Claroscuros/José Luis Ortega Vidal
23 de junio de 2017
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22:45
José Luis Ortega Vidal/Quadratín
ENSAYO
José Luis Ortega Vidal
Para 1937, George Orwell –periodista y escritor inglés- ya había pensado escribir su visión acerca del totalitarismo en la Unión Soviética.
En 1943 aquella idea se consumó con una novela que se convertiría en un clásico de la literatura universal, en un cuestionamiento filosófico –y por ende ético- acerca de la libertad de expresión, sus elementos subjetivos y las circunstancias que enfrenta ante la naturaleza humana en una batalla contra molinos que no eran (no son) de viento sino de intereses específicos en una segunda guerra mundial que aún no terminaba…
A tal grado llegó la polémica sobre “Rebelión en la granja” de Orwell que T.S. Eliot -poeta de todos los tiempos, nacido en Estados Unidos y convertido en ciudadano británico a los 27 años de edad- defensor a ultranza de la libertad de expresión en los tiempos de su amistad con Ezra Pound, su otro yo en Norteamérica, mostró dudas –sin un sustento del todo creíble ni franco- en torno al apoyo que requería la obra orwelliana para su publicación.
Dos textos retratan este momento histórico.
El primero lo escribe el propio George Orwell y se trata de un prólogo que debía acompañar la primera edición de su obra realizada en 1945 tras cuatro rechazos previos.
Aquel escrito se mantuvo inédito -desconocido, en sentido estricto- hasta 1971.
“Dicho prólogo fue adquirido por el Archivo Orwell de la Universidad de Londres y se publicó posteriormente. El profesor Bernard Crick, del Birkbeck College de Londres, prueba la autenticidad de dicho prólogo y explica las extrañas y difíciles circunstancias en que fue escrito. Publicamos el trabajo del profesor Crick y, a continuación, el prólogo inédito de Orwell cuyo título es «La libertad de prensa».” (Documentos sobre Orwell, George, pag. 2) *
El segundo texto de referencia es justamente el que escribió el profesor Bernard Crick del Birbeck College de Londres explicando la historia del prólogo desconocido, su autenticidad y el contexto en el que George Orwell escribió su obra.
Alude asimismo a los elementos literarios de su contenido, la identificación de sus personajes principales y detalles históricos sobre posiciones encontradas entre el autor e intelectuales de su época:
“El famoso comentario hecho por Orwell a T. S. Eliot tildando de estúpida la sugerencia de que ´cualquier animal que no fuera el cerdo podía haber sido elegido para representar a los bolcheviques´ está completamente justificado, y de la carta de Cape se desprende que éste enseñó el manuscrito a «un importante funcionario» del Ministerio de Información. (Yo tuve que esperar varios años antes de poder leer este informe en los Archivos Oficiales, aunque tal vez esta visión se confirmara en alguna charla de club en la que alguien aludiera a aquel desgarbado inconformista lleno de talento literario.) Y conviene recordar que en 1944 los libros no iban forzosamente a censura. Orwell estaba en lo cierto cuando decía que la censura se la hacían los escritores mismos…
Orwell, evidentemente, esperaba complicaciones derivadas del contenido de su libro, que empezó a escribir en noviembre de 1943 a poco de haber pedido el cese en la BBC. El 17 de febrero de 1944 escribió al profesor Gleb Struve, que estaba entonces en la Escuela de Estudios Eslavos y Europeo-Orientales en Londres, diciéndole: ´Estoy escribiendo un librito que espero le divertirá cuando aparezca, aunque me temo no va a tener el visto bueno político y por ello no estoy seguro de que alguien se atreva a publicarlo. Tal vez por lo que le digo adivine usted el tema´". (Crick, Bernard; Cómo fue escrito el prólogo, pag. 2) **
El prólogo-ensayo que se acredita a Orwell y se publicó décadas después de su muerte, lleva por título: “La libertad de prensa”.
