Familia huye de casa mientras el padre era asesinado a golpes
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MORELIA, Mich., 22 de julio de 2022.- Arrastrada por la adicción a las sustancias de su pareja sentimental, una joven mujer quedó viuda y abandonó su casa en medio de la noche, de la mano de sus dos pequeños hijos de cinco y tres años; después de un año y medio el responsable del asesinato fue sentenciado a 40 años de presión.
Luego de varios meses de esperar algún cambio en la economía, Richard de 27 años, pasó de ser un humilde herrero a narcomenudista con problemas de consumo de las sustancias que vendía, de acuerdo a la causa penal 1611/2020.
Richard decidió poner su pequeño negocio de drogas en su departamento ubicado en la calle Campotejar, del fraccionamiento Campo Nubes, en la capital michoacana, donde habitaba con su esposa y dos hijos. Una familia joven formada ocho años atrás, pero que vivía al asedio de José Luis N., y dos de sus socios en el negocio de las drogas.
“Él (Richard) me había comentado que tenía algunos roces por cuestiones de finanzas o algo así”, declaró ante el tribunal la víctima indirecta y viuda de Richard.
Las discusiones entre Richard, y el sentenciado, fueron subiendo de tono conforme pasaban los meses, llegando incluso a robarle dinero de forma violenta, pero que nunca denunció por la ilicitud de las actividades que los vinculaban.
El 13 de septiembre de 2020, apenas unos meses después de haber incursionado en el negocio de las metanfetaminas, llegó a su casa a las 22 horas José Luis N., con dos personas más, plenamente identificadas, pero hasta ahora no detenidas.
Con lujo de violencia abrieron la puerta a patadas, sacaron por la fuerza de su recamara a Richard y comenzaron a golpearlo ante los ojos de la esposa, que quedó pasmada, en shock… despertando los gritos a los niños.
Entre las patadas y puñetazos, Richard pidió un último favor, y como a los sentenciados a muerte, no se le negó.
“Les dijo que me dejaran ir a mí, que el problema era con él, no conmigo y ellos accedieron, me dejaron ir”, añadió en su declaración la viuda.
Poco antes de medianoche, salió de la mano de sus hijos pequeños, sin maleta, sin pertenencias, a casi 12 kilómetros de Morelia, sin transporte, con la única esperanza de que Richard resolviera sus problemas con los agresores.
“Él me dijo vete y yo me fui; me dijo que no le dijera nada a nadie, que él podía solucionar ese problema. Al día siguiente, de hecho, no fui ni a trabajar, por el miedo, porque me bloqueé, no supe qué hacer”, además no tenía a donde ir. En el departamento se habían quedado los agresores y su pareja.
A los días de estar fuera de casa, le fue notificado que su pareja sentimental había fallecido a golpes y su cuerpo hallado putrefacto en una de las habitaciones de su departamento.
Aquel 13 de septiembre, una amiga de la familia yacía en la ventana de su departamento, una parte más alta que el de sus vecinos, con insomnio y deseosa de un cigarrillo, analizando la posibilidad de ir a pedir uno a Richard y matar el tiempo, en tanto le daba insomnio.
Entre la oscuridad de la noche, observó llegar a tres hombres, entrar golpeando la puerta, luego abandonar el lugar a la esposa de la víctima y horas después a los homicidas.
Nerviosa por no saber que acontecía, entre el deseo de ir a la casa de su amigo, el cigarro y la ansiedad causada por el insomnio, llegó hasta el departamento de Campotejar.
La escena la dejó incapaz de actuar. Salió como un fantasma, sin saber qué hacer o decir, a dónde acudir. Su amigo "estaba tirado, le estuve hablando y nada", expresó la testigo de identidad reservada.
Acto seguido, se retiró a su casa y al día siguiente dio parte a la familia de Richard N, los que se encargaron de confirmar la muerte y dar parte a la Fiscalía General del Estado (FGE).
A más de un año de su muerte, Richard y su familia recibieron justicia con la sentencia condenatoria del asesino, quien debe pagar la cantidad de 717 mil pesos como reparación del daño porque si bien, la vida no tiene precio, existen valuaciones de la Ley Federal del Trabajo que permite establecer ene cantidades de dinero para las víctimas indirectas.