Claroscuros/José Luis Ortega Vidal
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Una versión, no oficial, indica que el presidente Andrés Manuel López Obrador visitará por tercera ocasión el estado de Veracruz.
Arribaría a la que considera su segunda cuna –se autodefine como “chocojarocho”- el 21 de abril, al conmemorarse los 500 años del arribo del conquistador Hernán Cortés a la isla de sacrificios para desembarcar al día siguiente, 22 de abril de 1519, a la playa de Chalchihuecan.
En tal fecha se fundó el primer Cabildo de la América continental.
La ley del imperio español de la época–inicios del siglo XVI- otorgaba a los exploradores la representación monárquica de los nuevos territorios que obtuvieran a favor de su reino.
En febrero de 1519 Hernán Cortés inició la expedición –bajo mandato del gobernador de Cuba, Diego de Velázquez- sobre las costas del hoy llamado golfo de México.
Empero, tras arribar a las playas de Chalchihuecan se fundó la Villa Rica de la Vera Cruz -por haber arribado a tierra firme un viernes de semana santa-, Cortés dejó de lado la dependencia del gobernador Velázquez y encabezó a nombre del reino español la llamada guerra de conquista.
Los aztecas representaban el pueblo dominante sobre múltiples etnias y luego de dos años de guerra los españoles lograron su propósito.
Así –en 1521- sucumbió la gran Tenochtitlan, asentamiento principal del Imperio Azteca; así nació la Nueva España y posteriormente México…
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Uno de los múltiples personajes clave para el éxito de la guerra encabezada por Cortés, fue “El cacique gordo” de Cempoala o Zempoala, un pueblo Totonaco ubicado en las cercanías de lo que hoy conocemos como Cardel y perteneciente al municipio actual de Ursulo Galván.
El cacique (o rey para efectos del lenguaje pragmático que nos ubicaría en el contexto semántico contemporáneo) pactó el apoyo a los españoles a fin de recibir ayuda en su confrontación con los aztecas.
El pueblo nahua dominó a sociedades como la popoluca -del contemporáneo sur veracruzano- la cual se atribuye –concretamente en Oluta- haber sido cuna de doña Marina, Malinalli, Malitzin mejor conocida como “La malinche”.
Se debate entre historiadores el origen natal de “La malinche”,
Un detalle: el pueblo oluteco -de habla mixe-popoluca- ha colocado una estatua de “La malinche” en la entrada de su Villa y cabecera municipal.
La identidad individual tanto como la colectiva se construyen.
Así, en términos de identidad colectiva el pueblo oluteco –Jáltipan, pueblo vecino, aplica el mismo reclamo de ser cuna de doña Marina- auto-asume el papel histórico de haber dado lugar al nacimiento biológico de “La malinche” y socializa dicha posición.
Ello conduce a dicho pueblo a la construcción de un elemento de identidad cultural en el más amplio y profundo sentido del concepto.
No necesitan los olutecos –y los jaltipanecos tampoco- permiso para sentirse parte de la historia sobre la conquista de Hernán Cortés, así como convertir a doña Marina y las consecuencias seculares respectivas en elementos de su identidad social…
Ahora bien, entre los diversos datos histórico, un antropólogo amigo comparte la siguiente observación: Oluta es un pueblo de habla popoluca mientras que Jáltipan fue, en sus orígenes, una sociedad hablante de nahua…
¿Cuál fue la lengua original de Malinalli?
Hay, prosigue el observador, elementos para pensar que fue el popoluca…
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Por lo que hace a la referencia sobre “El cacique gordo” de Cempoala o Zempoala, ésta constituye un hilo conductor para referir a la Cumbre Tajín que desde el año 2000 se realiza en el sitio arqueológico del mismo nombre, ubicado en el actual municipio de Papantla, al centro-norte de Veracruz.
Se trata de una actividad de impulso turístico de talla internacional que anualmente reúne a miles de visitantes del país y del extranjero a propósito del inicio de la primavera y el arribo del equinoccio propio de este momento…
La Cumbre Tajín da vida a multiplicidad de eventos artísticos, de promoción cultural, comerciales, de animación de la cultura Totonaca cuya presencia histórica y precolombina abarca los actuales estados de Veracruz y Puebla, mientras que sus ramas lingüísticas se extienden a Hidalgo y San Luis Potosí.
Cempoala o Zempoala y Tajín tienen en común el conformarse por ruinas arqueológicas de profundo valor artístico e histórico.
La distancia entre uno y otro sitio oscila alrededor de los 200 kilómetros que se pueden recorrer aproximadamente en unas tres horas.
La Cumbre Tajín, para efectos prácticos, representa sí un fortalecimiento de la identidad Totonaca del pueblo veracruzano y parte de la multiplicidad cultural de México.
Pero, si somos francos, no es ese su único punto medular.
Este evento atrae a miles de visitantes por única vez en todo el año a una región con severos problemas económicos.
Antes y después de la jornada que dura cinco días, el número de turistas luce lejano a la cantidad que congrega la Cumbre.
Desde esa perspectiva, el evento ha llegado a generar una trascendente derrama económica en lugares como Poza Rica -la ciudad cercana al Tajín con mayor infraestructura para los visitantes- así como Papantla, municipio de origen totonaco, poblado por totonacos, famoso internacionalmente por la ceremonia de “Los voladores” que representan un elemento importante en la cultura Totonaca y al que pertenece el territorio del sitio arqueológico del Tajín.
Coatzintla, otro pueblo totonaco, conurbado con Poza Rica, también recibe un beneficio así sea menor e indirecto.
Este año, no obstante, la Cumbre ha contado con un número menor de visitantes durante sus primeros tres días y aunque los turistas aumentaron el penúltimo día, se extrañan momentos en que la derrama económica ha sido muy elevada.
El Estado de Veracruz posee una amplia riqueza histórica, cultural, que forma parte y enriquece la identidad nacional.
La exitosa Cumbre Tajín impulsada originalmente durante el gobierno de Miguel Alemán Velasco y desdeñada durante el bienio de Miguel Angel Yunes Linares, representa un reto para el gobierno de Cuitláhuac García Jiménez.
La primera de seis Cumbres que le tocarán ha representado un notable esfuerzo y su éxito incuestionable consiste en el fortalecimiento de esta actividad como impulsora de la identidad totonaca más que desde la perspectiva de un calendario generador de derrama financiera.
Ambos aspectos son muy importantes.
Si falla uno se afecta el otro.
Si ambos son exitosos se cierra un ciclo positivo para varios municipios y mucha gente, incluida los artistas populares, los profesionales y aquellos que forman parte de la identidad rica por su multiplicidad de significados como los danzantes populares de pueblos totonacos geográficamente lejanos al Tajín, ubicados en Puebla o en el centro costeño y montañoso de Veracruz.
Bien por la Cumbre Tajín 2019.
Destaca que se haya retomado con brío la actividad en su vigésimo aniversario.
Sigue revisar el camino andado; analizar metas; establecer con tiempo nuevos planes y estrategias.
Me ha producido gran ánimo ver a totonacos entusiasmados en la Cumbre Tajín que ya es su Cumbre.
Este tema obliga a reflexión, investigación y análisis aparte.
Por el momento…todos los caminos conducen a Papantla.