Balazos en el pie
Se está saboteando a sí misma. Lo de menos es que los hechos desmientan sus dichos, estamos acostumbrados desde el pasado gobierno, el problema son las consecuencias del desengaño en temas cruciales y momentos delicados. Mala manera de comenzar su gestión porque la credibilidad es difícil de forjar y fácil de perder.
Apenas el 15 de octubre, Claudia Sheinbaum se reunió con importantes grupos empresariales en una reunión de alto perfil, preparada con mucha antelación. La convocatoria al U.S. México CEO Dialogue 2024 tenía como propósito explícito defender el tratado comercial de América del Norte. Por eso la presidenta aprovechó ese foro para negar que su gobierno quisiera controlar jueces y fue enfática al afirmar que respetará la independencia judicial y fortalecerá el Estado de derecho. Tres días después, ella misma anunció que no iba a acatar la resolución del juzgado que le ordena eliminar la publicación de la reforma judicial en el DOF y que, en su lugar, denunciaría a la juez Nancy Juárez ante el Consejo de la Judicatura.
Es comprensible que no le haya gustado la resolución, pero la mandataria está legalmente obligada a cumplirla. Si, como asegura, es improcedente, debe determinarlo una instancia jurisdiccional y, por tanto, tendría que recurrirla; ignorar una orden judicial es delito. Además, el escarnio y la persecución contra la juzgadora confirman que la división de poderes le estorba. Sheinbaum borró el viernes lo que había establecido el martes, provocando mayores dudas respecto a la revisión del T-MEC en 2026.
Algo similar ocurrió con su posición sobre energía. Desde antes de tomar posesión, la actual titular del Ejecutivo habló reiteradamente de la necesidad de promover la transición energética y favorecer la inversión para generar electricidad sustentable. Cuando se firmó el nuevo tratado comercial con Estados Unidos y Canadá, en la Constitución estaba establecido que la CFE compraría la más barata que, por fortuna, también es la menos contaminante; pero eso no fue respetado por López Obrador porque él sostiene que debe darse prioridad a la que genere la propia comisión, aunque sea cara y sucia. Por ello nuestros socios comerciales acudieron a páneles de controversia. La expectativa de un cambio de política con la llegada de la “científica” se vino abajo recientemente, al aprobarse las modificaciones a la Carta Magna que limitan la inversión privada al 46% del sector y dan primacía a la empresa del Estado sin esperar siquiera las resoluciones del diferendo comercial.
La desaparición de organismos autónomos y la expropiación disfrazada de Cálica son otras piedras en el camino y no pocos congresistas norteamericanos han expresado molestia y preocupación por las acciones de su contraparte mexicana. Es verdad que el acuerdo conviene a todos, pero es irresponsable y temerario estirar tanto la liga, dando por sentado que la mesura, prudencia e interés prevalecerán del otro lado por más daños y provocaciones que reciban. Basta escuchar a los candidatos Kamala Harris y Donald Trump para darse cuenta que, de por sí, no será fácil ni sencillo pasar esa aduana como para, además, jalarle los bigotes al león.
Entiendo que el régimen vea la condena a Genaro García Luna como oportunidad para lanzar el aparato de propaganda contra Felipe Calderón, pero eso se les puede revertir pronto. El juicio del otrora “superpolicía” se basó en testimonios de testigos protegidos que también han implicado al general Salvador Cienfuegos y al ex presidente López Obrador. El poder político, económico y territorial del crimen es hoy más fuerte que nunca, está documentada su participación en las elecciones a favor del partido oficial y los cacareados “abrazos” levantan cejas y parecen confirmar la apuesta fallida por reeditar la Pax Narca del siglo pasado. Estados Unidos tiene en sus manos a líderes de las dos facciones en pugna en Sinaloa y la FGR acaba de confirmar el montaje del asesinato de Melesio Cuén por parte de la Fiscalía estatal, lo que deja muy mal parado al gobernador morenista.
Quiero pensar que la presidenta dejará de darse balazos en el pie cuando le importe más su gestión que continuar la de su antecesor. ¿Ocurrirá?