Contexto
La división en Morena y la disputa por la sucesión presidencial.
Las estimaciones que hizo Andrés Manuel López Obrador de que después de elegir a su sucesora no se dividieran en Morena, le falló. Ahora, Marcelo Ebrard Casaubón impugnó la elección interna de Morena ante la Comisión Nacional de Honestidad y Justicia (CNHJ) del partido guinda y blanco, y desconoce a Claudia Sheinbaum como ganadora.
El excanciller Ebrard Casaubón envió un documento de 41 páginas a dicha instancia del partido en el que demanda la nulidad de dicho proceso interno, que le permitió a Morena la elección de su candidato presidencial de cara al próximo año., en que se enumera las siguientes incidencias: violencia, acarreo de votantes, condicionamiento de programas sociales, parcialidad el día del levantamiento de la encuesta, publicidad de Claudia Sheinbaum en los lugares donde se levantó la encuesta y desaparición temporal e injustificada de urnas.
En dicho proceso interno, apuntó, la Comisión de Encuestas de Morena tuvo una participación a favor de Sheinbaum Pardo, además de destacar la intervención de la Secretaría de Bienestar y de diversos funcionarios con el objetivo de promocionar a la gobernante capitalina quien recientemente dejó el cargo.
En su denuncia, Ebrard sostiene que el equipo de Sheinbaum tuvo conocimiento previo de los lugares en los que se llevó a cabo la encuesta interna del partido, además de que la cadena de custodia de las urnas de la encuesta estuvo comprometida y destacó la coacción por parte de grupos afines a Claudia Sheinbaum hacia las personas encuestadas mediante amenazas, violencia e intimidación.
Además, el excanciller mexicano recalcó que “en Morena no tenemos espacio”, y casi en el mismo tenor, pero con menos virulencia, se expresó el zacatecano Ricardo Monreal Ávila. Lo que es un hecho, es que si Marcelo Ebrard Casaubón, decide cobijarse bajo el auspicio de Movimiento Ciudadano, lo que está por verse, les quitará votos tanto a Morena como a la oposición, como lo reconoció Xóchitl Gálvez.
Pero más allá de si hubo o no un berrinche de Marcelo Ebrard y, sobre su destacado desempeño como canciller durante la pandemia, su desencuentro con López Obrador, es muy parecido al de Julio Scherer Ibarra y al de los ministros de la Suprema Corte de Justicia de la Nación, Ana Margarita Ríos Farjat y Juan Luis González Alcántara Carrancá. El primero de ellos designado por el propio tabasqueño como consejero jurídico de la propia Presidencia de la República y los otros dos propuestos como ministros y a los que a descalificado e insultado por no haber votado a favor de sus propuestas inconstitucionales.
Esta descomposición de su equipo obedece no sólo al propio desgaste natural en estos cargos de altísima responsabilidad, sino también a los desencuentros con el propio López Obrador que ha hecho del insulto, la descalificación y la diatriba una forma de gobierno y que se ve reflejado todos los días en sus soliloquios mañaneros. Aunado a lo anterior, su cantaleta de que en su gobierno no se admite la corrupción, lo único que ha provocado es la exacerbación colectiva ante tan falaz mentira y eso se refleja en las redes sociales en donde a sus hijos los exhiben como unos francos pillos.
Aunado a lo anterior, los montajes que ha hecho su equipo de comunicación social de que las más importantes obras de su sexenio ya están operando con normalidad, le han generado más críticas y burlas y cree que su derecho de réplica que todas las semanas utiliza una de sus ignorantes voceras para descalificar a los medios, periodistas o analistas, va generar un equilibrio en la información, lo único que ha provocado es más violencia en contra de los medios y analistas por parte de grupos de fanáticos afines a su movimiento y que actúan en el anonimato y con gran impunidad.
Ejemplos sobran. Allí está el caso de los que se apoderaron violentamente de las puertas de la Suprema Corte de Justicia donde aparecen varios extranjeros y que las fuerzas de seguridad pública locales y federales les permitieron hacer sus desmadres. Con la complacencia presidencial, estos grupos de dedicaron a insultar y atacar a los ministros, pero en especial a su presidenta, Norma Lucía Piña Hernández. Los hicieron hasta que se cansaron.
Bajo ese panorama, Claudia Sheinbaum es la candidata del oficialismo en todos los sentidos. Fue impuesta por López Obrador sobre el resto de los competidores. Manifestó como ningún otro contendiente su propósito de continuar lo hecho por el tabasqueño y durante su recorrido por el país gozó de todos los apoyos oficiales para llegar a donde está. Será la beneficiaria de los votos oficialistas y también de los votos inducidos o comprados por el gobierno, así como del respaldo de los 23 gobernadores morenistas. Será la candidata beneficiada por todas las encuestas que el gobierno pueda comprar, para dar la sensación de una elección ganada de antemano; de los espacios que el gobierno imponga en los medios; y de todos los aliados y clientelas oficialistas que quieran más de lo mismo, entre ellos, el crimen organizado.
Ahora los partidos y las aspirantes ya perfiladas deberán tener cuidado mayor en la observancia de la ley. El senado es una buena cobertura para Xóchitl Gálvez y desde allí puede desplegar su activismo al estar constitucionalmente protegida en función de su cargo. Claudia Sheinbaum es la coordinadora de la llamada cuarta transformación, un cargo meramente informal que seguramente servirá para continuar en su lucha por ganar la presidencia de la República.
De cualquier manera, la incursión de Marcelo Ebrard en Movimiento Ciudadano será una fractura del oficialismo y sus efectos electorales son inciertos, especialmente porque lo más fuerte de la oposición se ha centrado en Xóchitl Gálvez a grado tal que si Marcelo fuera candidato, en el tiempo habría una fuerte presión para llevarlo a declinar en favor de la hidalguense.
Ahora, la oposición tripartita –-PRI, PAN y PRD— tendrá no sólo que respaldar abiertamente a Xóchitl Gálvez, con un gran equipo logístico que incluya un eficiente equipo de seguridad, sino además tendrá que ir pensando en mantener al menos, entre un 40 al 50 por ciento de los espacios en el Congreso de la Unión, por si se pierde la presidencia de la República y frenar la iniciativas de Morena y de López Obrador y poder revivir todo el aparato de investigación y fiscalización para que tanto el “Rey del Cash” como sus hijos y los integrantes de su gabinete, rindan cuentas por el despilfarro de recursos públicos y de lo que supuestamente han cobrado de comisión en los millonarios contratos otorgados de manera directa y sin licitación, a sus familiares, amigos y allegados. Veremos.