¡Ah que carbón!/Enrique Cervantes Ponce
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¡Ah que carbón!
El gobierno que encabeza López Obrador ha demostrado y expresado, desde que empezó, un rechazo hacia la técnica y la especialización. Que extraer el petróleo no tiene ciencia. Que la economía no se le debe de dejar a los economistas. Que las personas que viajan al extranjero a estudiar, lo hacen sólo para aprender a robar. Que los médicos no están para salvar vidas, sino para extraerle dinero a las familias. Estas han sido algunas de las difamaciones y denostaciones con las que el presidente ha minimizado a algunas profesiones. Y es que bajo la creencia de que un servidor público debe poseer 99% de honestidad y 1% de capacidad, los estragos de esta ocurrencia e irresponsabilidad ya se hacen notar.
Carlos Urzúa, ex secretario de Hacienda y Crédito Público, lo expresaba de la siguiente forma en su carta de renuncia: “se han tomado decisiones de política pública sin el suficiente sustento”, sello característico de este gobierno. Porque al presidente no le importan los datos, sino sus creencias personales; no le importa la evidencia, sino lo que distraiga y ponga a la opinión pública contenta; no le importa el daño que pueda causar, sino el poder cumplir con su nuevo capricho presidencial. Ahí están los proyectos de infraestructura a los que este gobierno se ha llegado a aferrar: un Tren Maya al cual las comunidades originarias se han opuesto por el daño que se ocasionará y una refinería en Paraíso, Tabasco que podría afectar la calidad del agua, provocar emisiones contaminantes y causar un desplazamiento de la fauna del lugar. Ambos con un enorme impacto ambiental, sin especialistas que el visto bueno puedan dar y con mayores costos que beneficios al final.
Pero el problema no es, como alguna vez se lo dijeron a Andrés, su edad, sino las ideas viejas que maneja y que no le permiten avanzar. Evidenciando así que dirige al país a través de sus grandes prejuicios y su desbordante ignorancia. Prueba de ello la semana pasada, cuando el presidente declaró en una de sus conferencias por la mañana, que las energías limpias eran un sofisma, un invento neoliberal, una fuente de corrupción y no una forma de disminuir la contaminación. Apostándole al petróleo y al carbón, López Obrador contradice los acuerdos que ha suscrito su administración, los tratados internacionales y la regulación nacional que se ha hecho en favor del medio ambiente y su preservación.
Rescatar a PEMEX y a la CFE es un propósito de la mal llamada “Cuarta Transformación”, con el cual abandona la posibilidad de energía barata y limpia en territorio nacional. No sólo debido a que no se apega a su misión, sino derivado de que para el presidente los aerogeneradores de energía eólica afectan la visión. Se pelea con molinos de viento, cuando el enemigo lo tiene enfrente de él mismo, en el espejo. Porque no es un sofisma el cuidado del medio ambiente, pero sí argumentar que la destrucción que ha generado su gestión, es en búsqueda de un país mejor.