Aprendiendo a vivir VI/Santiago Heyser
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No comparto las propuestas de Freud, pero no puedo dejar de ver que nuestra sexualidad nos marca y define; sobre todo por la educación, las influencias y las manipulaciones que recibimos de niños.
No conozco en nuestro medio, a un padre a una madre o a una escuela que nos enseñe a disfrutar de nuestra sexualidad en las diferentes etapas; por cuestiones moralinas y de control derivadas de una formación restrictiva en lo social, familiar y religioso; la mayoría de los padres mexicanos y latinoamericanos, satanizamos la sexualidad y la estigmatizamos cuando es un don de la vida y de la evolución y para quienes son creyentes, es un don de Dios que decidió hacernos seres sexuales (por si no te había dado cuenta, estimado lector). Por eso no deja de llamar mi atención la actitud estúpida de mi Iglesia al respecto, que encajona a la sexualidad dentro del matrimonio (fuera de él es pecado), siendo que nuestra naturaleza “despierta” hormonalmente desde la adolescencia, cuando aún no estamos preparados emocional, intelectual y psicológicamente para formar pareja y procrear hijos.
Derivado de esa educación (manipulación restrictiva) que recibimos, la mayoría de las personas son presa de los dogmas familiares, culturales y religiosos y de pilón: ¡Les afecta el qué dirán! Tal parece que la mayoría vive su vida dormido; sobre ello, te recomiendo el libro: Autoliberación Interior de Anthony de Mello, quién, con tino y sencillez enfatiza la necesidad de “vivir despiertos” y asumir el control de nuestras vidas como un camino para alcanzar la plenitud personal y describe cómo, al “vivir dormidos”, haciendo lo que nos programaron para hacer, la vida se nos va viviendo como autómatas sin conciencia pero con frustración. Por eso vemos en las personas esa sensación de inconformidad y molestia permanente que expresa el estrés con el que viven al estar en conflicto con su naturaleza sexual, ya que sus vidas se vuelven rutinas programadas por otros, inclusive en el matrimonio, donde el disfrute de la pareja lo consideran algunos “profano” a partir del mensaje que etiqueta a la sexualidad como el camino para tener hijos y nada más... Así: nacen, estudian, trabajan (a veces), forman parte de una familia, viven su sexualidad a medias, se casan (a veces), tienen hijos,… y siendo infelices, envejecen y mueren.
Lo interesante de la propuesta de “despertar y aprender a vivir”, es que nada pasa; las personas temen a lo desconocido y se pasman; no debe ser así, uno debe asumir la responsabilidad de vivir y actuar de acuerdo con la propia naturaleza o hasta con curiosidad (que es parte de la naturaleza humana) intentar las cosas y buscar caminos para vivir mejor. Cuando se actúa por decisión propia tomada libremente, las acciones no traen ninguna consecuencia negativa, es decir ¡Nada pasa!, aun en el supuesto de equivocarnos, la experiencia es aprendizaje y el aprendizaje nos es natural a los humanos que, de la misma forma que al aprender a caminar aprendemos a tropezones, en el proceso de aprender a vivir aprendemos cometiendo eventualmente errores, porque el proceso de aprendizaje incluye prueba y error, intentar y aprender; sin embargo, por prejuicios, temores, dogmas morales, familiares y religiosos, la mayoría de las personas se quedan estáticas y así, se le va la vida; lo que es un verdadero drama.
De ahí concluyo que: aquellas personas que quieran “despertar” para encontrarse con su verdadero yo sabiendo que y quiénes son para poder vivir en concordancia con su personal naturaleza, tienen que empezar por desprogramar la basura que les fue inculcada desde niños(as) para manipular su naturaleza sexual, distorsionándola con el falaz argumento de que no debe vivirse a plenitud so pena del castigo eterno,… para convertir así, el don que es lazo para la ternura, el placer, la intimidad y la procreación humana ¡En algo sublime!, para que al vivirlo en libertad, con pasión y de forma natural, enriquezca nuestras vidas en lugar de frustrarlas… ¡Así de sencillo!
Un saludo, una reflexión.