Pegan violencia e inseguridad al crecimiento económico de Michoacán
MORELIA, Mich., 20 de agosto de 2022.- La violencia y la inseguridad le representan a Michoacán una proporción de su Producto Interno Bruto Estatal (PIBE) superior al 40 por ciento, de acuerdo con el Instituto para la Economía y la Paz, en su Índice de Paz México 2021.
La entidad es así, con Zacatecas y Morelos, uno de los tres estados de México donde los costos derivados de la inseguridad y la violencia absorben cuatro pesos de cada 10 pesos generados por concepto de PIBE.
Este indicador, detalló el Instituto para la Economía y la Paz, se conforma por el costo económico ocasionado por el homicidio doloso, los crímenes de la delincuencia organizada, el miedo a la violencia, la seguridad privada y compra de armamento y gastos militares, de seguridad pública y de enjuiciamientos y encarcelamientos.
México enfrentó en 2021 un impacto económico por 4.9 billones de pesos, por causa de la inseguridad y la violencia, equivalente al 21 por ciento de su producto interno bruto (PIB).
Impacto económico de inseguridad y violencia trasciende los gastos por seguridad pública
De acuerdo con Heliodoro Gil Corona, académico de la Facultad de Economía, de la Universidad Michoacana de San Nicolás de Hidalgo (UMSNH), la inseguridad y la violencia generan costos que se traducen en afectaciones para muchos más rubros que los directamente relacionados con la prevención, combate y sanción de los delitos.
Así, una percepción de violencia y criminalidad desincentiva la atracción de Inversión Extranjera Directa (IED), al evaluar de forma negativa los posibles inversionistas a Michoacán como destino de negocios.
La entidad se encuentra entre los 10 estados con mayor incidencia de la criminalidad y la violencia, y entre los seis con mayor riesgo para el establecimiento de empresas y negocios, por lo que “las inversiones no llegan, Michoacán capta en promedio, para la última década, 300 millones de dólares en Inversión Extranjera Directa, frente a tres mil millones de dólares que registran cada año Guanajuato y Jalisco”.
Estas situaciones tampoco alientan la inversión doméstica. En los últimos seis años, mencionó Gil Corona, no se han detectado para el Estado arribos de empresas de gran monta, ya que se mantiene el mismo núcleo industrial de la última década.
Aunado a esto, se observa a Michoacán como un estado con elevada movilización social, gremial y política, que se manifiesta en toma de vías carreteras y férreas, bloqueos y protestas en calles, lo que también desmotiva la atracción y consolidación de fuentes de empleo, al propiciar una “gran incertidumbre” para los empresarios en sus cálculos de retorno de la inversión.
Atraer y mantener pocas fuentes de empleo repercute de manera inmediata en la creación de trabajos en la formalidad, un rubro donde Michoacán ha mostrado un déficit histórico, que se agudizó a partir de 2017 y se acentuó por la pandemia de Covid 19.
Solo en el primer semestre de 2022, la entidad perdió tres mil empleos formales, lo que indica que Michoacán no solo carece de la capacidad de propiciar las fuentes de empleo que demanda la población, sino que no las conserva.
Como resultado de esta convergencia de factores, el crecimiento económico de Michoacán se ve acotado, con una media anual para el último sexenio de 0.9 por ciento.