Construir utopías
Tanto en Pátzcuaro, como en la zona lacustre del lago (Tzintzuntzan, Quiroga, Erongarícuaro, Pátzcuaro), se concentra un gran potencial de energía humana para realizar acciones que permitan apoyar a las poblaciones que viven en condiciones de vulnerabilidad, precariedad, desigualdad, injusticia social y pobreza, para transformar sus destinos; no obstante se requiere de un gran compromiso social, por lo que reconozco la generosidad de muchas personas de la región que se encuentran impulsando esfuerzos para evitar que continúen dichas condiciones que atentan contra la dignidad humana.
Es muy grato reconocer que, en Pátzcuaro, se reúnen personas, hombres y mujeres, cuya formación, sensibilidad, interés y compromiso social se encuentra orientado a diseñar propuestas que redunden en el fortalecimiento de las acciones que han beneficiado a las poblaciones en diferentes campos, sobre todo de los grupos de doble AA.
Una preocupación constante no solo de los grupos sociales de apoyo a las adicciones, sino de las madres y padres de familia cuyo hijo o hijos se encuentran en las adicciones y viven la alteración de sus proyectos de vida como familia, con los impactos de desintegración y generación de culpas cruzadas entre el padre y la madre que no lograron ver en su momento y atender destacadamente la enfermedad de la adicción del hijo o hija.
El desasosiego es más profundo de lo que pudiera pensarse, porque es evidente, que una vez detectada la problemática de un miembro de la familia, nos enfrentamos a procesos de negación como padres y eso nos aleja de establecer el soporte de contención para el hijo que vive en adicciones y generar las condiciones de escucha asertiva, de generar diálogo, así como el manejo emocional para la atención de la problemática y no la generación de culpas, que pudiera evitar el diseño de estrategias para atender la problemática.
Continuo insistiendo de manera personal, pero compartimos la idea con Denia y Antonio miembros del equipo multidisciplinario, que cualquier problemas de la comunidad debe ser atendido desde la complejidad, desde la transdisciplinariedad, es decir, desde la suma de las disciplinas, entre las disciplinas y después de las disciplinas y los saberes de las personas, para que de manera holística, sistémica e interdependiente se puedan generar las diversas propuestas de atención a las crisis sociales que vivimos, tal como lo comenta Félix Guattari, crisis medioambiental, social, subjetiva y yo le complemento con la crisis de salud, educativa, y ahora del miedo y del hedonismo que genera individualismo contra los valores de comunalidad y de las familias.
Las problemáticas que atraviesan personas que viven en adicciones son producto de este sistema económico que vivimos, un modelo de mercado que nos hace hedonistas, narcisistas, en búsqueda del placer individual y egoísta y articulado al consumo de marcas, alcohol, sexo, drogas, cuyos valores líquidos bloquean el trabajo de convivir en comunidad; es decir, quienes viven en adicciones y sus familiares, son producto de un sistema voraz que excluye a aquellos que han dejado de tener el dinero para poder seguir consumiendo, situación que los hace presa de otros problemas antisociales, en los cuales se arrastra a la familia. Por ello, si pensamos en atender a las personas que viven dicha situación, es fundamental trabajar con las familias, y en los entornos para la prevención y en su caso ya en la atención de éstos para su reinserción social.
Hoy por hoy, no se puede trabajar solamente en la atención de quienes ya viven la adicción y desean ser rehabilitados, se requiere de redimensionar el modelo de atención para que sea integral, es decir personas viviendo en adicción y sus familiares (padres, madres, hermanos, tíos, abuelos, sobrinos, las parejas sentimentales, los hijos) y los entornos sociales para la contención; pero además, se requiere del diseño de las acciones estratégicas de intervención para la prevención, sobre todo en las adolescencias y juventudes, porque al parecer, no obstante la normativa, las estructuras y el diseño de la política pública ha sido insuficiente para atender la problemática que día a día nos muestra la eficacia del sistema económico para con sus sustancias tóxicas logren someter los cuerpos de las personas adolescentes y las juventudes, quienes demandan los productos tóxicos.Avancemos en la prevención, en el manejo socioemocional, en la inteligencia emocional, en procesos de deconstrucción metacognitivos, en la comunicación asertiva intrafamiliar, en procesos de cohesión social que recuperen la confianza, la identidad, los valores de comunalidad, pero sobre todo la convivencia, la fraternidad y la participación. Un gran trabajo por hacer en materia de convivencia y paz social para el diálogo y la resolución de los conflictos que se generan intrafamiliar y en la intersubjetivación con el otro.