Contexto
LA PANDEMIA Y LA ECONOMÍA XCXVI…
Desde hace muchos años México está en Guerra. En los círculos del poder público lo saben, pero no se quiere reconocer. Los diversos grupos de delincuencia organizada, con la complicidad condicionada, amenazada o complaciente de autoridades estatales y municipales, poco a poco se han ido apoderando de importantes zonas del país. Ejemplos sobran: Quintana Roo, Chiapas, Oaxaca, Guerrero, Michoacán, Jalisco, Sinaloa, Sonora, Chihuahua, Zacatecas, Guanajuato, Veracruz, Tamaulipas y ahora, Nuevo León. Eso, sin contar con la zona conurbada del estado de México.
El problema, es que no se ha frenado el número de personas asesinadas y desparecidas. Además, los grupos delictivos han provocado una obligada diáspora, generando un éxodo fronterizo al norte del país, al huir de la violencia y de las amenazas de los grupos beligerantes, lo que ha tenido consecuencias en las cosechas de granos, frutas y verduras; la producción agropecuaria y el abandono inexorable de tierras productivas, como las zonas limoneras, naranjeras, aguacateras y arroceras, en Michoacán y Guerrero, o de frijol y maíz en Zacatecas.
A todo esto, habría que sumarle el robo de mujeres adolescentes y jóvenes o en su caso de asesinatos y desapariciones, la inoperancia de las policías estatales y municipales para frenar el crecimiento de estos grupos delincuenciales que cada vez traen mejor armamento traído de contrabando de Estados Unidos y la ineficacia de la guardia nacional, la Marina y el Ejército que en han sido maniatado con esa absurda política “de abrazo no balazos” o de que los delincuentes también “tienen derechos humanos” a costa de las vidas de miles de inocentes ciudadanos que han tenido que dejar todo de sus lugares de origen para huir de tremendas atrocidades. Por eso, estamos en guerra, porque tenemos a un tipo que ostenta la presidencia de la República y que es primero en violar flagrantemente la Constitución y las leyes secundarias que cuando tomó posesión juró respetar.
Hay que recordar que, durante el primer trimestre de 2022, México registró 7 mil 354 homicidios dolosos, una reducción de 12.6 por ciento respecto del mismo periodo de 2021, de acuerdo con cifras oficiales presentadas el pasado 20 de abril. A pesar del descenso, este indicador se mantiene en niveles altos.
Según informó Rosa Icela Rodríguez, secretaria de Seguridad y Protección Ciudadana, marzo fue el mes más violento de lo que va del año con 2 mil 657 homicidios dolosos, 396 más que los contabilizados en febrero y seis entidades concentran el 50 por ciento de los homicidios dolosos: Guanajuato, Michoacán, Estado de México, Baja California, Jalisco y Sonora. Al respecto, la titular de seguridad dijo que la instrucción es continuar fortaleciendo la Estrategia Nacional de Seguridad en dichas entidades donde ya se han desplegado elementos de la Guardia Nacional.
Y es que la impunidad se abre terreno en México, especialmente ha crecido en casos de asesinatos. En los años recientes, el número de sentencias condenatorias por este delito se han reducido sustancialmente. Del año 2012 al año 2021 estas sentencias han caído 77.8 por ciento, de acuerdo con cifras del SESNSP (Secretariado Ejecutivo del Sistema Nacional de Seguridad Pública). Al mismo tiempo, la incidencia de este delito ha incrementado 31.7 por ciento. En los últimos años se ha reducido significativamente el número de sentencias condenatorias por el delito de homicidio doloso. Para 2021 se registró la cifra más baja, al menos, desde el 2012. Se registraron apenas 1,031 sentencias, según cifras del SESNSP.
Indiscutible el impacto en el ánimo social que en 41 meses de Gobierno lopezobradorista se hayan acumulado casi 120 mil homicidios, lo cual explica el impulso oficial de hacer lo que sea para reducir la triste estadística. Conscientes de que, según palabras presidenciales, si no resuelven la seguridad no habrá legado sexenal, cometen otra vez el error de sus antecesores de concentrarse en combatir la violencia que afecta el número de homicidios y cierran los ojos a la creciente expansión de las bandas del crimen organizado que ya influye y daña a sectores productivos y se erigen como poder paralelo.
Para el investigador del Programa de Justicia de México Evalúa, Enrique Bouchot, la baja en el número de sentencias tiene que ver con carga de trabajo y también con poca capacidad de las fiscalías de dirigir los recursos con los que cuentan para resolver delitos de alto impacto para la sociedad, como lo es el homicidio doloso.
Precisó que se estima que en una fiscalía de tamaño medio en el país se abren, cada año, en promedio unas 60,000 carpetas de investigación, que significan solamente el 8 por ciento del total de los delitos que se comenten en México.
De las 60,000 indagatorias, añadió, el homicidio doloso significa alrededor del uno por ciento, no obstante, debido que es necesario que las diversas áreas de una fiscalía se activen y que pueden saturar los mismos servicios, en muchas ocasiones las autoridades deciden indagar otros delitos que puedan ser resueltos de manera más rápida o con ello se puedan presentar mejores resultados.
Los otros frentes de guerra son el desempleo, la carestía, la inflación y, sobre todo, la falta de agua, producto del cambio climático. Andrés Manuel López Obrador hay que reconocerle que día con día, en su soliloquio mañanero, hace todo lo posible por superar las sandeces que dijo el día anterior. Quiere acabar con todas las instituciones. Se quiere imponer al gobierno de Estados Unidos para que invite a los sátrapas de Venezuela, Nicaragua y Cuba. Hasta ahora, los gringos han sido muy amables con su administración, pero pueden endurecer sus acciones o no ha medido el daño que le puede causar al país.
Y en verdad ¿quién es el verdadero traidor a la patria?
¿Sus parientes e hijos trácalas o él, el de la “honestidad valiente”?
¿Y la oposición? ¿Cuándo le pondrán un freno?