“Lo tengo revuelto en mi cabeza”: el testimonio de la madre de Diego Urik
MORELIA, Mich., 9 de agosto de 2022.- En contrainterrogatorio, la madre de Diego Urik N., argumenta que fue víctima de intimidación por parte de las autoridades y del propio abogado que contrató, porque nunca fue informada del derecho que le asiste a reservarse a declarar, por ser pariente consanguíneo directo de la persona imputada de feminicidio.
La audiencia pública de este martes se celebró en medio de sobresaltos por parte de las víctimas indirectas, regaños del juez Ariel Montoya Romero a los abogados defensores y hasta llamadas de atención a los asistentes, porque la ateste repitió una y otra vez su incapacidad para recordar con claridad la evolución de los hechos después de saber lo acontecido con Jessica y su hijo Diego Urik.
Anaid, madre de Diego Urik N., presunto responsable del feminicidio de Jessica González Villaseñor, buscó no declarar, porque después de dos años, finalmente un abogado le explicó que la ley la ampara, que no existe el delito de encubrimiento cuando el vínculo es entre madre e hijo.
Los artículos 222 y 361 del Código Nacional de Procedimientos Penales señalan que en caso de “... tutor, curador, pupilo, cónyuge, concubina o concubinario, conviviente del imputado, la persona que hubiere vivido de forma permanente con el imputado durante por lo menos dos años anteriores al hecho, sus parientes por consanguinidad en la línea recta ascendente o descendente hasta el cuarto grado y en la colateral por consanguinidad hasta el segundo grado inclusive…”, pueden abstenerse de declarar o denunciar y que los abogados, defensa pública y ministerios públicos deben de informarles.
Sin embargo, el momento llegó tarde, el juez de la causa le explicó que, al haber declarado ante la Fiscalía, fue suficiente para renunciar a ese derecho, pero tampoco esto significó que la representación obtuviera información contundente para que Diego Urik B., sea condenado.
En las dos horas que duró su testimonio reiteró “no recuerdo”, “el tiempo y como pasó, lo tengo revuelto en mi cabeza”, “estaba en shock” y “estoy deprimida y tomó medicamento”, fueron las expresiones y argumentos recurrentes de parte de Anaid al desahogar su testimonio y fuera de las salas, donde sostuvo una charla informal con diversos medios de comunicación al concluir su presentación al juez.
¿Pero, qué buscaba obtener la Fiscalía?
Conocer la relatoría de hechos de la muerte de Jessica y relación entre el imputado y la víctima, sin embargo, la Fiscalía se quedó esperando, porque no pudieron cruzar la barrera del “no me acuerdo”, pese a introducir técnicas de litigación como el llamado “refresco de memoria”, la testigo nunca admitió haber redactado la declaración que presentaron al jurado y mucho menos que algún abogado o Ministerio Público se la hubiera leído.
Ante la presión de los fiscales, Anaid respondió una y otra vez que lo señalado por la representación social no eran sus palabras, sino un texto que alguien más redactó y fue forzada a firmar.
Ya fuera de manera voluntaria o bajo la presión de la Fiscalía, desveló la madre de Diego Urik N., que el adolescente le había comentado sobre el vínculo que tenía con Jessica, que era meramente de carácter sexual; no existía relación afectiva entre ambos, la madre nunca conoció a Jessica, pero sabía de sus encuentros ocasionales; su hijo la conoció en una fiesta, salían, pero no la llevó nunca a su casa, quienes los frecuentaban era Diego y Hanna, dos amigos de la preparatoria de Diego Urik N.
Previo a la desaparición de la joven educadora, Diego Urik N., se había reunido con ella, habían salido a pasear en un Volvo gris, pero al ser una relación que no era formal, no la llevó a su casa, sino que la dejó a unas cuadras de la casa de la víctima directa, en las inmediaciones de estadio Morelos, leyó al juez en otro refresco de memoria.
La relación entre Diego Urik N., y su madre, apenas la pudo describir la testigo, era buena, pero también admitió fuera de la sala, que era un vínculo convencional entre una madre y un adolescente, a veces buena y otros días difíciles, explicando porqué tardó en poder decir si había o no un vínculo fuerte entre ambos; por lo que había días en que Diego Urik N., se explayaba contando sus asuntos personales y sentimentales y otros no.
Ante los ojos de la mujer que lo parió, Diego Urik N., era un adolescente convencional; acudía a la escuela, practicaba futbol soccer, basquetbol y futbol americano, además vendía pan dentro de su fraccionamiento por las tardes.
Pasaba las tardes en compañía de sus amigos Diego y Hanna, así como dos vecinos del fraccionamiento, salía con Jessica y el resto del tiempo en casa, en compañía de su madre de entonces 42 años y su hermana menor de 10 años, a quienes su vida después de aquel mes de septiembre, les cambió drásticamente.
El primer año del proceso, a Anaid le impidieron ver a su hijo y tuvo que aprender a sortear en las avenidas las lonas con el rostro de Diego Urik N., a fin de reducir el impacto en su hija menor de edad, además de lidiar con depresión y vivir medicada para sobrellevar la carga de un hijo en prisión al que no podía ver, las amenazas en su teléfono personal y señalamientos en medios de comunicación.
Su vida, explicó a los medios, ha sido vulnerada hasta por presuntos grupos feministas, que se olvidaron que ella también es mujer y madre, además de comulgar con el movimiento.
Sin embargo, la vida privada de la psicoterapeuta también ha quedado expuesta y presentado al público un perfil distinto al que asegura ser: una madre trabajadora. Incluso hubo quienes sin ningún pudor bajaron imágenes de su hija de 10 años y las hicieron circular en la red social Whatsapp y para ilustrar reflexiones en Facebook, determinando desde entonces poner fin a sus redes sociales.