Triunfan Fonseca, San Román y Galván en Corrida de las Luces
MORELIA, Mich., 18 de diciembre de 2024.- Y nos fuimos a León a ver a Isaac Fonseca, el Huracán de Morelia, un torero que no deja de sorprender, porque siempre es el mismo, todo el tiempo es diferente, conecta inmediatamente con el respetable y, lo mejor, que siempre sale a darse completo, a entregar su toreo verdad. Así lo vi antes, así se dejó ver en la Plaza de Toros La Luz, de donde salió con las orejas de su primer toro en las manos, bello ejemplar de Caparica. Diego San Román también fue paseado a hombros por los apéndices que le cortó al quinto de la tarde; mientras que el español David Galván le arrancón un trofeo al abre plaza, toro anovillado que le pegó feas vuelta de campana.
Fue buena corrida, sí señor, sí señora, con toros muy bien presentados de Caparica, a excepción del primero, mismo que fue protestado por algún pequeño sector del respetable, lo que motivó a un inadaptado social a dar lata buen rato, a meterse a gritos con todo mundo, a ofender a diestra y siniestra, mismo que finalmente fue sacado del vetusto inmueble por la policía, lo que provocó hurras, vivas y bravos de la gente que en muy buen número se metió a la plaza a disfrutar del evento, mismo que inició con una procesión en que fue llevada en andas La Guadalupana, seguida por clérigos y servidores, así como por toreros, cuadrillas y feligreses.
¿Los toreros? ¡Bien! Muy bien los tres. David Galván dejando ver una técnica depurada, dominio con limpieza y con valor. Diego San Román muy torero, con arte del que abrillanta la mirada y motiva los olés. Y el Huracán de Morelia con un valor sereno, muy sereno, sobre todo ante su primer toro y, después, muy lidiador ante un caparico de malas ideas que le pegaba uno arreones de Padre y Señor Nuestro; Fonseca fue dos toreros en uno, el primero muy centrado, concentrado, mandón, dominador y efectivo, y el asegundo pudiéndole al galimatías ese, pero al final, con el acero, tratando de inventar porque se tiró a matar desde muy lejos, caminando a lo Ferrera, lo que no entendí si es tan buen estoqueador.
Sí, vi a dos Isaac Fonseca en uno solo, lo que se agradece, claro que sí, porque siempre busca ofertar algo novedoso en él. Pero si ante el primero redondeó con categoría, ante su segundo no pudo lograrlo, primero por lo ya dicho, se tiró de lejos a ejecutar la suerte suprema y pinchó en hueso. Pero le pasaron cosas muy raras (y perdón por la cosificación), porque cuando inició a dar la vuelta al ruedo con sus dos orejas en las manos, un monosabio entró con una manguera a regar el círculo de las escenas; raro, muy raro, nunca había pasado; y, después, cuando se iba a realizar su segundo intento de estocada ante el cierra plaza, metieron música a todo volumen en el tendido, lo que lo hizo levantar la mirada, distraerse y fallar con el acero; escuchó dos avisos.
El juez de plaza se traía una pachanga. Fue él quien mandó al monosabio a regar el redondel mientras Isaac Fonseca daba la vuelta triunfal con sus trofeos muy bien ganados. Raro de raro y rarísimo por la falta de respeto, por la distracción que provocó, porque no debe ser así, nunca había sucedido. Si el torero no recibe los trofeos ganados mientras los restos del toro están en el ruedo, ¿por qué van a regar la arena de las batallas mientras el torero está recibiendo el reconocimiento del público? Y después, oiga usted, esa música distractora, reventadora, en el tendido a la hora de la suerte suprema. Pero el asunto estuvo raro desde antes, porque para Diego San Román hubo una muy pobre petición de oreja y el juez, raudo y veloz, sacó sus dos pañuelos blancos. No estoy diciendo que las merecía o no el matador de dinastía, digo que no hubo petición y el juez se apresuró a otorgar las dos.
Lo bueno, eso sí, la buena presencia de los de Caparica, la buena entrada, la expulsión del sujeto agresivo y vulgar, el ambiente y, sobre todo, los muy buenos oficios de los tres toreros. Los tres, porque cada uno estuvo muy entregado, honesto, intenso y veraz. Al final Diego San Román e Isaac Fonseca salieron a hombros y fueron abordados por la multitud en el patio de cuadrillas, y David Galván también fue reconocido por su dominio técnico del primero y segundo tercios, aunque con el acero no fue efectivo, pero sí recibió una oreja muy bien ganada. Buena corrida, sí, muy buena la Corrida de las Luces con todo y los bemoles ya descritos. Enhorabuena y… Así sea