Rebeca Alfaro no pierde la esperanza de encontrar a su hijo desaparecido
URUAPAN, Mich., 26 de abril de 2022. Afligida, Rebeca Alfaro Madrigal dice comprender el dolor de familiares que se manifestaron hoy frente a la ex Casa de Gobierno para exigir la búsqueda de sus desaparecidos y, ante las molestias de automovilistas que amagaron a manifestantes, pide mayor empatía de la sociedad con esta causa “extremadamente dolorosa y que nadie quiere vivir voluntariamente”, al tiempo que reclama mayor eficacia del Gobierno en la localización de su hijo.
Ella es madre del instructor de Conafe, Daniel Ramos Alfaro, desaparecido en 2013 en la comunidad uruapense de Betania, donde cumplía funciones de instructor educativo. A estas alturas lo que pide Rebeca es saber qué pasó y sueña cada día con que alguien le diga “a ver, aquí está su hijo… como sea”, porque desde el fondo de su corazón no cree que lo vuelva a encontrar con vida.
Vivir la experiencia de tener un hijo desaparecido, señaló, es “un dolor horrible”, el cual se multiplica cuando se junta con otras madres, pues es una angustia mezclada de esperanza y coraje. Rebeca Alfaro se pregunta una y otra vez, “¿dónde está Daniel?, ¿por qué le hicieron daño?”, si hacía una labor limpia y bonita, enseñando a leer a niños de pequeñas comunidades.
Ella no ha participado ya en marchas, por su trabajo, pero está al pendiente de ellas, y le preocupa que algunas personas sean poco solidarias con esta causa, porque “seguramente no han perdido a un hijo… y no se los deseo”.
A nueve años de la desaparición de Daniel, se encuentra igual que al principio, sin indicios de nada, por lo que su madre señaló que “estoy convencida de que la verdad está dentro de la comunidad de Betania”, pues desde un inicio hicieron todo para desviar su atención, pues les dijeron que la mochila de su hijo la habían encontrado muy retirado de la comunidad, y hubo muchos interesados en hacer creer que se lo habían llevado los militares, línea de investigación que se ha seguido.
La madre de Daniel mencionó que ve poco interés gubernamental para la búsqueda del más chico de sus cinco hijos. El funcionario de la Fiscalía Especializada que daba seguimiento a su caso, Arnoldo Aburto, tiene más de siete meses que no se comunica ni contesta, “creo que ya ni trabaja ahí”.
Rebeca no olvida el lunes lejano cuando Daniel se despidió de ella para ir a cumplir su papel de instructor comunitario. “Ya me voy mamá, nos vemos el viernes o el sábado”, le dijo. Esos días le marcó y no entró la llamada, lo que era normal en comunidades. Fue hasta el domingo, al regresar de su trabajo, cuando por llamada del mayor de sus hijos, Israel, que radicaba en San Diego, Ca., se enteró que por las redes de amigos y ex compañeros de Daniel, lo daban por desaparecido. Más tarde, otro de sus hijos fue oficialmente notificado por CONAFE.
Desde entonces empezaron la búsqueda. Han peinado cerros, caminos, barrancas, presas y todo paraje por donde pudo haber transitado. Se han parado y gritado en oficinas y plazas públicas. Por eso, a casi nueve años de aquel episodio, quiere “encontrarlo como sea… ojalá aparezca y me equivoque”, concluye.