Catilinaria
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El Congreso de Michoacán es una muestra de la crisis del sistema político en la en la que los diputados no respetan la Constitución ni las leyes, sino que las burlan y son comparsas del Ejecutivo cuando, Constitucionalmente, deben ser su contrapeso.
Un acuerdo de la Junta de Coordinación Política para mantener el control del Poder Legislativo por parte de Morena y sus aliados fue el que propició un vació de poder que se hizo evidente en el último mes y medio, pero que lleva, al menos, todo lo que va del año.
El acuerdo fue que ningún diputado solicitaría licencia para irse a hacer proselitismo y se diseñó un calendario de sesiones del pleno para cumplir con los mínimos que establece la ley, dos sesiones al mes y sí, formalmente han cumplido, pero con sesiones solemnes, de lucimiento y algunas con asuntos de trámite que atendieron a destiempo y que afectan también al Poder Judicial, principalmente.
La intención de fondo fue impedir que el Partido Revolucionario Institucional (PRI) tomara el control de la Junta de Coordinación Política, así fuera por 45 días, al contar con nueve diputados ya que las suplentes de las experredistas ahora morenistas, Fanny Arreola y Mónica Valdez, son de filiación priista por la alianza que hicieron en el pasado proceso electoral.
El acuerdo se rompió y comenzaron las solicitudes licencias, primero los obligados por la ley, Ernesto Núñez y David Cortés quienes quieren ser diputados federales y luego por Liz Hernández, Fernanda Álvarez, Fanny Arreola y Mónica Valdez que quieren ser presidentas municipales y cuando a las aspirantes a ediles les aclararon que no tenía que hacerlo retiraron sus solicitudes.
De ahí siguieron varios diputados que quieren reelegirse hasta que se perdió la cuenta porque esas solicitudes se quedaron en algún cajón de la Secretaría de Asuntos Parlamentarios, de la Mesa Directiva o de la Comisión de Régimen Interno, de donde las fueron sacando de acuerdo a sus intereses, generando un vació de poder que ya no se pudo ocultar durante 41 días, del 11 de abril al 30 de mayo.
Llegaron al exceso de autorizar licencias el 31 de mayo, claro a partir de la fecha en que la solicitaron, como la de Marco Polo Aguirre, Samanta Flores y Belinda Iturbide y se formalizaron las reincorporaciones, también retroactivas, de varios diputados más, cuando ya habían concluido las campañas y que realmente regresarán una vez que se les pase la resaca del triunfo o de la derrota en las urnas.
En total, 25 de los 40 diputados, los 24 de mayoría, más uno de representación proporcional que logró colarse nuevamente en la lista de representación proporcional de Morena desaparecieron del Congreso, pero más allá de una nota en la que consignó la intención de diputados suplentes de solicitar al Senado de la República la desaparición del Legislativo Michoacano, porque se los diputados se negaron a sesionar para tomarles la protesta de ley y no pasa nada.
La única que se los reclamó fue una de sus pares, la diputada Margarita López, quien en un videomensaje que difundió en sus redes sociales, el pasado jueves, lo menos que les dijo fue que son unos sinvergüenzas y no pasa nada.
Y no pasa nada porque el sistema político está diseñado para la impunidad, ya que la Constitución habla de la desaparición de poderes, en plural, no de un solo poder, tampoco procede un juicio político porque no se puede ser juez y parte y los que llevan a cabo los procedimientos de juicios políticos son los diputados, ellos si pueden juzgar a cualquiera, ellos pueden exigir rendición de cuentas, pero no las rinden, ellos sí pueden hacer campaña sin solicitar licencia como cualquier otro funcionario.
¿Necesitamos a los diputados?
Formalmente sí, aunque su función de contrapeso del Ejecutivo haya sido efímera, allá en 1997, cuando el entonces partido hegemónico perdió la mayoría calificada en el Congreso de la Unión y los legisladores dejaron de estar al servicio del presidente de la República y hubo equilibrio entre los poderes del Estado.
Luego los diputados se corrompieron y el equilibrio se perdió, ese equilibrio que institucionalmente el domingo se volvió a romper porque Morena es el nuevo partido hegemónico y tiene la mayoría calificada en el Congreso de la Unión, para legitimar lo que la presidente diga.
Con base en el Programa de Resultados Electorales Preliminares (PREP), con un 90 por ciento de los votos, en Michoacán tampoco habrá traba alguna para el Gobernador porque Morena y sus aliados se llevaron todo, a excepción del distrito de Los Reyes, pero todavía falta que las instancia jurisdiccionales validen el triunfo de José Antonio Valencia quien será el único diputado de oposición de mayoría en el Congreso del Estado.
Hay una frase entre los reporteros que cubren el Congreso del Estado que cada tres años se repiten: no puede haber una peor legislatura que la que acaba, pero, sí, siempre sorprenden negativamente los diputados y el próximo 15 de septiembre estrenamos la 76.
La única ventaja es que probablemente se abarate el costo del Poder Legislativo porque la oposición de la derecha, centro e izquierda ya no existe institucionalmente, porque ya no tendrá un costo adicional al erario la aprobación de iniciativas de ley ni de los presupuestos.
Lo peligroso es que ahora sí se podrán legitimar las iniciativas que no habían pasado porque Morena y sus aliados no tenían las mayorías calificadas en el Congreso de la Unión ni en los estados, la reforma judicial, la electoral, la desaparición de los organismos autónomos, por mencionar algunas, porque eso fue lo que la mayoría de los mexicanos eligieron el domingo al darle todo el poder a Morena y sus aliados.