Osos electoreros
La captura del supuesto hijo del “Chapo” Guzmán y, previamente, de los generales Tomás Ángeles Dauahare y Roberto Dawe representan, en su guerra contra el narcotráfico, no sólo los últimos “osos” de la administración de Felipe Calderón sino también pifias con claros fines electorales. A éstos “osos”, habría que añadirle el realizado por el ex presidente Vicente Fox que ha terminado por descarrilar la candidatura de Josefina Vázquez Mota.Me explico, el diccionario dice que hacer un “oso” es exponerse a la burla o lástima de las gentes haciendo o diciendo tonterías; en mi barrio significa acciones o actitudes ridículas y vergonzosas realizadas por cualquier persona. Si ya de por sí preocupa que un Presidente, que se dice democrático y respetuoso del estado de derecho, viole la ley de manera recurrente, autoritaria y con fuertes despliegues mediáticos –que luego se le revierten-, más pena ajena ocasiona que se haya llevado entre las patas a la candidata de su partido, Acción Nacional (PAN), a la Presidencia de la República, Josefina Vázquez Mota, que apostó, sin mediación ni matices, a comprarse las políticas seguidas por Felipe Calderón en todos los terrenos, pero en especial en materia económica y de seguridad.Ella, Josefina Vázquez Mota, jubilosa y con su discurso arengador, gritón y contradictorio, como ha sido a lo largo de su campaña, a veces madre –¡cómo les gusta a las panistas ser mamá de los ciudadanos!-, a veces mujer con pantalones, a veces feminista ligth, a veces rijosa, con fundamentos o sin ellos, pero siempre incondicional del gobierno calderonista –sin duda, un gran error de sus estrategas de campaña-, terminó celebrando y diciendo en su gira por Baja California: “Les digo que yo sí estoy orgullosa de la Marina y las fuerzas armadas, no como el otro candidato (el del PRI) que trae extranjeros para cuidar de los mexicanos. No, yo sí creo en nuestro soldados, yo sí creo en nuestros marinos”. Vázquez Mota pidió, entonces, un aplauso para la Armada “por haber capturado a un hijo del Chapo” y aseguró que ella no descansará hasta “que el Chapo Guzmán vuelva a estar bajo las rejas y enfrente la ley como merece”. Olvidó, quizá, que el Chapo se escapó de la cárcel de Puente Grande, Jalisco, apenas iniciando el sexenio de Vicente Fox.Más tarde la Procuraduría General de la República (PGR) corregiría sobre la detención aclarando que no se trataba del hijo del Chapo y, peor para la declaración de jubilo de Josefina: la información para detener al supuesto hijo del Chapo la había generado el Departamento de Administración de Cumplimiento de Leyes sobre las Drogas (DEA, por sus siglas en inglés), o sea eran extranjeros, el gobierno de EU más específicamente, los que estaban, con su “servicio de inteligencia” atrás de la confusión, evidenciando no sólo el fracaso del gobierno calderonista en su guerra absurda contra el narcotráfico sino la subordinación de la estrategia de seguridad a los designios de las autoridades estadounidenses.No debemos olvidar los mexicanos de dónde viene el fallido camino de la guerra contra el crimen organizado. Viene de la profundización del alineamiento de la política de seguridad nacional a la estrategia antiterrorista de los Estados Unidos, a través de la Alianza para la Seguridad y Prosperidad de América del Norte (ASPAN), en tiempos de Fox –tiene en la Iniciativa Mérida una de sus expresiones más claras en la lucha contra el narcotráfico-, y la precaria legitimidad con que arribó Felipe Calderón a la Presidencia de la República.A los pocos días de tomar posesión lanzó su tristemente célebre “Operativo Conjunto Michoacán” en una estrategia por ganar autoridad y legitimar su gestión a través, fundamentalmente, del ejército en las calles en una guerra declarada por su gobierno contra el narcotráfico. Los resultados están a la vista: 60 mil muertos, una institución cuestionada y una campaña electoral frustrada por obligar a Josefina Vázquez Mota a defender una política pública que jamás ha querido reconocer que 30 años de medidas económicas neoliberales no sólo han provocado más pobreza, desigualdad y pérdida de bienestar sino, también han afectado gravemente, por su impacto en el tejido social y el crecimiento de la delincuencia, en el nivel de impunidad y su relación con la corrupción galopante.En fin, a este “oso” se suma la detención del ex secretario de la Defensa, General de División