Claroscuros/José Luis Ortega Vidal
Periodismo y poder: de la corrupción como elemento de la historia
José Luis Ortega Vidal
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Carlos Guillén Tapia (+) periodista nativo de Acayucan, Veracruz y uno de los primeros reporteros –acaso el primero- en haber ejercido su profesión en el sur de Veracruz tras haberla estudiado profesionalmente en la escuela “Carlos Septién García” de la ciudad de México, contaba la historia:
Era –detallaba- corresponsal del Diario del Istmo en Minatitlán y además de escribir notas sobre temáticas diversas hacía coberturas publicitarias.
Así, entre finales de la década de los 70s y principios de los 80s, fue requerido por dirigentes de la Sección 10 del Sindicato de Trabajadores Petroleros de la República Mexicana (STPRM) que agrupaba a los obreros de la Refinería “Lázaro Cárdenas” de Minatitlán.
La historia fue narrada por Guillén Tapia al reportero en El Diario del Sur de Acayucan –recientemente cerrado tras más de 5 décadas de existencia- donde el veterano periodista era director editorial y el autor de Claroscuros un joven aprendiz del oficio reporteril, en los primeros años de la década de los 90s.
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No sabía para qué lo requerían y tampoco tenía el dato del sitio al que lo trasladarían pero marchó junto con los líderes petroleros desde Minatitlán y con dirección a su natal Acayucan.
Desde allí la comitiva se desvió hacia Sayula de Alemán y siguieron de largo hacia Jesús Carranza.
Poco antes de llegar a la población de “Aguilera”, en un espacio que pertenece al municipio de San Juan Evangelista, entraron a un rancho identificado como “Los Arcos”.
Dentro de éste se desarrollaría un encuentro singular: Joaquín Hernández Galicia “La Quina”, líder y cacique nacional del sindicato petrolero ofrecería un banquete al periodista José Luis Mejías, autor de la columna “Los Intocables” que se publicó mucho tiempo en el diario capitalino El Universal y posteriormente en Excélsior.
En medio de aquel ágape, entre salutaciones, agradecimientos y acuerdos de los que sólo el corrupto columnista y su anfitrión tuvieron detalles, “La Quina” entregó simbólicamente “las llaves” de “Los Arcos” a José Luis Mejías.
El autor de “Los Intocables” había recibido una gasolinería como obsequio del ex presidente Gustavo Díaz Ordaz (*) de modo tal que era un hombre lo suficientemente alejado del verdadero quehacer periodístico y muy cercano al poder y la corrupción que de él emana, por definición.
Carlos Guillén Tapia cubrió aquel acontecimiento y el diario del istmo lo publicó a manera de una inserción publicitaria.
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Hay distintas versiones sobre lo que ocurrió después pero todas coinciden en un punto clave para entender el desenvolvimiento de la historia político/policiaca del sur de Veracruz durante las décadas de los 80s, 90s, hasta noviembre del 2006.
José Luis Mejías encargó el cuidado de su rancho “Los Arcos” a Cirilo Vázquez Lagunes, a la sazón un muchacho veinteañero nativo de Juanita, en San Juan Evangelista.
En el sexenio de Agustín Acosta Lagunes, el caporal de “Los Arcos” tuvo su apogeo lo mismo que Felipe “El Indio” Lagunes en el centro del estado e igual que “Toribio “El Toro” Gargallo –cuya historia se remonta a los 70s- en la sierra de Tezonapa, cerca de Córdoba, Veracruz.
Los tres, rodeados de hechos y personajes violentos, cada cual con su discurso, su visión y versión sobre sus actos, protagonizaron actos de sangre en el centro y sur veracruzanos.
En el caso de Cirilo Vázquez Lagunes los nexos vienen desde la ciudad de México y desde el poder del falso periodismo de José Luis Mejías, así como el poder y la corrupción inenarrable del sindicato petrolero y la élite alimentada por la gallina de los huevos de oro llamada PEMEX.
Banrural, organismo ya desaparecido, es una pieza clave para entender el devenir de Cirilo Vázquez Lagunes.
Fernando Gutiérrez Barrios expulsó al hombre de Juanita del estado de Veracruz y éste se fue a vivir a Puebla.
Antes, sobrevivió a un atentado en el que murió su amigo, Fernando López, hijo del ex gobernador Fernando López Arias.
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El diario del istmo fue fundado por Rubén Pabello Acosta en 1979.
El reconocido periodista veracruzano fundador también del Diario de Xalapa y cronista de la capital estatal, vendió su periódico con sede en Coatzacoalcos.
José Pablo Robles Martínez fue enviado por los compradores como director del diario y terminó quedándose con él ya entrados los años 80’s, tras fundar la empresa La Voz del Istmo e involucrar en la adquisición de la empresa a capitalistas locales con quienes rompió relaciones económicas posteriormente.
Sobre esa historia existen versiones que circulan en los cafés y el mundo oral del periodismo y la política porteños.
José Pablo Robles Martínez fue jefe de redacción de El Heraldo en la ciudad de México y allí conoció a un joven político de nombre Patricio Chirinos Calero, secretario de su amigo el diputado Mario Vargas Sedeña. (**)
Cuando Patricio Chirinos Calero fue candidato a la gubernatura de Veracruz, en 1992, el polémico José Pablo Robles recibió la visita de Miguel Angel Yunes Linares y Miguel López Azuara.
Querían un “convenio” para el candidato del PRI que enfrentaba al histórico personaje de la izquierda, Heberto Castillo Martínez, a quien Roselia Barajas de Robles apoyaba desde el mismo diario del Istmo.
Robles Martínez pidió una cantidad estratosférica.
Le ofrecieron menos a cambio, simplemente, “de no madrear” a Chirinos Calero.
No hubo trato.
Patricio Chirinos Calero ganó y el aparato gubernamental estatal y federal –con Carlos Salinas de Gortari, amigo de Patricio Chirinos, al frente- se lanzó sin piedad encima de los Robles Barajas…(CONTINUARA)
(*)JOSE LUIS MEJIAS: LA PROFESION Y LA BAJEZA
http://www.nexos.com.mx/?p=
(**) Diario de un reportero, 31 de julio del 2010
http://blog.expediente.mx/