Columna Empresarial/Santiago Galicia Rojon
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Columna Empresarial
Santiago Galicia Rojon
No es que sus rasgos sean irreconocibles. Nunca fue un parque fabril dinámico y pleno. Desde su diseño y venta, aparecieron funcionarios públicos, políticos e inversionistas que especularon con los terrenos, mientras las autoridades en turno, en tanto, consintieron que en las áreas aledañas se establecieran asentamientos humanos.
En la capital de un estado que no se ha distinguido por poseer grandes fábricas, Ciudad Industrial de Morelia floreció, desde el inicio, hace décadas, como un producto mal nacido y ausente de rumbo.
Definitivamente, la zona industrial de la capital michoacana no resultó atractiva desde un principio, de tal manera que actualmente apenas se encuentra ocupada al 30 por ciento de su capacidad instalada, con lámparas fundidas continuamente, calles con baches, drenajes tapados e inservibles, inundaciones, ausencia de señalamientos, falta de seguridad y nula funcionalidad.
Casi la tercera parte, dentro de las cuatro etapas, está representada por aproximadamente 120 bodegas, empresas de logística, distribuidoras de productos, talleres e industrias, las cuales generan, en conjunto, alrededor de ocho mil empleos directos y dos mil indirectos. Por cada empresa instalada, existen dos terrenos o bodegas en total abandono.
Muchos de los terrenos estériles pertenecen a especuladores, gente que dentro de los ámbitos público y privado los adquirió a precios casi regalados para posteriormente, al cabo de los años, acrecentar el valor de los mismos.
Las tres primeras etapas fueron entregadas al Ayuntamiento de Morelia, mientras la cuarta fase todavía se encuentra bajo responsabilidad del Gobierno de Michoacán, instancias que de acuerdo con la apreciación de los industriales, han evadido sus responsabilidades a través de los años. Y claro, los resultados están a la vista ante un panorama totalmente desolador.
Desde hace varios años, diversos secretarios estatales de Desarrollo Económico mintieron y generaron expectativas falsas al asegurar, en su momento, que mantenían comunicación y reuniones con directivos de plantas automotrices y otros giros importantes, lo cual evidentemente fue táctica para que les apuntaran los reflectores.
El lector sabe que una planta automotriz requiere, para instalarse en determinado lugar, una superficie de terreno bastante considerable, y también bastantes hectáreas con el propósito de que se establezcan otras industrias proveedoras. ¿Michoacán posee logística e infraestructura competitivas y modernas? ¿Es atractivo invertir millones de dólares en una entidad que aunque geográficamente se localiza en una posición estratégica, enfrenta problemas sociales y de inseguridad?
Ningún inversionista, a pequeña o gran escala, se sentirá atraído por un lugar que no ofrezca condiciones y garantías para el desarrollo de proyectos productivos. La Ciudad Industrial de Morelia no es atractiva para los capitales, ya que enfrenta adversidades y problemas, independientemente de encontrarse rebasada ante el ritmo de modernidad. Los capitalistas prefieren invertir en Querétaro o Guanajuato.
Los problemas se han acumulado en esa zona fabril. La prueba de la coexistencia parece complicarse. El tiempo avanza insaciable y nadie reacciona. Todo queda en discursos, promesas, lucimiento ante visitantes y acaparamiento de cámaras y reflectores para encumbrar administraciones públicas y gestiones políticas en hilos totalmente endebles.
Al iniciar la presente semana, nuevamente coincidieron los presidentes de la Asociación de Industriales del Estado de Michoacán (Aiemac) y la Cámara Nacional de la Industria de la Transformación en Morelia Canacintra), Ricardo Bernal Vargas y Héctor Manuel Tinoco Garduño, respectivamente, quienes declararon ante los reporteros que cubren la fuente económica, su malestar por la situación que prevalece en la zona fabrill de la capital de la entidad.
Más allá de las quejas por problemas que se han planteado una y otra vez a los medios de comunicación -drenajes en mal estado, calles deshechas, falta de alumbrado, servicios pésimos, abandono e inseguridad, entre otros-, los dirigentes empresariales dejaron entrever su malestar ante la ausencia de compromiso por parte de las autoridades que, como dicen popularmente, durante años “se han echado la bolita” unos a otros, con declaraciones y ofrecimientos que no cumplen, simulaciones e irresponsabilidad.
La queja de los industriales es en el sentido de que el alcalde envía a diversos funcionarios a las reuniones, evidentemente con un abanico de ofrecimientos y promesas que contrastan con su falta de poder de decisión, mientras la otra parte, la estatal, da alternativas con la condición de que las autoridades municipales realicen sus propias aportaciones. Es un impasse.
El malestar del sector industrial de Morelia aumentó desde que las autoridades emprendieron acciones para la construcción de un puente que cruza el río y no conduce a nada y que, además, a través del tiempo significará meter el tráfico ciudadano a la zona industrial, donde cotidianamente hay maniobras con los tráileres y camiones de carga pesada que realizan maniobras inherentes a las actividades productivas.
Se trata de una inversión, dicen, de 10 millones de pesos, cuya obra en nada contribuirá a solucionar los problemas de la zona y sí, al contrario, estará condenada, primero, a ser “elefante blanco”, y posteriormente a insertar a los morelianos a un lugar donde el tráfico es para el área fabril.
Hay que recordar que se ha insistido en un proyecto integral para Ciudad Industrial de Morelia, cuyo costo inicial era de alrededor de 100 millones de pesos, monto que prevén ya se duplicó si se toman en cuenta la inflación y el daño acentuado a las calles e infraestructura del lugar.
La calle 4 Oriente, por ejemplo, es intransitable. Se inunda y representa verdaderos riesgos, a pesar de que las empresas vecinas se han dedicado a pagar viajes de materiales para por lo menos solucionar los problemas de tránsito.
Ellos, los industriales, consideran inválidos los argumentos municipales en el sentido de que es imposible destinar mayor cantidad de recursos a la zona porque el adeudo predial es bastante alto, posición que no pocas veces han criticado.
Por lo anterior, los industriales exigen que el alcalde asista a sus reuniones y se comprometa, en la medida de sus facultades, a rescatar Ciudad Industrial de Morelia. La conjunción de tareas y recursos públicos por parte de las administraciones municipal y estatal, darán como resultado un cambio radical en la zona, desde luego con la participación del sector privado.
No es posible que una capital de estado cuente con una zona fabril de juguete en la que también los ofrecimientos y las promesas parecen surgir de una fantasía o simulación. Imposible competir con los corredores industriales de Querétaro y Guanajuato. Mientras Ciudad Industrial de Morelia continúe atrapada en la mediocridad que la hunde, todos los días verá transitar el progreso hacia otras entidades con menos recursos naturales y minerales, donde las decisiones se toman para hoy.