Hablando en serio
“¿Somos marionetas o personas?”
Facebook me dice que amigos debo tener, Netflix, que películas me gustan, Amazon, que debo comprar, Youtube, que noticias me interesan y Google Maps me indica qué camino tomar para llegar a mi destino.
Poco a poco la toma de decisiones sobre mi tiempo y mi vida la están decidiendo las empresas tecnológicas que, apoyadas en computadoras poderosas, llevan registro de lo que hago, de lo que me gusta y de cómo me siento; con lo que pueden deducir que necesito, que me conviene o que debo satisfacer para hacer más ligera mi vida, así como que decisiones debo tomar respecto a los obstáculos que se presenten… El problema es que, al dejar, por comodidad o por su eficiencia (las computadoras suelen tomar mejores decisiones) el tomar las decisiones o decidir mis acciones a los algoritmos en las computadoras, mi cerebro se va anquilosando y terminaré por convertirme en un verdadero inútil dependiente de los vivales que atrás de las compañías tecnológicas deciden por mí lo que mejor me conviene o lo que mejor le conviene a ellos. En otras palabras, este proceso conlleva obligadamente el convertirme en una marioneta, en un ente productor o consumidor al servicio de intereses de sujetos y empresas que desdeñan a las personas y solo las conservan en cuanto les son útiles a sus intereses; cosa de que desde hace tiempo pasa con las empresas dedicadas a la fabricación de armas, cuyo éxito y beneficio depende de que estemos peleándonos y matándonos unos con otros… Dicho en otras palabras, vamos sutil y lentamente camino a la deshumanización y a convertirnos, las personas, en objetos desechables al servicio del sistema (como los marranos o las gallinas), lo que en muchas partes del planeta ya sucede.
“Homo Deus”, escrito por Yuval Harari, es la continuación del excelente libro: “De animales a dioses”, que narra la historia de la humanidad y del que ya comenté la semana pasada; en este libro, Yuval se aventura a discernir sobre el futuro de la humanidad, profundizando en nuestra forma de funcionar, cuya esencia se puede resumir en dos motivadores: 1.- Sobrevivir y 2.- Dar continuidad a la especie a través de la reproducción. Es así como “el vivir” se circunscribe a enfrentar los riesgos y resolver los problemas que atentan contra nuestra existencia y a buscar la forma de dar continuidad a nuestra estirpe; no es casualidad que el motor de la sexualidad sea rector de nuestras vidas y que gran parte de nuestros esfuerzos y afanes vayan en el sentido de encontrar una pareja sexual para reproducirnos… En ello no nos diferenciamos de otras especies del mundo animal, cuyos motivadores son los mismos; así vemos maravillados como los salmones nada rio arriba, con un gran esfuerzo y desgaste, para llegar a sus lugares de reproducción enfrentado los riesgos que implica tal empresa, incluido el ser devorados por los osos a medio camino; o como las tortugas viajan miles de kilómetros cada año para regresar la playa donde nacieron, para reproducirse; tampoco somos ajenos a las luchas entre alces, los ñu´s y los venados para ganarse el favor de las hembras, comportamiento que replican los simios y las gacelas, los búfalos, los leones y los elefantes; en tanto los pájaros se lucen con la forma de hacer nidos o de bailar “extendiendo” el plumaje para impresionar a las pájaras… Somos, como conclusión, un animal más del reino animal que es movido por los objetivos de sobrevivir y de reproducirse.
Lo interesante del análisis de Harari, es que propone que las decisiones que toma cada ser vivo, nosotros incluidos, son resultado del análisis del algoritmo natural que genera la física y la química de nuestro cuerpo al interactuar con el cerebro, lo que da como resultado el coraje para enfrentar riesgos y peligros o el miedo que nos hace huir de los riesgos y peligros, ambos producto inconsciente del funcionamiento natural y evolutivo de nuestro organismo que, con base en las hormonas libera feromonas o adrenalina para orientar químicamente nuestras decisiones que conducen a la acción. Concluye Yuval Harari en su libro que, al alejarnos de nuestro funcionamiento natural y volvernos inútiles dejando el proceso de decidir a la tecnología, de manera natural nos acercamos a la extinción y seremos reemplazados por otro tipo de organismos; por lo que, si queremos, como es natural, sobrevivir y dar continuidad a la especie, debemos despertar ante la amenaza que significa la deshumanización aparejada a la época de datos tecnológicos manipulados por computadoras.
Coincido con Harari, no sin preocupación, que si no hacemos algo para detener la “captura” de datos personales, pronto, el sistema natural de toma de decisiones será reemplazado por los algoritmos en las computadoras, lo que traerá como consecuencia la masificación de la humanidad, la pérdida de identidad e individualidad que hoy nos hace únicos y la irremediable dependencia de las compañías tecnológicas para poder vivir, ya que el ser humano, por comodino, tiende a buscar el camino del menor esfuerzo, aun cuando ello lo lleve a perder su libertad, su individualidad y la capacidad de tomar decisiones y de decidir su destino por sí mismo… ¡Así de sencillo!
Un saludo, una reflexión.
Escritor y soñador