Falta de atención a parturientas, otro rostro de la violencia obstétrica
MORELIA, Mich., 18 de marzo de 2022.- Han transcurrido dos años desde que Elvia Asencio, mujer indígena, dio a luz en el pasillo de un hospital en Los Reyes.
Su caso no ha concluido. La Comisión Estatal de Derechos Humanos (CEDH) sigue la investigación que está tan vigente como la violencia obstétrica en contra de las mujeres en Michoacán, porque ejemplifica la realidad callada que viven las michoacanas.
“Ay no”, dijo Elvia Ascencio, avergonzada ante el rostro acusador de un médico y otros pacientes que la veían sorprendidos, “ya se le salió aquí señora”, comentó un hombre detrás del celular, mientras que la mujer apenas podía sostenerse en sus rodillas y su acompañante recibía a su hijo en una cobija.
La Secretaría de Salud de Michoacán (SSM) respondió a aquel hecho con la fotografía de Elvia Ascencio sonriendo, recostada y con su hijo en brazos, y aseguraba que todo se había tratado de un parto espontáneo y no por falta de atención, como decía la voz en el video que captó el momento del parto.
“Nos da mucho gusto informar que Elvia Ascencio y su bebé se encuentran en perfecto estado de salud tras un parto espontáneo en el Hospital General Los Reyes”, escribieron en las redes sociales de la Secretaría.
Actualmente, de acuerdo a fuentes cercanas a las investigaciones, todavía no ha concluido, pero hay evidencias suficientes para que este caso derivare en una recomendación en contra de la Secretaría de Salud de Michoacán por no haber dado la atención oportuna a la parturienta.
Normalización de la violencia obstétrica
Gema Rodríguez, subdirectora del Centro Integral de Salud Mental de la Ciudad de México, sostuvo que obligar a la mujer a aguantarse expresar su dolor y negarle la atención es también violencia obstétrica.
“Se escucha muy horrible, pero las mujeres escuchan cosas como 'aguántese', o si hay manifestaciones de dolor, suceden las humillaciones; hay maltrato físico y hacen que las mujeres soporten el dolor, cuando no es necesario”, detalló Gema Rodríguez.
Pero estas agresiones están cimentadas en otras violencias silenciosas; en el discurso del médico y enfermeras, en su generalidad en los hospitales públicos como los de la Secretaría de Salud y el Instituto Mexicano del Seguro Social —que aglutina ya 10 casos— de acuerdo a la actualización más reciente de la Comisión Estatal de Derechos Humanos de este viernes.
Los profesionales de la salud señalan a la mujer, y solo a la mujer, de estar en embarazo: se lo buscó, y por ende es solo ella la responsable de estar viviendo con dolores el parto, se lo merece y no debe quejarse.
Aceptada la culpa y que “así es el parto”, la mujer no denuncia.
“Al haber cierta culpa, la normalización de la violencia y naturalización de decir: es normal que te traten así, más en el servicio público. Parece que ya está admitido que debe ser así, por lo que se debe hacer es visibilizar y reconocer que las mujeres tienen derechos a una vida sexual activa y recibir cuidados durante el periodo del embarazo, parto y postparto”, explicó la psiquiatra de la dependencia Federal.
Aunado a los sentimientos de culpa que siembran a la mujer y el dolor, viene una serie de eventos desafortunados que pueden vulnerar también al menor y la salud reproductiva de la mujer.
Otros casos
De acuerdo a la recomendación 56/2018, de la Comisión Nacional de Derechos Humanos, una mujer de Lázaro Cárdenas recibió atención tardía en un hospital del Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS), lo que causó estragos en la salud del bebé, que sufrió una infección y también cambios súbitos en la glucosa, pero este es uno de los menos graves.
En enero de 2016, cerca al Día de Reyes, una mujer indígena de Paracho esperaba con gusto a su bebé. Recibió atención durante el embarazo, era de bajo riesgo, pero se quedó sin nada.
El 3 de enero la regresaron a su casa por tener poca dilatación y el 6 le confirmaron la muerte de su pequeño, según consta en la recomendación para el IMSS de Paracho con número 11/2017.
Sin embargo, estos son solo los casos más recientes, no son hechos aislados ni nuevos. En la recomendación 38/2016 quedó reconocida la violación obstétrica en contra de una mujer que llevó a la muerte a una niña recién nacida por la falta de un servicio profesional de salud:
“...la dilación de 15 horas en la resolución del embarazo, debido a la falta de servicio de la Unidad de Cuidados Intensivos Neonatales y el retraso en la autorización de traslado de V1 (víctima 1) del Hospital General en Uruapan a la Ciudad de Morelia, o su traslado a otro hospital que sí contará con instalaciones idóneas provocaron un riesgo en la salud de V1 y propiciaron que las complicaciones presentadas por V2 (víctima 2) evolucionaron con posterioridad a la práctica de la cesárea, y debido al Síndrome de Dificultad Respiratoria Severa que desarrolló por el retardo en la atención del parto, tuvo por consecuencia la pérdida de la vida; por ello, las conductas y omisiones del personal que atendió a V1 y V2 que propiciaron tal retraso, se configuran como violencia obstétrica”, (sic).
La Comisión Nacional de Derechos Humanos condena en sus recomendaciones la violencia obstétrica que, también asegura, se ha naturalizado y por ende, asimilado que no son agresiones ni tratos crueles la deshumanización de la mujer, las vejaciones y cosificación de las embarazadas.