Al inicio, se lee:
“Este libro fue pensado hace bastante tiempo. Su idea central data de 1937, pero su redacción no quedó terminada hasta finales de 1943. En la época en que se escribió, era obvio que encontraría grandes dificultades para editarse (a pesar de que la escasez de libros existentes garantizaba que cualquier volumen impreso se vendería) y, efectivamente, el libro fue rechazado por cuatro editores. Tan sólo uno de ellos lo hizo por motivos ideológicos; otros dos habían publicado libros antirrusos durante años y el cuarto carecía de ideas políticas definidas. Uno de ellos estaba decidido a lanzarlo pero, después de un primer momento de acuerdo, prefirió consultar con el Ministerio de Información que, al parecer, le había avisado y hasta advertido severamente sobre su publicación. He aquí un extracto de una carta del editor, en relación con la consulta hecha: ´Me refiero a la reacción que he observado en un importante funcionario del Ministerio de Información con respecto a Rebelión en la granja. Tengo que confesar que su opinión me ha dado mucho que pensar... Ahora me doy cuenta de cuán peligroso puede ser el publicarlo en estos momentos porque, si la fábula estuviera dedicada a todos los dictadores y a todas las dictaduras en general, su publicación no estaría mal vista, pero la trama sigue tan fielmente el curso histórico de la Rusia de los Soviets y de sus dos dictadores que sólo puede aplicarse a aquel país, con exclusión de cualquier otro régimen dictatorial. Y otra cosa: sería menos ofensiva si la casta dominante que aparece en la fábula no fuera la de los cerdos.* Creo que la elección * No está claro quién ha sugerido esta modificación, si es idea propia del Sr. X... o si proviene del propio Ministerio. Pero parece tener marchamo oficial. (Nota de G. Orwell.) 14 de estos animales puede ser ofensiva y de modo especial para quienes sean un poco susceptibles, como es el caso de los rusos.(sic)´” (Orwell, George; Libertad de Prensa, Pag. 13) ***
José Stalin –el cerdo Napoleón en el argumento de Rebelión en la granja- asumió el poder en la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas (URSS) a partir de 1929 y tras la muerte de Lenin (ocurrida en 1924), ideólogo del sector bolchevique que triunfó en la revolución antizarista de 1917 –quien aparece en la novela como El Viejo Mayor, un idealista que sueña con un mundo mejor para todo los animales y muere al inicio de la historia-…
Otro personaje central es León Trotski –el cerdo Snowbal en la novela- un brillante estratega militar creador -en la vida real. del ejército rojo, que disputó con Stalin el control de la URSS y fue expulsado de su país, para refugiarse en México y ser asesinado el 21 de agosto de 1940.
En la novela Snowbal -Trotski- es el cerebro que disputa el poder al cerdo Napoleón –Stalin- crea múltiples planes en forma metódica para el beneficio de la granja y organiza un ejército para enfrentar a los hombres que –sabe- querrán recuperarla.
Esto ocurre y Snowbal encabeza la batalla exitosa de los animales contra los humanos lo que le vale el reconocimiento de todos en un hecho épico donde algunos de sus compañeros resultaron muertos, Snowbal herido pero obtuvieron la victoria.
Napoleón no soporta el fortalecimiento de la figura del cerdo Snowbal e intriga contra éste aprovechando la falta de inteligencia del resto de animales...
Napoleón logra la expulsión de Snowbal de la granja, lo que históricamente nos remite a la expulsión de Trotski de la URSS.
De este modo asume el control total a base de mentiras, apoyado por los cerdos que son inteligentes, en su mayoría le son fieles al pertenecer a su especie y obtener beneficios que el resto de animales no verá nunca.
Son los cerdos quienes aprenden a leer, entre otras ventajas y poco a poco transforman el sueño de un mejor mundo para todos en su dictadura basada en la más terrible violencia y la traición a los principios que El Viejo Mayor y Snowbal proclamaron y defendieron en su momento.
He aquí la comparación clara con la dictadura llena de sangre rusa de José Stalin.
Eric Arthur Blair fue el nombre real del autor de “Rebelión en la granja”. George Orwell fue su pseudómino.
