaloa, con Rubén Rocha; Tabasco, con Carlos Manuel Merino; Zacatecas, con David Monreal, y Baja California, Marina del Pilar Ávila.
El romper relaciones con Ecuador fue una acción totalmente justificada al ser resultado de una violación por parte de ese gobierno al territorio mexicano, como lo es caso de la embajada de México en Quito, contraviniendo la Convención de Viena, que establece que las sedes diplomáticas son inviolables.
Pero esta crisis diplomática y entre los gobiernos, surgió por la indebida intromisión de López Obrador en los asuntos internos de Ecuador, cuando irresponsablemente habló de más, para referirse a la pasada elección presidencial de ese país. Ya antes había hecho lo mismo con el gobierno de Perú y contra su presidenta Dina Boluarte, y mucho antes, pudo generar una crisis con el gobierno de España, al exigir que los reyes de esa nación pidieran disculpas por las atrocidades de los conquistadores hace la friolera de 500 años en el continente americano. Pero en ese tiempo no existía el reino de España, si no los reinos de Castilla y León. Pero jamás critica a los trogloditas de Venezuela, Honduras, Nicaragua, Colombia y Cuba, por mencionar algunos. Al contrario, vergonzosamente les regala dinero del erario para que sus indocumentados regresen a sus países. ¡Carajo!