Septiembre ya no será mes patrio, sino el mes en que perdimos libertad
En el marco de la conmemoración de la Independencia de México, vale la pena recordar que la madrugada del 16 de septiembre de 1810, el cura Miguel Hidalgo y Costilla convocó al pueblo de Dolores Hidalgo, a levantarse en armas en contra del Virreinato que los mantenía oprimidos. Fue así que, al sonar de las campanas, el padre de la Patria pronunció el famoso grito de independencia, en el que entre otras cosas, proclamó la muerte al mal gobierno y el camino hacia la independencia.
Este suceso fue replicado en otras regiones del país, con líderes como José María Morelos y Juan Aldama, por mencionar algunos, quienes contagiados por el ímpetu de lucha se unieron por la búsqueda del México libre de opresión. Levantamiento en armas que concluyó en septiembre de 1821, cuando México fue proclamado un país independiente.
Por ello, es que desde 1825 el Presidente Guadalupe Victoria, oficializó el 16 de septiembre como fiesta nacional, en honor a los personajes que iniciaron la lucha por la independencia de nuestro país.
Irónicamente este año es diferente, no existe nada que festejar, mucho menos un ¡Viva la independencia de México!, pues es precisamente la independencia, aquella que el país está a punto de perder.
Como es de dominio público, el Congreso de la Unión aprobó en lo general la Reforma Judicial, la cual como se ha mencionado en artículos anteriores, no solo viola flagrantemente los derechos laborales de los trabajadores del Poder Judicial de la Federación, sino que también menoscaba la soberanía y democracia del país, teniendo como característica principal, que en un disfrazado proceso de insaculación, serán las autoridades quienes elegirán a las personas que ocuparan los cargos de Ministros, Magistrados y Jueces, con el fin de tener una centralización absoluta, que no entorpezca las determinaciones del Presidente, aun cuando estas sean contrarias a Derecho.
Esta reforma, implica un retroceso en la impartición de justicia, pues contrario a lo manifestado por el aún Titular del Poder Ejecutivo, la propuesta de ley no busca beneficiar al pueblo mexicano, ni tampoco el acceso a la justicia, por el contrario, lo que se pretende es tener bajo control a los Poderes de la Unión, es decir, al poder Legislativo, Ejecutivo y Judicial, aboliendo con ello la división de poderes que hasta hoy rige al Estado Mexicano y el espíritu republicano.
Nos encontramos ante un panorama desolador, en el que se vislumbra una época marcada por la pérdida de las libertades. Ahora gobernará el autoritarismo y no la democracia.
Nunca se había visto que dos poderes se unieran para someter al otro, pero increíblemente sucedió.
Con ello se extingue el Estado de Derecho y el país independiente.
Hoy México no tiene nada que celebrar, pues la independencia obtenida por la lucha de miles de personas, hoy fue sepultada por el capricho de un presidente, la complicidad de un congreso abyecto y una traición al pueblo mexicano.