Esta fue su más importante obra; es universal por los valores, el lenguaje y la trama que plantea con el eje esquemático de la confrontación histórica, esto es la corrupción que entraña el poder.
Todo hecho humano –el arte no es excepción- se fundamenta y se influye por un contexto determinado que puede tener múltiples orígenes.
Pienso, en este caso, en el histórico.
Lenin murió en 1924.
Tras su fallecimiento Trotski y Stalin se disputarán durante cinco años el poder soviético.
León Trokski –el cerdo Snowbal en la novela- fue expulsado de la URSS en 1929.
José Stalin inicia su dictadura a partir de ese momento y la culminará en 1953, con su muerte.
La Segunda Guerra Mundial ocurre entre 1939 y 1945.
“Rebelión en la granja” se escribió en 1943 y en los primeros meses de 1944 Orwell tuvo diferendos con un editor catalán con quien tenía contrato para la edición de sus obras –a excepción de ésta, la más importante al paso del tiempo- y mientras el autor se niega a mostrar siquiera sus textos al impresor español bajo el argumento de que no se los publicaría, aquel reclama su derecho a conocer la obra aunque finalmente admite que –en efecto- no estaría dispuesto a publicarla por la circunstancia de la guerra mundial aún sin concluir y porque los rusos –descritos como cerdos por el autor inglés- eran aliados de los ingleses.
Tras encontrar el rechazo de cuatro editores “Rebelión en la granja” encontró dos editores dispuestos a publicarla en 1944.
Uno de ellos, de ideología anarquista, tuvo toda la actitud para hacerlo aun sin conocer su contenido pero carecía de papel –recordemos el contexto de la guerra- que escaseaba para todos.
Otro más, Warburg, estuvo dispuesto a publicarla desde 1944 pero se topó con el mismo problema: la falta de papel.
Finalmente la novela fue publicada por el editor Warburg en 1945 antes de que finalizara la guerra mundial lo cual ocurrió en septiembre de aquel año.
Stalin apoyó la resistencia inglesa contra Alemania hasta el final.
Sí, hubo oposición a que la novela de George Orwell no se publicara antes de que concluyera la segunda guerra mundial pero también hubo apoyo para que ese no fuera motivo de censura ni se condicionó finalmente que el contenido de la novela corta y fabulesca sufriera cambios, aunque T.S. Elliot y otros intelectuales lo sugirieron y han pasado a la historia - respecto a este tema- como “estúpidos” al margen de su grandeza poética o pensante.
Llegado este punto, aludidos el contenido de la obra y su contexto histórico, la conclusión de este ensayo nos remite a un cuestionamiento filosófico y ético:
¿Qué es la libertad de expresión?
¿Tiene límites? ¿Cuáles son, en el caso de tenerlos?
Veamos: el hombre goza de libre albedrío de acuerdo a la fe cristiana –nos remitimos sólo a una a guisa de ejemplo porque citar más referencias religiosas o filosóficas o psicológicas, etcétera, implicaría una búsqueda más amplia y no es el punto central del ensayo-.
¿Ese libre albedrío no tiene límite?
Es decir: ¿podemos hacer lo que queramos sin importar si nos afectamos a nosotros mismos o a los demás?
Cuando Jesús está en la cruz hay dos ladrones crucificados a sus costados.
Uno decide pedirle perdón en la búsqueda de la vida eterna tras su muerte...
El otro se burla de Jesús de modo tal que para la fe cristiana dicho hombre renuncia a la vida eterna.
He ahí un ejemplo de libre albedrío: cada cual eligió su acción y su consecuencia…
En lo particular creo que el libre albedrío y la libertad de expresión tienen un límite –entre otros aspectos- en la ética.
¿Ahora bien, qué es la ética?
