Danza de los Negritos, atractivo turístico en Jiquilpan
JIQUILPAN, Mich., 27 de diciembre de 2018.- Como cada año, con la celebración de la Danza de los Negritos, la comunidad indígena de Jiquilpan, recorrió los templos de la ciudad para celebrar el nacimiento “del niño de la cofradía”, que de acuerdo a la tradición es depositado en la “casa de la Chichihua” donde habrá de ser cuidado en espera de la nueva familia que habrá de festejarlo los siguientes días.
En términos generales, esta es la relatoría que da forma a la celebración que cuenta con todas las representaciones sincréticas nacionales, en donde paganismo y religión se mezclan en danzas y significados de sumisión y rebeldía y que se han significado como parte de la identidad de estos lugares.
En la celebración del rito, en las horas previas a la Nochebuena, la comunidad indígena repite mediante sus vestimentas la tradición que cuenta con dos versiones históricas de su origen y representación, a saber: una de ellas sostiene el origen puramente religioso de la celebración y en la otra se establece que la danza tiene como representación el reclamo social por la forma en que eran tratados los esclavos negros de la cercana hacienda de Huaracha y que eran usados para hostigar a las comunidades de Jiquilpan y Totolán.
La danza de los negros o Paseo del niño Dios, es un importante atractivo turístico y son precisamente estas fechas y la celebración quienes reúnen a los habitantes de la región y de diversas partes del estado y del país, de tal manera que es común ver las plazas del municipio habitadas por paseantes ajenos a la localidad.
Sobre la celebración, los historiadores señalan que, quizá, la máscara de madera pintada de negro con vivos rojos y blancos, representa el rostro más que moreno de los traídos del continente africano; la montera, piel de borrego preferentemente blanca, representa el ensortijado pelaje de los africanos en tanto que la vestimenta, pantalón y camisa de charro de faena, y el látigo de mecate trenzado, representan el lugar que ocupaban los negros en la Hacienda de Huaracha, esto es, no eran esclavos destinados a las rudas faenas en cañaverales y trapiches como en el resto del país, ya que el látigo denota cierta categoría de mando entre el resto de la peonada.
Uno de los personajes centrales de esta danza es La Cuerita, un “Negro” vestido con un traje de cuero que porta dos pequeños toros de madera en los brazos, es este personaje que, con bufidos y ademanes, dirige al resto de los danzantes y marca los pasos de esta danza que se hace acompañar de sones jaliscienses y pasos dobles interpretados por mariachis o grupos de cuerdas.