¡No hay verdad!/Mateo Calvillo Paz
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En la convivencia social muchos conductores sociales mienten impunemente o con cinismo, ya no les da vergüenza. Se ha perdido el sentido de la verdad como valor absoluto. ¿Qué va a pasar con las relaciones humanas y con todo el edificio social que descansa sobre la palabra empeñada? Sin hombres de palabra. ¿En qué podemos confiar? En nuestros días se hacen grandes acuerdos, discursos, declaraciones que quedan en nada, son palabras huecas, sin validez. Son puro ruido y nada de nueces. Las relaciones sociales son como una plaza comercial lujosa, ahí las tiendas muestran preciosos regalos, con bellísimos arreglos, envolturas. Lo que importa son las joyas, genuinas o aunque sean de fantasía. A veces no hay nada dentro es sólo la envoltura. Las palabras que se pronuncian entre nosotros se han convertido en pura envoltura. Y se siguen pronunciando discursos y declaraciones y hay un consenso tácito de que no dicen nada. Los actores sociales y grandes retóricos saben que no dicen nada. La agente hace como si creyera. Es el caso de las grandes declaraciones sobre el tan gastado tema de la pobreza en México ¿Será porque de ahí se alimentan las empresas de comunicación? “Voy viviendo ya de tus mentiras” (Pirulí). Quienes gravitan en torno al poder son grandes sofistas y retóricos, hacen frases brillantes, impactantes que en realidad no dicen nada. Los temas son recurrentes, en general hablan del triunfo de su partido. Se ocultan muchas veces tras la descalificación: no proponen nada, sólo echan culpas, reales o imaginarias a los que visten otra camiseta. Sus discursos son incoherentes, contradicen a la realidad, así quienes pretenden ser una alternativa para el país después que tuvieron por décadas al país en estado de dictadura y gestaron los problemas y miserias que constituyen nuestra corrupción, rezago, mañas, falta de transparencia, de democracia. Así quienes se alían con el único afán de ganar el poder y el dinero que trae consigo. Nuestras calles y plazas están llenas de discursos como de envolturas vacías sin regalo de ninguna especie dentro. Finalmente, en el fondo, la gente ya no cree, empieza a dudar de todo, como a veces lo expresan las personas más humildes con desencanto. Nuestro mundo muestra escenarios oníricos, vivimos en situaciones kafkianas, surrealistas. ¿Vamos a renunciar a la verdad? No, la verdad, como los valores absolutos, son más necesarios que el agua potable para sobrevivir. Sin ese fundamento, la civilización entra en descomposición y se derrumba. La mentira es como una temblor de más de nueve grados. El edificio social se derrumba. Muchos personajes públicos han perdido la brújula, por eso no salimos de la crisis después de décadas, los individuos han perdido la moral, la conciencia que se guía por los valores absolutos. Han perdido la lógica sana. Con tales guías vamos a la deriva, llevados por la arbitrariedad, e intereses ajenos al bien común. Quienes tenemos el tesoro de la fe de Jesucristo, tenemos un gran Maestro, que nos da un apoyo seguro para no ir a la deriva. Nos enseña a no fiarnos de los hombres cuando sabemos lo que hay ellos. Nos urge a desenmascarar a los lobos rapaces que vienen con piel de oveja. No enseña a conocer a nuestros guías: por sus frutos los conocerán, un árbol malo no puede dar buenos frutos. Ante los poderes corruptos se mantiene firme como testigo de la verdad, hasta dar la vida. “La verdad los hará libres”. Hay que saber distinguir la verdad. Es simple, la verdad no depende de que sea dicha por un líder o el otro. La verdad no depende de una persona, así arrastre multitudes. La verdad es una relación de conformidad entre lo que pensamos y decimos y la realidad exterior. Es una relación de coherencia entre lo que dice un jefe y sus hechos pasados y presentes, entre sus palabras y sus hechos. Como quien dice estar con los pobres y vive con los ricos en un barrio muy exclusivo y come manjares exquisitos de importación. Como quien promete seguridad y paz y ha desquiciado la capital del país con sus manifestaciones. Tiene que mostrar frutos de sus realizaciones como el jefe de la CFE Alfredo Elías Ayub, que muchos no quisiéramos que no se fuera.El Maestro nos enseña a dejar la paja y quedarnos con el grano. No anima a amar la verdad. “La verdad los hará libres”[email protected]