Columna Empresarial/Santiago Galicia Rojon
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Columna Empresarial
Santiago Galicia Rojon
Hace días, un empresario comentaba a otros hombres de negocios que ante la crisis económica y la inseguridad que prevalece en la capital michoacana, donde los crecientes asaltos a mano armada y los saqueos a establecimientos son cotidianos, pretende reducir sus inventarios, dar a su empresa un toque de bajo perfil e incluso trabajar a puerta cerrada y así fortalecer la relación con sus clientes y aumentar las ventas por medio de agentes, llamadas telefónicas, envío de correos electrónicos y otros recursos de mercadotecnia.
Evidentemente, quienes participaron en la conversación, lamentaron que un empresario con capacidad pretenda minimizar su negocio o trabajar a discreción por el temor de sufrir un atraco y la consecuente pérdida de su capital y hasta de vidas humanas.
Aclaró que nunca fue su intención empequeñecer como empresario y quizá hasta reducir sus ingresos y las posibilidades de ofrecer mayor número de fuentes laborales; pero aceptó que las condiciones lo obligan a plantearse otra clase de esquemas, ya que los riesgos son altos y costosos tanto en el aspecto humano como en el económico.
Coincidieron en que por la clase de mercancía que comercializa su establecimiento, podrá trabajar por medio de relaciones con sus clientes potenciales y, a la vez, conquistar otros nichos de mercado, lo cual es imposible que hagan, por ejemplo, restauranteros y propietarios de negocios en los giros de papelería, farmacia, abarrotes y ferretería, por citar algunos donde forzosamente se requiere un local, un espacio físico, para el consumo o la venta directa de artículos.
No es secreto. Lo platican entre ellos. Los empresarios están preocupados por la cantidad de asaltos a mano armada en la capital michoacana sin que haya solución, de no ser los discursos y promesas oficiales, y es que para nadie resulta desconocido el creciente número de delitos del fuero común.
Resulta lamentable, por otra parte, que la inseguridad provoque que algunos inversionistas ya no se atrevan a crecer, expandir sus empresas y generar empleos bien remunerados, pues hacerlo sería llamar la atención de los delincuentes.
En el caso del empresario citado, tiene la ventaja de que la clase de productos que comercializa es especializada y podría no necesitar un local abierto al público para realizar la mayor parte de sus transacciones mercantiles; sin embargo, cancelará sus ventas al menudeo y, en consecuencia, la posibilidad de crecer más. Eso, multiplicado por amplio número de inversionistas que coinciden en tal estrategia, dará como resultado menos impuestos, fuentes laborales y progreso.
Aunado a lo anterior, la crisis económica que se registra en el país, a pesar de las declaraciones y los pronósticos de las autoridades federales -inflación, crecimiento insuficiente, tipo cambiario todavía elevado y encarecimiento del dinero a través de tasas de interés excesivas, entre otros síntomas de debilidad y riesgo-, inhibe las inversiones productivas en el territorio nacional y en Michoacán.
Los inversionistas nacionales y extranjeros que deciden invertir en proyectos industriales, analizan todos los escenarios positivos y negativos de cada entidad y definitivamente eligen la zona que más conviene a sus intereses, de manera que las autoridades ofrezcan certidumbre jurídica, estímulos, seguridad, aplicación de la ley, vías de comunicación, parques fabriles modernos y competitivos, logística, estabilidad social y rumbo bien definido. No influyen, en las grandes decisiones de inversión privada, la fotografía con las autoridades, el trato zalamero, las promesas y las dádivas; al contrario, el dinero es frío e indiferente, carece de nacionalidad y sentimentalismos, y, por lo mismo, se invierte donde obtiene mayores ventajas y utilidades. Se trata de ganar y crecer, no de tomar decisiones motivadas por la emoción.
Por eso no es de extrañar que en el caso de las plantas automotrices, verbigracia, se localicen en un corredor próspero. Desde hace décadas, algunos funcionarios han insistido en que se encuentran en pláticas con altos directivos de la industria automotriz para que establezcan alguna de sus fábricas en Michoacán, declaraciones que quedan en eso, en palabras y noticias que se añejan y olvidan o se repiten cíclicamente, pues no solamente se trata de ofrecer una casa, sino todo lo que implica traer fábricas de esas dimensiones.
