China, comiendo el mandado…/Luisa María Calderón
China, comiendo el mandado…
Este domingo, la FAO, agencia de las Naciones Unidas, eligió a su noveno director general. Sucederá a Graziano DaSilva, brasileño que dirigió la agencia internacional por dos periodos. La estafeta del responsable por 7 de los 17 objetivos del desarrollo sostenible recayó en el doctor Qu Dongyu, viceministro de agricultura de la República China.
La elección se decidió en la primera vuelta y el candidato presentado por China obtuvo el 58% de la votación, así que, con ese gran respaldo deberá aprovechar su capital político para avanzar con mayor velocidad en la consecución de por lo menos los 7 de los 17 objetivos que para el año 2030 deben cumplir la mayor parte de los países del mundo.
El doctor QuDongyu no contó con el apoyo de Estados Unidos, como era de esperarse, ni de Europa, y ahora tendrá que trabajar para lograr que como él dijo en su primera intervención al frente de FAO, “todos trabajen duro”. Sin duda que el nuevo director general de FAO debe ser competente y estar comprometido con la causa del hambre cero y la disminución de la malnutrición, y sabrá que es con impulso a proyectos productivos estratégicamente planeados como se logrará disminuir el hambre de los propios productores de alimentos, pero preocupa un poco la práctica comercial de China con América Latina: A partir del año 2000 en que China empieza a consumir alimentos en grandes cantidades y entra al comercio bilateral de productos frescos, estos entran en una espiral de precios que sacudieron al mundo con la crisis de 2007-2010.
Tuvo que ver con la entrada de los alimentos al mercado de futuros- además de lo inmobiliario. La elección dominical invita a pensar en la rotación del polo político y económico del mundo. La sede de las Naciones Unidas está en Nueva York y pareciera que los derechos humanos fueran una de las banderas que EU encabeza, pero el presidente Trump no reconoce la gravedad del cambio climático y tampoco reconoce que la palabra en política es lo único que vale.
Mientras vocifera contra los inmigrantes a su país y asusta a su homólogo debajo de su frontera, China le come el mandado: paso a paso va haciéndose de organismos internacionales a partir de su disposición de apertura a finales de los años 70 cuando esa nación decide integrarse a organismos internacionales como BM, FMI, la propia ONU y en 2011 se incorpora al OMC.
En Panamá, por ejemplo, está la sede del Parlatino. China fue un generoso cooperante económico para la construcción de esa sede; tanto que, a cada apertura de sesiones de ese organismo internacional parlamentario, además de izar su bandera, y la de Panamá, izan la bandera de la república democrática de China.
Trump recientemente entabló contra China una guerra arancelaria, por causas principalmente electorales y aquel país en lugar de aceptar su juego, le dio con la puerta en las narices, y, mientras eso pasa, se hizo del organismos de ONU encargado de la agricultura, la alimentación, los bosques, los océanos, la pesca y la ganadería en el mundo.
No es poca cosa, porque desde ahí, desde la FAO se trata de salvar el planeta a través de la regulación de todas estas formas económicas de cultivos, pesca, uso de aguas, comercialización, empleo de fertilizantes limpios, no abuso de tierras, etcétera. Esperen programas, lo brusco y primario de la batalla a corto plazo de Trump, contrasta con la estratégicamente planeada, a largo plazo, diplomática asunción de China a las ligas internacionales donde se trabaja subterráneamente, y no tan subterráneamente, la estructura y la economía de más de 190 países del mundo.