Cantinflas/Fernando López Alanís
Cantinflas, según la leyenda, se derivó del grito de un espectador ante un cómico de segunda que no atinaba a decir nada coherente: “¡¿En qué cantina inflas?!” Creyéndolo, o acusándolo de estar borracho. Pregunta muy natural en aquel ambiente de “las carpas”, que eran durante los años de 1920 a los de 1940, especies de circos en las colonias populares y en los pueblos provincianos, con cantantes, cómicos, levanta pesas, fenómenos de mujeres con barba o mujeres con cuerpos de serpiente, y “rumberas” con lindas piernas al aire. Entendiendo “inflar” por emborracharse (puesto que el alcohol infla a los borrachos), y aplicando las leyes de la contracción gramatical, tenemos que de “cantina inflas” (cant-inin-flas) resulta Cantinflas, el gran cómico mexicano Mario Moreno, que llegó a ser el actor mejor pagado del mundo, ganador de muchos premios nacionales e internacionales, con su nombre en una estrella del Paseo de la Fama de Hollywood.
En términos muy generales, la filmografía de Cantinflas se divide en tres períodos: el de los inicios en las carpas, los teatros y los cortometrajes cinematográficos con sólo la comicidad personal, y en algunos casos con Manuel Medel, otro cómico muy importante en ese tiempo. En la segunda etapa deja carpas, circos, se aparta un poco del teatro, “llena las plazas” toreando vaquillas bravas, y realizando películas con argumentos populares y situaciones cómicas que él lleva al éxito con su lenguaje corporal (cadera “caida” y un trozo de gabardina) y su palabrería “sin sentidhttps://www.facebook.com/lopezalanisfernando/posts/961427134042190o” pero que todos los públicos entienden, lo que le abren las puertas del mundo. A esta etapa pertenecen, por nombrar algunas representativas, películas como Ahí está el detalle, El gendarme desconocido, Los tres mosqueteros, Romeo y Julieta, Un día con el diablo, A volar joven, El bombero atómico, El 7 machos, con las cuales no hubo quien no se identificara y riera a carcajadas en México, en todo Latinoamérica, España y sur de Estados Unidos. A esta época pertenecen sus éxitos internacionales “La vuelta al mundo en 80 días” (USA, 1956), y, aunque posterior pero dentro de esa línea, “Don Quijote cabalga de nuevo” (España, 1973).
La tercera época, a mi entender, se caracteriza por mediante su comicidad realizar películas que llevan un fuerte mensaje social y una crítica a veces muy dura contra los sistemas políticos, educativos, de salud e incluso religiosos. Si antes llenaba las salas por sólo su comicidad, ahora lo encontramos además como un gran actor que a veces conmueve hasta las lágrimas. Su influencia es muy importante en auténticamente medio mundo. A esta etapa pertenecen, por ejemplo, películas como El profe, El ministro y yo, Un quijote sin mancha, El patrullero 777, El barrendero, el Padrecito, El señor doctor, Su excelencia.
Lo recordamos con admiración, agradecimiento y cariño en el 107 aniversario de su natalicio, cumplido en días pasados. Fue un hombre también cuya filantropía se volvió proverbial. Además de su desarrollo como persona y como actor, algunos atribuyen el cambio de la tercera etapa a su ingreso a la Masonería, cuyas doctrinas expuso de manera tan discreta pero efectiva en esas películas, y así, desde la genialidad del cómico, contribuyó a la formación de mejores seres humanos y de buenos ciudadanos, de modo que todavía lo admiramos. Por cierto, hasta donde tengo información, en la película “Ahí está el detalle” tuvo como coprotagonista a otro Masón de enorme importancia artística y social: el señor Joaquín Pardavé, de feliz memoria, y del cual, si mis cuatro lectores y medio me lo permiten, nos ocuparemos algún día. Saludos y Bendiciones, y gracias por atenderme.
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