Claudia ante la guerra y la paz
En los últimos días vimos lo que parecía algo ya superado en el mundo: la destrucción del consulado de Irán en Damasco, Siria por las fuerzas armadas de Israel y la invasión de las fuerzas armadas de Ecuador en la embajada de México en Quito. Ambos fueron actos de guerra de gobiernos criminales y se suman a los peores episodios que marcaron al siglo XX con las dos más grandes guerras de la humanidad, especialmente la invasión de Alemania sobre Polonia en 1939, cuando ya se había anexado con Hitler a la cabeza y con la fuerza de las armas una parte de Checoslovaquia y había ocupado Austria. Casualmente, no invadieron las embajadas, las cuales son territorios de otras naciones.
La provocación de Israel ya fue respondida con el bombardeo de su territorio por las fuerzas armadas de Irán llevando al medio oriente y al mundo al borde de una gran conflagración y por su parte, el Gobierno de Noboa en Ecuador marcó el desprecio de las fuerzas de la derecha en la región por las mínimas normas de convivencia entre países hermanados históricamente.
En el peligroso escenario internacional de nuestros días, Andrés Manuel López Obrador como Presidente de México ha actuado con energía, pero, con la prudencia que se requiere para encontrar una salida pacífica, pero, digna en este grave conflicto. Igual postura ha manifestado ante el riesgo de escalamiento de la guerra de Israel contra Irán. El pacifismo de AMLO no le ha impedido ponerse del lado del Pueblo Palestino hoy masacrado por los fascistas israelíes.
Es muy alentador que en la sucesión presidencial en marcha en nuestro país, Claudia Sheinbaum como la candidata que encabeza el apoyo popular manifieste un claro compromiso de llevar a la practica el principio juarista de El respeto al derecho ajeno es la paz del que deriva la Doctrina Estrada de la no intervención y por la autodeterminación de los pueblos. Esta posición adquiere un valor que rebasa lo nacional y se proyecta en el mundo en un período especialmente peligroso para el destino humano y no da lugar a la indiferencia. Claudia ya lo ha reiterado al plantear su postura ante la agresión israelí contra el Pueblo Palestino: nunca se apoyará a un gobierno agresor contra los pueblos.
Su gobierno será militantemente pacifista, es decir, activo frente a las injusticias y la violación de los derechos humanos y de las naciones que se multiplican ahora en el escenario mundial. La indiferencia no es parte de la Cuarta Transformación y para Claudia el problema de la violencia y de la guerra en cualquier circunstancia dentro de un país o entre países parte del mismo principio: no puede haber paz sin justicia.
Por lo anterior, en el momento de México y del mundo adquiere un extraordinario valor la consigna de por el bien de todos, primero los pobres y cuanto más se avanza en atender lo más elemental que es el acceso a una vida digna para todas y todos, se van ampliando las expectativas y reclamos justos de la gente: la verdadera e irreversible emancipación femenina, lograr todos los derechos para todos, actuar para la salvación de nuestro planeta y la practica del respeto y el cuidado de los animales.
Avanzar en los hechos en la Cuarta Transformación mexicana es construir la justicia que exige una sociedad en paz, por eso, la mayor contribución de México a la paz mundial es demostrar que sí se puede conquistar la justicia por medios pacíficos cerrando el paso a la violencia y a la guerra, aquí y en todos lados.