Claroscuros/José Luis Ortega Vidal
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Gabriel Fonseca Hernández “cuco” y Gumaro Pérez Aguilando -el primero desaparecido desde el 17 de septiembre del 2011 y el segundo asesinado la mañana del 19 de diciembre del 2017 durante la fiesta navideña de la escuela primaria “Rafael Aguirre Cinta” a la que acudió para acompañar a su hijo- comparten elementos de una tragedia común.
Ambos arribaron al ejercicio periodístico por vocación pero al mismo tiempo se catapultaron a éste desde su condición de pobreza; uno más que el otro pero pobres ambos…
Esta condición sociológica –la falta de acceso a elementos básicos de desarrollo social como la educación, la salud, la de un entorno de seguridad y el alejamiento de la explotación laboral infantil, entre otros aspectos- es esencial para la búsqueda de un análisis profundo sobre el tema abordado.
Las preguntas que los periodistas buscamos responder en la confección de una nota, en este caso nos colocan frente a la tragedia de dos colegas: ¿Qué? ¿Quién? ¿Cómo? ¿Por qué? ¿Dónde? ¿Cuándo?
La ausencia de Gabriel Fonseca Hernández ”cuco” ha rebasado los seis años.
El 21 de septiembre de 2011, a cuatro días de su desaparición junto a su amigo Andrés Miguel Palmar (a) “el tegogolo”, fueron hallados los cuerpos de dos varones ejecutados y abandonados dentro de sendos tambos en el municipio de Soconusco, Veracruz.
Hay contradicciones en la minúscula investigación que la entonces Procuraduría de Justicia –segundo año del gobierno de Javier Duarte de Ochoa- elaboró al respecto.
De acuerdo al periodista Ricardo Ravelo, quien tuvo acceso a ella, se integró un expediente de solo cuatro hojas.
Aunado a la brevedad con que se aborda judicialmente el tema, pruebas de ADN elaboradas solamente a uno de los cuerpos hallados en Soconusco determinaron ipso facto que Gabriel Fonseca Hernández “Cuco” no fue encontrado en aquel sitio.
¿Y el ADN del segundo cuerpo?
¿Ese sí correspondía a Fonseca Hernández y se ocultó?
Desde entonces hasta la fecha Fonseca Hernández está oficialmente desaparecido lo que permite deducir que su posible asesinato estorba a las autoridades porque políticamente sería una estadística lacerante para grupos de poder a cargo del gobierno.
A sus 9 años de edad “cuco” llegó al periodismo por la vía del hambre.
Hijo de un humilde bolero salió a la calle a buscar comida y una reportera vecina se la brindó.
Lo convirtió en un niño que aprendió a ganar su comida en el contexto de la dificultad económica familiar y social.
Cuco repartía revistas, llevaba dinero bien ganado a casa y aceptó la condición puesta por su mentora: recibir apoyo a cambio de estudiar.
Dejar de ir a la escuela implicaría la pérdida del respaldo.
La suya es una historia que podemos observar desde la perspectiva de la cultura de la pobreza que Oscar Lewis determinó en su obra “Los hijos de Sánchez”.
La pobreza determina, marca, deja huellas, se reproduce más allá de elementos económicos y abarca aspectos de identidad social, religiosa, de lenguajes que acompañarán al individuo aun cuando avance en el andamiaje de las clases sociales y deje de ser económicamente pobre…
El tiempo separó a Gabriel Fonseca Hernández de su protectora.
Conoció redacciones varias, a reporteros diversos y siguió estudiando hasta arribar al nivel de enseñanza media.
No dejó de acudir a la escuela pero a los 15 años fue habilitado como reportero de un periódico, comenzó a beber alcohol y sufrió las consecuencias de su inmadurez al confundir la oportunidad de luchar contra la pobreza con el éxito.
Lo dieron de baja del periódico donde inició porque –según testimonio anónimo de un ex jefe suyo- habrían detectado su vínculo con la delincuencia organizada.
A los 17 años el joven Fonseca bebía, reporteaba noticias policiacas y durante las fiestas patrias de su natal Acayucan,Veracruz, al calor de las copas habló, habló y habló sobre los delincuentes para quienes presuntamente trabajaba.
Atestiguan lo anterior reporteros que estuvieron aquel festejo patrio invitados por la entonces alcaldesa: Fabiola Vázquez Saut.
¿Imprudencia mortal de joven ebrio?
No sabemos pero a los dos días Gabriel Fonseca desapareció o fue asesinado…no hay una conclusión al respecto.
¿Qué fue primero: la nómina de los cárteles o los periodistas a su servicio?
¿Qué fue primero: las empresas periodísticas que cobran millonarios convenios con instancias gubernamentales y se olvidan de cumplir con los derechos laborales de sus empleados -incluidos los reporteros- o el chayote como elemento de la subcultura de la corrupción que impera en la sociedad mexicana y enferma al periodismo?
Cuál pregunta ganó la carrera: ¿plata o plomo o la incapacidad del Estado para proteger a sus ciudadanos incluyendo a los periodistas entre otras razones porque ese Estado está podrido y forma parte de la delincuencia organizada?
Si Gabriel Fonseca Hernández llegó al periodismo a los 9 años y desapareció a los 17, Gumaro Pérez Aguilando arribó al gremio también en su minoría de edad -16 ó 17 años- para marcharse asesinado apenas iniciada su tercera década de existencia.
El inicio fue semejante: una empresa periodística solicitó reporteros para la fuente roja y contrató a Gumaro por el simple hecho de que el joven delgado, humilde y con estudios de secundaria quería ser periodista.
Dato relevante: la ciudad de Acayucan fue escenario para el inicio de las carreras de estos jóvenes.
Arrancaron su trayectoria en el mismo periódico: “El diario de Acayucan”.
Luego vendrían contratos en “El mañanero”, un periódico elaborado en Oluta, propiedad del hoy diputado Fernando Kuri Kuri y de circulación en la misma zona.
Trabajaron en medios radiofónicos, corresponsalías, periódicos virtuales, etcétera.
México es así: en nuestro país la libertad de expresión se ejerce en condiciones sociológicamente adversas, ideológicamente confusas, desde un abandono económico-estructural cínico y políticamente manipuladas.
A Gumaro Pérez Aguilando le dieron una cámara, una libreta, un reportero veterano como maestro por unos días y ya…
Punto.
Desde ese momento adquirió la categoría de periodista.
¿Capacitación profesional? No.
¿Seguro Social? No.
¿Pruebas sobre un perfil adecuado para ejercer el oficio? No.
Durante sus inicios Gumaro Pérez Aguilando fue habilitado por “El Diario de Acayucan” como ´el hombre de rojo´, un personaje popular presuntamente salvador de los pobres –como él- vía la denuncia reporteril de problemáticas en colonias acayuqueñas…
Eran los tiempos de Fidel Herrera Beltrán y “el pinche poder”…
Era la época en que –según información ventilada en juzgados de Estados de Unidos- “el cártel de los zetas habría comprado la plaza de Veracruz…
Era la época en que Veracruz ciertamente se empezó a teñir de color púrpura como nunca en su historia…
La historia de Gumaro Pérez Aguilando, un cuestionamiento…(Continuará)