Conciencia social y autoconfinamiento/Gerardo A. Herrera Pérez
El día de hoy aparece en medios de comunicación un posicionamiento de la Secretaria de Gobernación, la ministra en retiro Olga Sánchez Cordero, quien expresa un llamado a municipios a no impedir el libre tránsito para frenar los casos de contagio de Covid-19, preciso, se lee “se han ido por la libre” y han impuesto medidas que no han sido autorizadas por el Consejo General de Salubridad. “Se ha invitado al autoconfinamiento, que es muy distinto. Pero aun así no estamos en un Estado de excepción, sino de emergencia sanitaria, que es muy distinto”.
El punto es que el autoconfinamiento, constituye generar una acción en el marco de un supuesto de conciencia social, es decir, de obediencia a una situación de emergencia que nos traerá complicación como sociedad si no se cumple; no obstante, vemos que no importa la existencia de marcos normativos, estructuras operativas y diseño de políticas públicas y prohibiciones que podrían generar sanciones, porque siguen en los espacios públicos muchas personas con justificación o sin ella; sobre todo personas jóvenes.
Pero como entender que las personas deben de hacer autoconfinamiento, si vemos una gran cantidad de personas deambulando por las calles; es más, por las noches continuamos escuchando el ruido del ir y venir de los autos y de los jóvenes, si bien son los menos, ellos, disfrutan de la vida en estos momentos en que la sociedad se ha paralizado.
Explicar el fenómeno no es fácil; no obstante, considero que a través del pensamiento de la complejidad podría abrevarse algunos posicionamientos para conocer por qué las personas continúan en la calle y no en sus casas para no contagiarse.
Una propuesta de revisión del problema podría ser desde el pensamiento de la complejidad, ello, nos da posibilidad de ver una realidad desde lo transdisciplinario, para analizar de manera holística todos sus elementos y la interrelación que tienen.
La reflexión que comparto, no va más allá, de conocer el pensamiento de un politólogo y filósofo francés, Zygmunt Bauman, quien acuño la categoría de lo “líquido”. Recuerdo haber disertado sobre el “Género líquido y la Inmediatez en la Juventud”, en el Cuadragésimo Aniversario del CETIS, No. 34, del Puerto de Lázaro Cárdenas, invitado por la directora Anita Pérez (El Sol y Quadratin) un concepto nuevo para aquella zona.
Lo “liquido” es una categoría que utiliza Bauman en su pensamiento. Su tesis considera que en la sociedad posmoderna que vivimos todo es líquido, es inestable, inconsistente, imposible de guardar una forma permanente; así el amor, la vida, el miedo, los temores, todo es líquido, porque todo es inestable y busca la inmediatez.
Por ello, los segmentos de población principalmente en edades tempranas, cambian rápidamente, es tanta la celeridad, que no se logra hacer o traducirse en hábitos o costumbres. Recientemente comentaba en la Escuela “Hijos del ejército”, en una conferencia dirigida a padres de los más de mil alumnos registrados, la importancia de las dinámicas positivas tanto sociales y familiares de los padres para impulsar actos de disciplina, identificar reglas y generar hábitos en los niños, niñas y adolescentes que perduren durante la juventud y para la vida (Quadratín 25 de febrero 2020).
Tal vez la preocupación que hoy nos ocupa a muchos y muchas es que nuestro mundo avanza a un ritmo acelerado, compulsivo, pero sin consistencia social, de ahí mi pregunta si esos cambios realmente tienen rumbo, sabemos a dónde vamos?, o será qué solo los empresarios y los líderes saben?, es decir van por las ganancias, por el poder, por el control?.
Muchos padres de familia se preguntan, si una vez que los niños, niñas y adolescentes han vivido en el seno de la familia y en la escuela, echaran raíces en su vida, bajo las enseñanzas de esos valores, principios y virtudes sociales aprendidas, o si solo será, la base para lo que ellos puedan decidir para su vida. Lo que observo, es que todos los días iniciamos y terminamos, iniciamos explicando y pidiendo cambios en el comportamiento de los hijos y terminamos observando que algo no comprendieron, ellos, viven en sus tiempos y espacios, no necesariamente en los nuestros; es decir, en el mejor de los casos nos ponemos al día constantemente.
Las cosas se compran y se desechan rápidamente; hoy mi capacidad se torna discapacidad en un tronar de dedos, sobre todo en tecnología, y si alego experiencia que podría ser sabiduría, es tachada de decrepitud, solo los viejos tienen experiencia; cuando se les dice a los hijos o miembros de la familia a dónde vas?, estamos en contingencia de Covid-19!!!, responden, tú qué sabes?, estas viejo, son cosas del gobierno, no pasa nada!!!!, quédate tú, adiós. Es decir, la velocidad es un elemento que nos rodea, la velocidad frente a la duración, la aceleración frente a la eternidad, la novedad frente a la tradición, y como dice Bauman, el consumismo frente a la ciudadanía. Hemos pasado del miedo al cambio, al miedo al estancamiento.
