Construcción de dignidad y solidaridad/Gerardo A. Herrera Pérez
Construcción de dignidad y solidaridad.
Gerardo A. Herrera Pérez.
1985 (sismo de 19 de septiembre), y 34 años después marca un antes y un después en la manera de conducirnos como personas frente a la furia de la naturaleza, pero durante todos esos años me ha tocado observar a cientos de personas en condición de calle, de mendicidad, desprotegidas a quienes también se les debe atender; todos estos años nos recuerda la importancia que debemos tener con el cuidado de nuestro medio ambiente, pero también nos recuerda que los valores de respeto a la dignidad humana y el valor a la solidaridad son fundamentales para acercarnos y ayudar a nuestros semejantes tanto en cuestiones de violencia de la naturaleza, como de lo que ha dejado el mercado: pobreza, y hoy feminización de la pobreza, mendicidad y personas en condición de calle.
Desde 1948 diferentes instrumentos jurídicos internacionales firmados y ratificados por el Estado mexicano dan paso a las y obligaciones de las personas para con sus semejantes entre ellos la obligación de la solidaridad; pero también la responsabilidad del Estado de proteger y respetar los derechos y libertades de las personas.
Los valores de dignidad humana y solidaridad, también llegan a ser principios; los principios se vuelven derechos, y éstos normas, la cuestión es que cuando son normas deben ser cumplidas y atendidas por la autoridad.
Es importante comentarlo, no es posible que vivamos un mundo de derechos pensando que nuestros semejantes y el propio Estado nos debe sin ejercer esa reciprocidad; es decir, considero que no es así, así no funciona, funciona cuando un derecho lleva consigo el deber y la responsabilidad, tal como se menciona en la parte segunda de la Declaración Americana de los Derechos y Deberes del Hombre, es decir las diez obligaciones de las personas, entre ellas la solidaridad.
La dignidad tiene diferentes interpretaciones: se relaciona y aísla de otros fines como honor, fama o reputación; desde lo jurídico se entiende como asegurar el disfrute del derecho humano y las libertades por parte del Estado. No obstante en esta realidad, el concepto del valor de dignidad es un término que ya está en el acervo jurídico y cultural de la humanidad, de esta manera se utiliza dando a entender que todos aquellos que lo escuchan saben lo que quiere decir de quien lo está empleando.
Pero creo que no es así, si le preguntamos a una persona indigente o persona en condición de calle o abandono, seguramente desconoce que su dignidad ha sido vulnerada; incluso cientos de personas no saben que permanentemente se les violenta su dignidad humana al no protegerse sus derechos humanos y libertades por las autoridades.
El Estado mexicano debe asumir sus responsabilidades para la atención y el respeto a las personas que son víctimas de dichos sucesos de la naturaleza, pero también de aquellos que viven en condición de calle o de precariedad y vulnerabilidad; el Estado debe coadyuvar a generar las condiciones para nuevamente impulsar la convivencia, reconociendo que el derecho a la dignidad humana es el derecho fundamental y como fundamento de todos los derechos, por ello por igual debe actuar a favor también de estos grupos.
Frente a estas emergencias sociales por violencia de la naturaleza, pero incluso en el día a día, cuando vemos a personas pidiendo limosna, vendiendo dulces, ofreciendo algún servicio como limpiar parabrisas, en fin, los textos jurídicos, o teóricos poco nos servirán, si las personas y las instituciones formadas por personas no tienen claro que los seres humanos debemos de aprender a respetarnos a nosotros mismos y a los demás.
Por otro lado, el término de solidaridad, significa, la adhesión circunstancial a la causa o a la empresa de otros; el termino nos sugiere una ausencia de pluralidad de elementos en una causa y por lo tanto y ahí su interés a la fuerte unidad que facilita la cohesión y fuerza a la causa o empresa de otro.
La solidaridad es la suma de esfuerzos de diferente índole de todos, para una presencia fuerte que ayuda a una causa; pero también genera conciencia colectiva de necesidades en común y de pertenencia a un grupo en la cual todos se benefician por la fuerza en la unión.
Desde la antigüedad se realizaban acciones de solidaridad a través de los vínculos de la amistad tan importante en estas fechas, el amor, la ayuda mutua, la comunalidad.
De tal manera que la solidaridad podría ser entendida como un derecho fundamental y una base para el disfrute de otros derechos. La solidaridad es tan importante en estos días que nos tenemos que refugiar en la idea que los humanos en lo individual, como los pueblos en lo colectivo no pueden vivir sin la ayuda del otro, entenderlo es fundamental.
La solidaridad aplicada sin prejuicio, y alejada de la mezquindad, dignifica en su realización al ser humano que se olvida de su persona, para actuar en favor de su comunidad, y que a la vez ésta deberá protegerlo a él en caso de necesidad.
Vaya mi reconocimiento a todos aquellos que han avanzado en la instrumentación de estos valores, principios, derechos de la dignidad humana y la solidaridad. Mi agradecimiento a quien brindo apoyo con la mano derecha y no permitió que su mano izquierda lo supiera. No se requieren en los valores de la dignidad y solidaridad arrogancias, lo que se requiere es actuar con virtudes sociales: humildad y caridad.
En días pasados, pero esto se ha vuelto una práctica social, hemos visto a Miguel Ángel Martínez y Florecita la Payasita Policía y sus dos pequeños hijos, así como Adrian Cirilo, quien en compañía de otras personas, han salido a compartir con los más necesitados sus apoyos a personas en condición de calle o viviendo en precariedad o vulnerables en el Centro Histórico, los Hospitales Civil, de la Mujer, e Infantil; la visita tuvo como propósito entregar comida y abrigo para pasar la Nochebuena y Navidad. Nada más emblemático que dar sustento a los valores de la dignidad humana y la solidaridad, que entregar comida y abrigo para quienes en condiciones de precariedad continúan en la calle, o aún más, de los que viven en la calle.
Miguel Ángel Martínez y Florecita la Payasita Policía y sus dos pequeños hijos se han convertido en un referente para el ejercicio de los valores de la dignidad y solidaridad; el respeto que siento por estos seres humanos es amplio, como amplio mi reconocimiento a las personas que observe que al igual que ellos estaban ayudando a otras personas. Hoy el ejercicio de vivir los valores de la dignidad humana y la solidaridad se ejecutan con pasión y emoción de muchos que sabemos que vivimos en un momento de compartir lo que tenemos.
Florecita la Payasita Policía y sus dos pequeños hijos, me llenan de emoción al verlos entregar lo que con mucho esfuerzo han preparado para las personas en condición de calle, me da gusto verlos juntos, pese a todo el rechazo y violencia que han recibido de la sociedad; me llena de emoción saber que son ellos, los hijos de Florecita, los que más adelante transformaran las prácticas sociales hedonistas, narcisistas, de valores individuales, para impulsar procesos de cohesión social, de amor a la otredad, de respeto en el ejercicio de los valores de la dignidad humana y solidaridad.