Diplomado del Estado Mayor retirado, Tomás Ángeles Dauahare y del General Brigadier Roberto Dawe –así como del General de División Ricardo Escorcia Vargas y del Teniente Coronel de Caballería retirado, Silvio Isidro de Luis Hernández Soto. Da la casualidad, como sucedió con el llamado “Michoacanazo” previo a los comicios federales del 2009, que dichas detenciones se dan en plena coyuntura electoral y con un frágil sustento legal –sólo basado en declaraciones de delincuentes ocultos tras la figura de “testigos protegidos” y en llamadas anónimas. Para estas horas, después de un arraigo de 40 días, los generales deberían estar libres porque la autoridad no ha logrado generar pruebas contundentes para probar su culpabilidad-, pero la PGR ha pedido prórroga para arraigarlos por 40 días más, es decir para después de que pasen las elecciones. De entrada, no se puede decir que los generales no hicieron nada pero tampoco que son culpables porque, de acuerdo a la ley, debe presumirse su inocencia hasta que se demuestre lo contrario y hoy la autoridad no ha probado nada.Este tipo de arbitrariedades son las que ponen en duda el carácter constitucional y ético del arraigo y los “testigos protegidos” –elementos aún lejanos a nuestra cultura de impartición de justicia y respeto a los derechos humanos. El supuesto hijo del Chapo, Félix Beltrán, y su acompañante, su medio hermano, también estarán en arraigo 40 días hasta que la autoridad pueda “armarles” una acusación. Y por cierto, la propia autoridad ha reconocido que el supuesto hijo del Chapo fue detenido porque hay una orden de aprehensión en EU, no en México –aquí, él, no está considerado un delincuente.La puntilla –a Josefina le gustan los términos taurinos- a la campaña de la candidata panista la ha dado el expresidente Vicente Fox, quien ha declarado que ahora hay que votar por el candidato y el partido “de los alacranes, las víboras prietas, alimañas y tepocatas” –así le llamaba al Partido Revolucionario Institucional (PRI) hace 6 años. Semejante “oso” de un líder destacado del PAN sólo muestra el pragmatismo con el que la derecha se mueve. Es por eso que 12 años de gobiernos panistas no acabaron y, más bien, reforzaron el dominio de las élites que tienen el control de este país desde hace 30 años -la alternancia sólo provocó, en algunos casos, cambios de chaqueta pero, en la mayoría de ellos, ni siquiera hubo necesidad: el corporativismo y la influencia de los poderes fácticos, en especial de los medios y las instituciones financieras internacionales, sólo tuvieron que modificar ligeramente sus prácticas para que todo siguiera igual –el voto emanado de competencias inequitativas, por ejemplo, ahora a diferencia de antes, tiene que contar, de alguna forma, en la legitimidad de los gobernantes.Estamos a días de elegir un nuevo Presidente. Sin duda la elección será un plebiscito para la política seguida por Felipe Calderón en materia de seguridad, pero también para evaluar al mandatario que ofreció empleos y que a Michoacán le iba a ir bien pero muy bien –esa economía que hasta presume en el extranjero: ¿no fue a decir a Washington, en una reunión con empresarios, haber acabado con la migración “gracias a las oportunidades de empleo que ahora hay en el país”?. Nada tiene que ver la inseguridad, el secuestro, robo y asesinato a migrantes, por autoridades y maleantes, ni las políticas de endurecimiento en EU para con los migrantes. Eso para Calderón no existe; no lo ve ni lo escucha, como diría Salinas. Esa declaración más que un “oso”, es cínica.Bueno, eso es lo que está en juego este 1º de julio: seguimos con una política donde los que tienen mucho no querrán cambiar, los que se piensan “clase media” tienen miedo de perder lo ganado (¿?) y los que no tienen nada podrán vender su voto por algo inmediato para que todo siga igual o apostamos a que las cosas cambian y otra posibilidad sea posible. Lo que está en juego es el México que queremos para los próximos años. Lo que uno, como ciudadano, debe valorar, es quién de los candidatos, por su trayectoria, nos garantizan un mejor gobierno, un gobierno con la gente, y de una vez vamos viendo con quién se juntan, quiénes están atrás de ellos, quiénes son su equipo y a qué intereses responden, sólo así sabremos si estarán en condiciones de cumplir sus promesas y si esas promesas cambian algo nuestra realidad o nos dan más de los mismo. Eso es razonar el voto.