Claroscuros/José Luis Ortega Vidal
2018: a 48 horas de la cita con la historia…el voto pensante
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Alguna vez, en el curso de una maestría en ciencias de la educación impulsada por la Universidad Istmo Americana con respaldo programático y la práctica académica de la Universidad de la Habana, una doctora en psicología proveniente de Cuba explicó a los alumnos:
A una maestría no se viene a reforzar lo aprendido en una licenciatura, sino a la búsqueda de nuevos conocimientos, a su investigación cuantitativa y cualitativa. Estos conocimientos se conforman del aprendizaje desde marcos teóricos -entre otras fuentes- pero deben orientarse a la construcción de un pensamiento propio, al mejoramiento del nivel cognitivo del individuo. Si desarrollas un mejoramiento cognitivo propio en el área que decidiste abordar lograste una meta esencial…
La cita no es textual, son recuerdos, interpretaciones de aquella clase en la que, como ocurrió con todas las materias impartidas por el equipo cubano especializado en educación, la experiencia resultó brillante.
He planteado desde años atrás la idea del voto pensante. Busco la construcción de su definición y lo visualizo como un ejercicio electoral donde el ciudadano cuenta –primero- con la condición básica de una democracia así sea en pañales como la mexicana: la libertad para ejercerlo…
Cuando opino que la democracia mexicana está en pañales me refiero a la falta de madurez tanto en su estructura institucional –la corrupción la daña igual que al país entero- como en la político/jurídica –urge la existencia de una segunda vuelta en los comicios, que sea propuesta desde el Ejecutivo, avalada por el Legislativo y detallada por el Poder Judicial…
A nuestra democracia le falta a su vez la participación ciudadana.
Nos hemos estrenado con las candidaturas independientes pero éstas no funcionan porque su contexto legal defiende a la partidocracia rebasada por la historia amén de ofertar escasas figuras respetables y auténticamente independientes…
Pasar desde la maraña de un partido al aprovechamiento de la figura de la candidatura independiente conlleva un sesgo que estamos lejos de superar…
Hay más: nuestra democracia está en pañales cuando prevalece el abstencionismo…
Cuando el desinterés ciudadano abarca múltiples aspectos de nuestra vida pública que deben valorarse en un poder compartido entre las instituciones y la sociedad y no sólo acudir a las urnas cada tres o seis años para relevar cargos públicos…
Figuras como el plebiscito, el referéndum sobre temas económicos, étnicos, culturales, del medio ambiente, la reelección pero también sacar del poder a una figura nefasta en cualquier nivel y sector, no existen en nuestra práctica electoral…
El récord gravísimo de más de 120 figuras políticas asesinadas en la campaña electoral que concluyó el pasado miércoles 27 de junio, constituye un círculo vicioso que se abre y se cierra desde la falta de una auténtica democracia…
Es un tema de falta de seguridad, de acuerdo, pero la inseguridad surge desde la impunidad, la complicidad, la podredumbre de las instituciones públicas, la pobreza endémica…
Y todos estos temas nacen desde la falta de una democracia madura y sólida.
Sin orden no puede generarse más que desorden: en lo particular y en lo colectivo.
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La idea del voto pensante, entonces, surge desde la perspectiva ideal de un ciudadano que se alimenta de una democracia madura y que a su vez contribuye a la existencia de la misma democracia avanzada.
El voto pensante requiere participación, exige consciencia política, demanda visión a largo plazo.
El domingo 1º de julio habrá una parte del electorado que reflejará su condición de voto pensante y diverso, sin duda.
Y es que, pese a todo, México ha logrado un avance democrático, así sea corto.
Sin embargo la gran mayoría de votos surgirán del dominio de la partidocracia y la cultura política que nos ha sido impuesta y a la que nos hemos prestado como sociedad proclive a la inmadurez frente al poder.
Los votos que nacerán desde la mapachería, los que serán alimentados por el enojo social –entendible, desde luego, pero obligado a combinarse con una reflexión mínima antes de convertirse en sufragio- los votos no natos es decir los desperdiciados por el abstencionismo, estarán ahí, mezclados unos con otros.
¿Quién ganará la elección?
Son más de 3 mil puestos en juego, así que esa pregunta representa muchas preguntas.
Respecto a la Presidencia de la República, en lo particular creo que el triunfo está definido pero al contar con una democracia en pañales la duda es si al ganador le será entregado el poder porque la sociedad civil aún no tiene el peso que garantice ese respeto a su voluntad.
La dueña del verdadero poder, la oligarquía que nos domina, entregará el poder sólo si es acorralada por un voto masivo.
De otro modo no lo hará y se podrá escudar en las instituciones bajo su dominio, la fuerza pública, la delincuencia organizada, un mar de dinero corrupto que luego se recupera, entre otros elementos.
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El voto pensante nos remite a una segunda idea: la hipótesis del antes y el después de los comicios como elemento de análisis profundo, desde el periodismo pero también desde las ciencias sociales para entender el reacomodo sociológico que se generará este domingo y la nueva composición del poder político que le acompañará paralelamente.
Como piso y como techo de ese reacomodo y esa composición están la infraestructura y la estructura micro y macro económica.
Ese rubro dependerá del grupo que se quede con el poder y las condiciones en que lo reciba.
Es decir, quién sea el nuevo Presidente y cómo se conforme el Congreso de la Unión.
Sabremos desde la noche del domingo si habrá propuesta de continuidad programática o cambio de modelo estructural en los rostros político y económico del país.
Asimismo, si el Presidente tendrá respaldo o no desde el Congreso, lo cual dependerá de la existencia o falta de mayoría partidista y también de su perfil como negociador político o inexperto en la materia.
Estamos a 48 horas de la cita con la historia.
Reflexionar y construir un voto pensante resulta fundamental para avanzar en nuestra democracia y en la construcción de un mejor país.
Hacerlo desde la pluralidad enriquece nuestra vida política, nuestra democracia.