Candidaturas disputadas/Federico Berrueto
La disputa por las candidaturas es propia de la política. Los partidos con mayor fortaleza padecen más intensamente las diferencias porque la candidatura es percibida simple aduana para lograr el cargo. Las divisiones por el proceso de selección en el Regeneración Nacional muestran que la encuesta no es el mecanismo idóneo para resolver la competencia entre aspirantes.
Las fracturas pueden comprometer el triunfo por las deserciones, además porque cuestionan a la candidata o candidato y por debilitar al partido o coalición que la o lo sustente. La democracia partidaria es la tarea pendiente, aunque ya se dan al INE facultades para participar en los procesos internos. Emplear encuestas es coartada para no democratizar, y su implementación obliga a reglas que den certeza a los contendientes sobre su buen empleo. Sin transparencia, sin consensuar método y técnica de levantamiento, y sin involucrar previamente a los contendientes comprometiéndoles a respetar el resultado, es inevitable la inconformidad, más cuando casi todo aspirante lleva bajo el brazo un estudio de opinión favorable. En el mismo sentido, el tema de paridad de género puede excluir a quien mejor se ubique, como sucedió con Morena en Oaxaca y Durango.
Los partidos con menos dificultades y mayor potencial para postular candidatos competitivos son aquellos que van en ascenso sin tener el mejor sitio en las intenciones de voto. El Movimiento Ciudadano es buen ejemplo y ha sido el partido con mayor potencial para ganar estados, como en algún momento lo fuera el PRD, que le llevara a obtener triunfos en muchos estados con candidatos insatisfechos por la imposición autoritaria en el PRI. Dante Delgado tiene la habilidad política para construir candidaturas exitosas.
El PAN presenta condiciones óptimas para ganar en Aguascalientes, donde la disputa por la candidatura ha sido más intensa y difícil. Lo mismo sucede con Regeneración Nacional en casi todos los estados. Las diferencias de inicio pueden significar un cambio en el escenario y el surgimiento de candidatos disruptivos, como pudiera ocurrir con Roberto Palazuelos en Quintana Roo, que podría ser postulado por el PAN/PRD, o Paty Flores en Durango, por MC.
En el caso de Morena el tema es la sucesión presidencial. El desgaste de la dirección nacional cobra relieve frente a 2024. Sin embargo, un resultado electoral exitoso resolvería las diferencias de origen, igual que un resultado adverso la debilitaría. Para el caso concreto se da por hecho que ganaría todos los estados menos Aguascalientes. No gobierna ninguno de los cinco estados restantes, pero una sola pérdida se apreciaría como una severa derrota. Paradoja de la prospectiva.
Las instancias de justicia partidaria no son garantía, y revelan la fuerte inercia hacia la partidocracia del sistema de representación. Los casos de impugnación ante el Tribunal Electoral son recurrentes, casi todos infructuosos a partir del criterio de la reforma de 2007, que determinó que los métodos de selección de candidatos son asunto de los partidos y no, como debe ser, un tema de democratización obligada.
Federico Berrueto @berrueto [email protected]