A la vuelta de la esquina, 2024
Tras la elección del próximo domingo en 6 entidades federativas, Aguascalientes, Durango, Hidalgo, Oaxaca, Quintana Roo y Tamaulipas, la elección presidencial de 2024 estará a la vuelta de la esquina, a escasos 2 años y a un solo encuentro en las urnas en 2023, año en el que se disputaran 2 gubernaturas, Coahuila y el Estado de México, este último el electorado más grande del país, de poco más de 12 millones de votantes, considerado por ello y por su cercanía con la contienda presidencial, el último termómetro.
El resultado electoral del próximo domingo, como el del año venidero, serán determinantes, pero no definitivos para la elección de 2024, aun cuando todo parece indicar que el partido en el poder Morena, logrará el triunfo en 4 de 6 de las entidades en juego, y éste acumulará un número de 21 gubernaturas, equiparable apenas al que mantuvo el PRI como partido hegemónico, no necesariamente decantará en un triunfo fácil o de mero trámite.
La lucha que se avizora al interior del morenismo, primero en la definición de la candidatura por el Estado de México y casi ya de manera simultánea en la disputada por la presidencial; puede llegar a ser más virulenta que los alcances de la oposición, aun en alianza.
Si bien hasta ahora el gran elector que ha definido las candidaturas a gobernadores ha sido el propio presidente, decisiones que no han traído mayores sismos generados por los no favorecidos, al grado de poner en riesgo los triunfos de Morena. En la disputa por la candidatura presidencial, el escenario puede ser distinto, pues lo puesto en juego puede dejar de encontrar los incentivos necesarios para disciplinarse a los designios presidenciales, que es como sabemos líder máximo del partido, de modo que más pronto que tarde, habrán de activarse los mecanismos al interior del partido para canalizar y contener las pasiones entre las figuras “corcholatas” y sus equipos.
Las campañas electorales de estos 6 estados, les permitió placearse y sentir de cerca la siempre seductora arenga electoral; Claudia Sheimbaun, Marcelo Ebrard, Adán Augusto Santiago y el mismo Ricardo Monreal escucharon vitorear sus nombres del sur al norte del país, expresiones que no dejan duda que el voto duro del morenismo terminará apoyando por convicción o por acomodo político, a quien respalde el presidente; pero el transcurso de esa definición no será tersa.
La lucha parasitaria entre el ex consejero jurídico del presidente Julio Scherer Ibarra y el Fiscal General de la República Alejandro Gertz Manero, son la prueba evidente de los niveles coléricos que pueden traer consigo las pugnas y rivalidades internas desde el grupo gobernante, que es también el círculo más cercano al poder presidencial.
Los posibles candidatos no están ni de cerca del carisma y popularidad del presidente, muy probablemente como ocurrido en pasadas elecciones locales, el próximo domingo las y los candidatos morenistas ganarán por la aprobación y simpatías que, aun con el desgaste de gobernar, concentra el presidente Andrés Manuel López Obrador. Tal como lo refirió en días pasados el líder de la bancada en el Senado, Ricardo Monreal “el presidente es el que va a ganar las elecciones porque las estructuras partidistas están rebasadas por el movimiento que él encabeza”.
Desde luego a esta casi vuelta de la esquina de la elección de 2024, hay factores que no podemos obviar como la crisis inflacionaria o las recientes previsiones de crecimiento mínimo para la economía mexicana, el contexto de violencia, la cuestionada presencia de grupos delincuenciales en el territorio nacional y su nebulosa intromisión en los procesos electorales; así como el papel bisagra jugará Movimiento Ciudadano, son apenas el aderezo del plato que nos espera, en la sucesión presidencial.