La inseguridad le quitó a su marido y ahora el derecho a buscarlo...
MORELIA, Mich., 4 de noviembre de 2022.- A Juana Micilda R. le desaparecieron a su esposo José Antonio Núñez hace una semana, civiles que se identificaron como agentes de la Fiscalía General del Estado; desde entonces, su familia vive entre el miedo y la incertidumbre, porque afirman la ola de inseguridad que se vive en Álvaro Obregón les impide siquiera salir de su comunidad a buscar a su familiar.
“Llevamos una semana viviendo con mi suegra, ella nos da de comer, aunque así ni hambre da, ¿cómo vamos a tener hambre si no sabemos si él está bien, si come o tiene frío o sed?”, declaró la víctima indirecta y madre de tres hijos.
Juana Micilda R. vive un momento para el que nadie está preparado: la desaparición de un ser querido. Desde el 26 de octubre que se lo llevaron de su casa, en la comunidad de El Rosario, los hijos no han vuelto a la escuela, viven sin salir de la casa de los abuelos, unos adultos mayores de la tercera edad y hasta han dejado de abrir el negocio familiar.
Los hijos de ambos “presenciaron todo. Estamos con miedo, ellos estaban en la casa cuando llegaron y se llevaron a su papá; el más grande tiene 15 años; no los he llevado a la escuela ni hablado para decir que no han ido, porque la escuela está en Álvaro Obregón, en la cabecera municipal”, agregó.
Porque la violencia e inseguridad no solo es la muerte o desaparición de una persona, sino la ruptura de la dinámica familiar; los cambios drásticos en la forma de vivir y el miedo se apoderan de las víctimas, así sea hasta para buscar.
“Yo sí tengo miedo de salir a preguntar, salir a las comunidades, porque es peligroso; se sabe dónde hay ese tipo de personas”, declaró la mujer, haciendo referencia a grupos delictivos que tienen presencia en ese municipio.
¿Pero, qué pasó con José Antonio, mejor conocido como Toño, el tendero?
José Antonio desapareció el pasado 26 de octubre; se encontraba en su tienda en la comunidad de El Rosario cuando hombres a bordo de un coche gris llegaron.
Dentro del establecimiento lo golpearon y exigían entregara un aparente cargamento de droga, sin embargo, nunca hubo tal; fue entonces llevado a su domicilio, allí continuó el interrogatorio, delante de su esposa, en tanto que a los niños y los adultos mayores fueron encerrados en un cuarto.
“Cuando llegaron empezaron a decirle que donde está la droga; que eran de la Fiscalía y teníamos que hacer lo que decían, a mí me pidieron unos aretes y después él les dijo que buscaran en toda la casa, que no iban a encontrar nada, porque no tenía nada”, dijo.
Confiados en que se trataba de agentes de la Fiscalía, no se opusieron a lo que decían los hombres; aceptaron las acusaciones, con la esperanza de que el tiempo les daría la razón.
Al poco rato de que se llevaron a José Antonio, la esposa y familiares acudieron a la Fiscalía de Zinapécuaro y luego a la de Morelia, a preguntar por la situación legal del detenido. Fue allí donde se percataron de que nunca llegó, que probablemente no eran funcionarios y que no había tal arresto por parte de la dependencia.
Los testigos de aquel arresto, que vieron cómo se lo llevaron, han hecho ya el correspondiente retrato hablado de los implicados, sin embargo, hasta ahora no hay avances de las investigaciones.
“Yo no veo que hagan nada; nos dijeron que nos darían seguridad, pero nunca entra una patrulla ni hay movimiento de policías”, situación que no solo los pone en riesgo, sino que les genera la sensación de que nada se está haciendo para dar con su familiar.