Carta a Morelia/Zaid Mora
Querida Morelia: el día de hoy te cuento que pretendía quedarme en casa viendo caris, pero recordé que tengo 33 años y responsabilidades en mi oficina, lo que truncó mi deseo. Regresando el tiempo, 27 años para ser exactos, recuerdo mi infancia en la calle Lago de Cuitzeo en la afamada Ventura Puente, jugábamos beli o futbeis con los hijos de Don Chava, sí ese mismo; el de las carnitas, también se juntaban con nosotros los bochas que toda su vida se han dedicado al oficio de la herrería, teníamos una rivalidad el hijo de Martha la del pollo y yo para ver quien corría más rápido. A la tienda “El Pino” de mi Abue, llegaba César “la chinche” a jugar maquinitas nadie le podíamos ganar, diario aparecía el taxista que pasaba a comprar una chiquitolina, su cabello parecía una cola de zorrillo, le resultaba comprar charanda con aquella naturalidad como si fuera refresco, también nos visitaba el hermano de Chon que pasaba a hidratarse después del gimnasio.
La tienda de abarrotes familiar la abrían de lunes a sábado y los domingos nos reuníamos las tres familias para almorzar chilaquiles con mucho queso y cebolla, (yo me los comía como mi bisabuelo León con tortilla y hasta la fecha) menudo, carnitas de Don Chava, jugos de naranja con zanahoria y tres cocas enormes, un buffet que no nos perdíamos por nada, que generaba convivencia, sonaban los alegres de Terán mientras jugábamos al toro de petate después de ese comelitón, Liz y Andrea eran las maringuías, Erik traía el toro, Martín el caballo, Francisco prefería jugar al teatro, Marco Antonio casi siempre andaba enojado y mejor se quedaba comiendo, yo era el caporal y apache. No recuerdo una sola situación de violencia hacia nuestra familia o algún robo a nuestra tienda, no tengo registro de algún asesinato en el transcurso de mi niñez o de alguna extorsión o secuestro, jamás vivimos un robo con violencia o supimos de algo similar a nuestros vecinos o amigos, nuestros padres solamente nos decían; con cuidado y fíjense que no vengan carros, cuando lo más complicado era elegir el sabor del helado o no pisar raya en el pavimento camino a las tortillas … ¿esa confianza regresará algún día?
¿Por qué te escribo esto Morelia? Te lo escribo porque hoy es día del niño y quería que supieras que he sido el más feliz contigo, en tus calles mientras tuve la edad y las condiciones para disfrutarlas, también te lo escribo porque se acercan las elecciones para elegir Presidente Municipal, en él recae la mayor responsabilidad para que tú vuelvas a ser la de antes, en la que con ladrillo rayábamos el pavimento para jugar stop, o simplemente en la que podíamos caminar en familia de madrugada, en una de esas te compone otra canción mi tío José Misael.
Quisiera decir hoy: zafo, pinto, no se vale, equivocación, empezamos desde cero para detener la delincuencia, desearía con todas mis fuerzas tener cubetas y bomberos para toda la vida y así rescatarte y continuar el juego como antes, pero yo solo no puedo jugar, necesito más participantes que quieran verte como lucías hace 27 años. Me despido diciéndote que me encantas cuando te beso y me sabes tan rico como tu gastronomía, me conmueven los latidos de tu corazón cada que escucho las campanadas de catedral pero sobre todo, me enamoro cada día más de ti cuando me sonríes por medio de tu gente, te amo Morelia.
¿Y tú? ¿Qué carta le escribirías a Morelia?
Manos a la obra, no en las armas.