“La falta de virtud no supone una perversión de la naturaleza humana; por su propia naturaleza el hombre busca el bien para sí, pero si desconoce el bien puede tomar como bueno, erróneamente, cualquier cosa y, en consecuencia, actuar incorrectamente; la falta de virtud es equivalente, pues, a la ignorancia. Sólo quien conoce la Idea de Bien puede actuar correctamente, tanto en lo público como en lo privado, nos dice Platón en la República, al terminar la exposición y análisis del mito de la caverna. Cuando alguien elige una actuación que es manifiestamente mala lo hace, según Platón, creyendo que el tipo de conducta elegida es buena, ya que nadie opta por el mal a sabiendas y adrede. En este sentido la virtud cardinal sería la prudencia, la capacidad de reconocer lo que es verdaderamente bueno para el hombre y los medios de que dispone para alcanzarlo. La dependencia con respecto al intelectualismo socrático es clara en la reflexión ética de Platón.” (La filosofía de Platón, página 1) ******
Otra reflexión:
«" No hagas a los otros lo que no quieras que te hagan a ti" es uno de los principios más fundamentales de la ética. Pero es igualmente justificado afirmar: todo lo que hagas a otros te lo haces también a ti mismo»(Erich Fromm, Ética y psicoanálisis). (Savater, Fernando; Etica para amador, pag. 55)******
Finalizo con una cita del propio George Orwell en su Prólogo-Ensayo “Libertad de Prensa”:
“…nada es menos deseable que un departamento ministerial tenga facultades para censurar libros (excepción hecha de aquellos que afecten a la seguridad nacional, cosa que, en tiempo de guerra, no puede merecer objeción alguna) que no estén patrocinados oficialmente. Pero el mayor peligro para la libertad de expresión y de pensamiento no proviene de la intromisión directa del Ministerio de Información o de cualquier organismo oficial. Si los editores y los directores de los periódicos se esfuerzan en eludir ciertos temas no es por miedo a una denuncia: es porque le temen a la opinión pública. En este país, la cobardía intelectual es el peor enemigo al que han de hacer frente periodistas y escritores en general. Es éste un hecho grave que, en mi opinión, no ha sido discutido con la amplitud que merece.” (Orwell, George; Libertad de Prensa, pag. 14)*******
CONCLUSIONES
Rebelión en la granja se enfrentó al cuestionamiento de un editor que además de censurarla la calificó de un cuento largo pues no tenía –en su opinión- la extensión de una novela.
George Orwell murió en 1950 a los pocos años de su publicación; sin embargo su obra máxima ya había sido traducida a 16 idiomas para entonces.
José Stalin –el cerdo Napoleón- murió en 1953 cuando la visión literaria más importante sobre su papel en la historia ya era un hecho universal cruel y justamente inevitable.
Una contradicción: Stalin pasó a la historia humana retratado como un cerdo por un escritor de un país al que sus decisiones ayudaron a salvarse durante la segunda guerra mundial.
La novela que dio pie a este ensayo es una obra maestra por su simplicidad y al mismo tiempo el retrato de circunstancias humanas históricamente universales.
Orwell –nacido en la India británica- me recuerda el caso de los hermanos Flores Magón en México, a quienes a diferencia del autor inglés la historia no les ha dado el reconocimiento que merecen por su contribución a la revolución mexicana y a su defensa de la libertad de expresión a costa de su propia vida.
Ese tema, el de los límites éticos, ha sido, es y será un asunto de debate filosófico y George Orwell se contradice en sus posicionamientos originales sobre el rechazo de 4 editores a publicar su obra antes de la culminación de la segunda guerra mundial y el reconocimiento final de que tal postura finalmente –opina en su ensayo libertad de prensa- sería válido.
A diferencia de los Flores Magón, el autor inglés reconocería que lo prioritario no era George, tampoco era “Rebelión en la granja”, sino los millones de integrantes de la sociedad en la que le tocó nacer y la circunstancia que les tocó vivir...
Los Flores Magón lucharon contra un dictador y asesino en tierra propia, Orwell hizo universal la fábula burlesca de un dictador y asesino de tierra ajena…
La obra retrata magistralmente la corrupción a que lleva el poder y nos demuestra que no hay manera de bañarse dos veces en el mismo río –Heráclito de Éfeso- porque la naturaleza es un fluir permanente y el ser humano es un animal dialéctico.
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