Obeservador ciudadano de la violencia/Enrique Bautista
OBSERVADOR CIUDADANO LA VIOLENCIA ¿A QUIÉN BENEFICIA?
Durante los últimos día se ha incrementado el cierre de carreteras y los actosvandálicos y de sabotaje en diferentes partes del Estado de Michoacán.
Por un lado, habitantes de algunas comunidades de la Meseta Purépecha han intentado cerrar importantes intersecciones carreteras, en protesta por la detención de talamontes originarios de las mismas e incautación de vehículos cargados con madera aserrada, producto de la extracción de esa actividad clandestina.
En otro ámbito, estudiantes de la escuela Normal de Tiripetío, en uno de sus lances de protesta temeraria, bloquearon fugazmente la vía ferroviaria concesionada a la empresa estadounidense Kansas City Railways, que mueve importantes volúmenes de carga entre el Puerto de Lázaro Cárdenas y el Medio Oeste del vecino país del Norte. Los normalistastomaron esa medida como parte de sus acciones de presión para exigir que se cumpla con demandas de transferencia de fondos públicos a su centro de estudios y apertura de plazas para sus egresados, supuestamente comprometidos desde el gobierno.
En ambos casos, al ser desalojados por la fuerza pública, los manifestantes han reaccionado con virulencia, intentando más bloqueos carreteros,secuestro de vehículos de transporte de pasajeros yde productos de consumo, tanto del gobierno como de empresas privadas.
Una tercera categoría de actos de sabotaje y atentados, en este caso incendiarios, en contra de blancos ciudadanos como: vehículos de pasajeros, de mercancías, y algunos particulares, así como de tiendas de cadenas comerciales,ha sido el emprendido por grupos delincuencialesde forma simultáneaen distintos puntos carreteros y ciudades de la entidad: la Tierra Cliente del Valle de Apatzingán, la región de la Ciénaga michoacana, Uruapany sus alrededores, e incluso los accesos principales a Morelia.
Ha trascendidoque los mismos se han perpetrado como reacción a las acciones del gobierno para, por un lado, desmantelar alos llamados grupos de autodefensas, que surgieron originalmente como genuinas manifestaciones ciudadanas en defensa de sus intereses, pero que fueron penetrados por los delincuentes, y por el otro,a los intentos dedesarticulación de las autollamadas fuerzas rurales, institucionalizadas en su momento por el ex Comisionado para laSeguridad y el Desarrollo Integral del Estado,Alfredo Castillo, que también fueron infiltradas por los grupos delincuenciales, que ahora reaccionan de manera violenta en contra de focos, ya no del gobierno, sino de la sociedad civil.
Los hechos anteriores, constituyen sin duda, parte de un fenómeno de descomposición social que ha venido tomando fuerza durante décadas en el país;fenómeno asociado al modelo de desarrollo neoliberal, inequitativo por naturaleza, afirmo yo.
Ante este escenario cualquier esfuerzo de la autoridad local para poner un alto a este tipo de manifestaciones violentas y anárquicasparece complicado, ya que no se trata exclusivamente de neutralizar las manifestaciones, sino sobre todo, de atacar las causas que las han originado; sin duda: la inequidadsocial, la marginación, la falta de oportunidades de desarrollo y empleo, y la corrupción.
Pero desde luego que atender las causas no significa descuidar el deber de poner alto a las manifestaciones señaladas, ya que estas se traducen en riesgos y preocupación latente para la sociedad en su conjunto, en temor permanente de la población a ser víctimas de actos delincuenciales y de violencia, en la falta de condiciones de para atraer inversión local y foránea para generar nuevos proyectos productivos,y consecuentemente crear las fuentes de trabajo que la población demanda,entre otras.
Pareciera por tanto una aberración que mientras un partido de futbol profesional en la capital del país cuenta con el apoyo de 3,000 elementos de seguridad, el gobierno federal solo disponga de 2,000 efectivos para contribuir a mantener la seguridad en Michoacán.
En los hechos, este tipo de manifestaciones han afectado fuertemente las perspectivas de desarrollo y generación de empleo en laentidad en años recientes.
El turismo ha caído estrepitosamente; hace menos de una década Morelia era el destino sin playa más visitado del país. Importantes empresas en la rama automotriz y de construcción de maquinaría, que se hubieran podido establecerse en el corredor estratégico que viene del centro del país y cruza el territorio estatal para llegar al puerto de Lázaro Cárdenas, han preferido irse a Guanajuato o a Queretaro que asentarse en la entidad, por los riesgos que ello implica. Lo mismo ha sucedido en el ramo del proceso y transformación de productos agrícolas; varias empacadoras y procesadoras de aguacate, otros frutos, y hortalizas, con fuertes inversiones y miles de empleo creados se han asentado en los estados vecinos, pero no en Michoacán. Ha trascendido también que algunas cadenas comerciales han detenido cualquier nueva inversión en el Estado por los atentados violento de que han sido objeto.
Ante este escenario cabe preguntarse: ¿Quién gana con estas acciones y este clima de zozobra e inseguridad? ¿Los normalistas, lo taladores clandestinos del bosque, los jovenes reclutados por la delincuencia organizada, las familias de estos grupos? ¿Quién de los anteriores, ha visto incrementados sus ingresos, o ha conseguido mejores oportunidades, y calidad de vida? La respuesta seguramentees nadie. Todos esos actores han perdido, incluidos su seres queridos y sus amigos. Y no solo pierdenellos, y ahora, sino que perdemos todos, y están contribuyendo a cancelar oportunidades futuras para toda la población del Estado, por lo menos en el corto plazo, mientras ese estado de cosas permanezca.
Destruir es rápido y sencillo, construir es complicado y requiere de mucho tiempo.