La vida liquida, es la vida del olvido, porque no se educa en la reflexión en profundidad, ni en la actitud de búsqueda de conocer las entrañas de los fenómenos, sino en la ojeada eminentemente fugaz; cuando preguntamos a los hijos, si aprendieron, la respuesta es siempre sí, claro; a la vuelta de los meses y en las evaluaciones sabemos que tal vez no fue así, pero tampoco decimos nada y, los estudiantes pasan a otro ciclo escolar (resultados de la prueba Pisa de la OCDE); hoy tampoco vemos decisiones firmes, solo opiniones que pueden cambiar incluso en el transcurso del día o de los días, véase lo que sucede en el marco de la pandemia a favor y en contra de las medidas de mantenerse en casa y de la sana distancia.
Cada vez hay menos personas, expresa Bauman, dispuestas a dar su vida por algo o por alguien; incluso habla acerca del cambio que ha sufrido la figura del mártir a la del héroe. En estos tiempos de Covid-19, yo mismo he potenciado la importancia que tiene el personal de salud para atender la contingencia, y utilicé el concepto de “héroe con uniforme blanco” para expresar mi reconocimiento a quienes en el ejercicio de la medicina son los que están haciendo frente a la pandemia y no de ahora, sino de muchos años atrás quienes han generado las condiciones aun sin las instalaciones, equipos y medicamentos para atender en todo tiempo a la población, el personal de salud son una excepción.
Tanto Bauman, como Gilles Lipovetsky, hablan acerca de la individualidad que se genera en la Posmodernidad, del hedonismo, narcisismo, la busque del éxito y del lujo, pero también hablan acerca de los valores individuales; el auge de la individualidad supone el debilitamiento progresivo de los lazos sociales (por ello, la importancia de la cohesión social y sus cuatro ejes, entre ellos, los valores colectivos) y por ende el fortalecimiento de la individualidad, lo mío, lo propio, lo que puedo manejar y puedo generar asimetría de poder, porque lo tengo.
Y es que hoy vivimos un proceso de fragmentación, de segmentación, de jerarquización social de la diversidad individual y social, de aquellos que están dentro porque consumen, de aquellos que están fuera porque no lo hacen y no contribuyen al mercado (me recuerda la lectura del Video “La historia de las Cosas que los invito a ver).
Por lo que, requerimos del fortalecimiento de la cohesión social (en Michoacán se cuenta con el Programa de “Cohesión Social Apatzingán”, política pública aún muy modesta, que es dirigido en gobernanza por diferentes actores sociales e institucionales, entre ellos la CEDH, el H Ayuntamiento, la Jurisdicción Sanitaria No. 7, los Centros Escolares), que vaya promoviendo la participación y la conciencia sobre nuestro entorno tanto social como ecológico, que igualmente genere la interacción social, el diálogo, la comprensión mutua, la gestión y la resolución de conflictos.
Pero, tal vez no logremos avances significativos, derivado a que como expresa Hannah Arendt, vivimos tiempos de oscuridad, en donde la verdad se degrada a una trivialidad sin sentido y el distanciamiento de la política y de lo público (la gente no hace caso a una verdad real, el Covid-19 está aquí entre nosotros, desafiamos esa verdad, saliendo a la calle, pese a las restricciones) se convierte en una actitud básica del individuo moderno, quien sometido por el mercado principalmente, solo se revela en su casa, en lo privado y en la intimidad de los encuentros que tiene con su otredad, ahí se compone y descompone el mundo, pero no pasa de ahí, de ese nivel. Por ello reitero, es importante seguir trabajando en cohesión social, en la participación y conciencia sobre nuestro entorno tanto social como ecológico, para promover la interacción social, el diálogo, la comprensión mutua, la gestión y la resolución de conflictos.
Qué hacer?, Bauman habla de la posibilidad de convertir el espacio público en lugar de participación duradera, de diálogo permanente, de debate y de confrontación entre el consenso y el disenso, en vez de ámbito de encuentros efímeros, casuales, fugaces. Pero esto nos lleva a crear un espacio nuevo y global, que se traduzca en una política planetaria, con un escenario planetario, un análisis global de los problemas provocados a escala global y una responsabilidad realmente planetaria. Es decir, plantear esas posiciones que tiene el ser humano al ser individual, social y género humano, es decir planetario. Recordemos que la pandemia es global, y que las respuestas han sido tomadas de manera individual por país.
Como apreciamos nos falta mucho por hacer en materia de creación y desarrollo de conciencia social, de pensarnos, para despensarnos y repensarnos en lo que queremos ser; seres humanos, dialógicos horizontales, complementarios, en alteridad, en ecología de saberes, buscando una pedagogía para la vida, que nos permita comprendernos en la tolerancia y en el respeto, en la cohesión social, en la participación y en el compromiso con la otredad, y eso no lo dan los valores líquidos e individuales, hay que trabajar en los valores colectivos, de comunalidad. Mucho por hacer.