Y no es que Michoacán no tenga capacidad o sea menos que otras entidades. Es que sin contar los problemas sociales y la inseguridad, los parques fabriles que existen en el estado son de juguete, rezagados en todos aspectos. La industria automotriz atrae otras fábricas, entre las que destacan las de autopartes, micas, vinil y otros giros complementarios. No son tiendas de la esquina que se establecen, abren las cortinas y esperan a los clientes y a sus proveedores refresqueros, de pan empacado, cereales y botanas que los utilizan como canales de distribución con exiguas ganancias.
Uno de los problemas de Michoacán es que carece de grandes industrias. Ha faltado un proyecto integral y bien definido en materia fabril. Los insípidos parques industriales se encuentran desolados e inmersos en el rezago, con asentamientos irregulares a los lados y terrenos propiedad de funcionarios y políticos que aprovecharon su posición para beneficiarse y especular. A las industrias automotriz y aeronáutica, por citar dos, no les interesa que al lado de sus instalaciones se encuentren hectáreas improductivas a nombre de alguna persona influyente, pero sí que existan logística, infraestructura moderna y condiciones para el desarrollo pleno de la actividad productiva.
¿De qué sirve, por ejemplo, ocupar primer lugar nacional en producción de frescos si no se les da valor agregado? Se necesitan industrias de verdad, no proyectos que ocupen las primeras planas en los medios de comunicación y posteriormente no se cumplan por generar conflictos y divisiones entre los beneficiarios de programas. De lo contrario, cada ciclo declararemos que somos los principales productores de frescos, pero con un escenario en el que gran cantidad de hombres y mujeres se encontrarán, como hoy, envolviendo papayas en periódicos, a la sombra de los árboles y con sus coca colas a un lado.
Los diputados deben asumir su responsabilidad y justificar sus grandes percepciones económicas. Es fundamental que convoquen a los representantes empresariales, conozcan la realidad de la iniciativa privada y trabajen en una verdadera política industrial.
Por otra parte, es de reconocerse que la llegada de Agustín Arriaga Díez al Consejo Coordinador Empresarial de Michoacán, abre la posibilidad de que la iniciativa privada finalmente alcance la unidad.
Si bien es cierto que no pocas de las gestiones pasadas ocasionaron división y pugnas entre el sector empresarial, ahora todo parece indicar que los líderes de la iniciativa privada le han dado su voto de confianza al ex dirigente de los hoteleros michoacanos.
De esta manera, es del conocimiento público que las asociaciones de Distribuidores de Automóviles en la entidad y de Industriales en el Estado de Michoacán, junto con las cámaras de la Industria de la Transformación y de Comercio, Servicios y Turismo de Uruapan, entre otras, tienen intenciones de regresar al Consejo Coordinador Empresarial de Michoacán.
Una de las características de amplio porcentaje de líderes empresariales es que son jóvenes unos y otros se encuentran en edad madura, con suficiente optimismo e interés en que la iniciativa privada michoacana alcance la unidad y se fortalezca con sus coincidencias y se enriquezca con su diversidad. Se trata, desde luego, de emprender la ruta hacia fines determinados para que comercio, prestadores de servicios e industrias se desarrollen plenamente.
Líderes jóvenes los hay dentro de las agrupaciones empresariales, como Luis Navarro García, Arturo Sandoval Canals, Luis Miguel Rodríguez Herrejón, Héctor Tinoco Garduño y Ricardo Bernal Macouzet, por ejemplo, quienes encabezan a los comerciantes de Morelia, a los restauranteros y hoteleros de la entidad y a los industriales michoacanos.
Ahora se necesita el empuje de todos para conquistar los espacios y la credibilidad que de alguna manera perdió la iniciativa privada desde hace algunos años. Se necesita un sector empresarial unido y fortalecido, capaz de señalar y denunciar los errores gubernamentales y respaldar las acciones oficiales correctas. Eso es todo.