Bloque negro
Feminicidio al filo de un machete
Todas las muertes duelen y son importantes. Pero un feminicidio cometido al filo de un machete deja de manifiesto la saña y odio con el que el responsable cometió el crimen, y como el caso registrado este martes en San Andrés Tuxtla, Veracruz, se registran nueve más a diario, en total, diez mujeres asesinadas de acuerdo con la información del INEGI.
Con políticas públicas pobres o inexistentes, en la mayoría de los estados y municipios, las mujeres se enfrentan a un estado de vulnerabilidad en donde debería ser su lugar seguro, sus hogares.
Víctimas en más del 80 por ciento de los casos de conocidos, vecinos, familiares, parejas, ex parejas, novios o ex novios, todo por no saber gestionar un no o el final de una relación.
En un país donde se revictimiza a la muerta y se justifica al victimario, donde el machismo y la misoginia no discrimina género, estrato social, nivel académico, rango en dependencias gubernamentales, ideológicamente el delito y la sentencia es lo mismo: haber nacido mujer.
De cada cien feminicidios, solo tres presuntos culpables son presentados ante un juez, siendo la impunidad otro aliciente para que la ola de muerte no pare, se mata a las mujeres porque se puede, porque nada pasará y no habrá consecuencias en la mayoría de los casos.
La salud mental es toral para la atención de este y muchos otros delitos que se comenten en el país; específicamente en este, al hombre a identificar, reconocer y gestionar sanamente emociones como frustración y tristeza por rechazo; y a la mujer, a valorarse estableciendo límites sanos y detectar patrones de conducta inaceptables en la pareja; a los padres para romper los patrones ancestrales de violencia ejercida y recibida; a los hijos desde chicos para un sano desarrollo.
Robustecer los aparatos destinados a la protección de las víctimas de violencia, pero también atender las causas de fondo con educación y equidad de oportunidades para todos.
Indigna el solo pensar la manera en la que esta mujer fue asesinada, imaginar el horror que vivió sus últimos segundos de vida y más aún, el saber que para el Estado solo será una más de la estadística sin que estructuralmente algo cambie.
La autora es periodista, criminóloga y estratega de comunicación.