Triunfa Issac Fonseca y termina en el Hospital
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Feria de Orejas en Cutervo
Isaac Fonseca está otra vez en el hospital. El pundonor del torero moreliano lo lleva a jugarse la vida ante toros con sentido, que no tienen un pase y sí un peligro sordo. Ya le había cortado dos orejas al primero de su lote, pero no se quiso quedarse atrás de su alternantes, porque tanto el español David Galván como el peruano Joaquín Galdós tenían 4 apéndices en su haber, por eso intentó e insistió frente a “Visitante”, un bicho de la ganadería ayacucheña de Salamanca al que debió pasaportar de inmediato, pero no, fue a jugarse la vida aunque estaba visto que nada lograría.
Era la tarde de su debut en tierras peruanas; fue recibido con bombo y platillo en la Plaza “Jorge Piedra Lozada” de Cutervo, capital del Distrito de Cajamarca. Desde que se abrió de capa se echó al público a La bolsa y, claro, respondió con torerismo ante “Gacetero”, burel de San Pedro, al que le pinceló verónicas de seda. Su faena de muleta la inició rodillas con derechazos por atrás y por delante. El público le cantó El Rey, de José Alfredo Jiménez, y lo premió con “olas y olés”, por lo que se prodigó con pases lentos, de aquí hasta allá, y luego metió la espada en todo lo alto hasta los gavilanes para cortar dos orejas más que merecidas.
Su carisma, humildad y toreo verdad hizo que el público que llenó la plaza se le entregara sin reservas. Y como él no sabe de medianías no se arredró ante el sexto de la tarde, aunque vio que desarrollaba sentido y traía un peligro mortal. Le buscó la condición y se metió a terrenos que no debió meterse porque el de Salamanca lo estaba cazando. Debía abreviar, no lo hizo y en un pase el burel lo prendió de la chaquetilla, lo zarandeó para allá y para acá como hilacho y el Huracán de Morelia terminó en la enfermería donde los facultativos comprobaron que llevaba el codo del brazo derecho dislocado.
Alguien, ya, alguien, tendrá que decirle que debe saber cuando sí y cuando no, que no hay porqué jugarse la vida ante bichos a los que no les va a sacar nada y le pueden quitar la vida. Alguien debe decírselo y recalcárselo a sus apoderados porque hay veces que el valor deja de serlo y desemboca en intrepidez sin sentido y sin razón. Este es el caso, como lo fue en Madrid, porque todos veíamos que iba a ser cogido, pero él fue al frente sin dar paso atrás y, al final… usted ya sabe. Ahora a esperar que el golpe no sea de gravedad, que se recupere pronto, porque tiene compromisos grandes que solventar en España, Francia y Perú.
EL ESPAÑOL
David Galván es un torero de buenas hechuras y con mucha fortuna. Dejó ver su oficio ante el abre plaza, “Don Jorge” de nombre, ejemplar anovillado de la ganadería de San Pedro, soso y de medias envestidas, el que terminó pegado a piso. Así y todo el sevillano le estructuró derechazos largos y en redondo muy templados, se adornó con dos molinetes y cerró con desplantes al teléfono. Metió media ración de acero en buen sitio. El juez se puso dadivoso con dos pañuelos al aire, cuando no era ni para un trofeo.
El segundo de su lote, cuarto de la tarde, fue “Barbacano”, bello jabonero, el mejor toro del encierro, al que el diestro ibérico pasó al segundo tercio sin darle capa, mas con la muleta sí que estructuró una gran faena con pases suaves, hondos, eléctricos y de mucha y transmisión. Esto es que desarrolló un toreo variado con el que conectó en los tendidos, sin embargo, no estuvo certero en el primer viaje con la toledana, pinchó en hueso, para después meter espadazo. El juez decretó los dos apéndices.
EL PERUANO
A Joaquín Galdós, el torero de casa, le tocó en suerte muy buen lote. El segundo de la tarde, un astado de San Pedro, fue claro de embestida, pronto y bravo. El diestro limeño lo consintió, le dio sus tiempos y sus espacios, para aprovecharlo a cabalidad. Dibujó tandas de derechazos que provocaron el olé del respetable, se gustó con muletazos en redondo de muy buena estructura, prendió con tres molinetes de rodillas y, de suyo, derrochó voluntad en busca de agradar, lo que consiguió. Concluyó con media estocada en buen sitio para desorejar al de la ganadería propiedad de don Orlando Sánchez Paredes, también dueño de la de Salamanca.
Con el quinto de la tarde, “Galeno” de nombre, también de San Pedro, Joaquín Galdós casi cubrió los tres tercios. Casi, porque uno de sus subalternos pegó un par y, luego, él fue por los palitroques a petición de un sector del respetable. Primero lo hizo muy bien de poder a poder y, después, oiga usted, esculpió el de Calafia a la perfección. En el tercer tercio se lució con un toreo variado, aseado, lento, bello, muy artístico, pero frío, le faltó alegrar su faena para encender a la multitud. Concluyó con media estocada tracerita, pero efectiva. Dos orejas y… Así sea.