Indulta José Mauricio a Alfarero; Sotelo corta 4 orejas y Pablo Hermoso otras 2
MORELIA, Mich , 6 de noviembre de 2023.-Un indulto, un rabo y ocho orejas lo dicen todo.
Tarde de triunfadores en la Plaza de Toros La Ronda de Metepec, donde salieron a hombros el Centauro Navarro Pablo Hermoso de Mendoza, el fino diestro defeño José Mauricio y el poderoso torero moreliano Jorge Sotelo, quienes lidiaron toros muy bien presentados, nobles y bravos de Marrón (dos para rejones) y Monte Caldera (cuatro para los coletudos de a pie). El novillero Alejandro Reyes salió ovacionado.
Al centro de un escenario inmejorable por la bonita tarde y la plaza llena, José Mauricio desarrolló su toreo fino ante Alfarero, un burel de condiciones sobresalientes con el que comulgó a plenitud y al que finalmente se le concedió el indulto, por lo que el coletudo recibió rabo y Orejas.
El michoacano Jorge Sotelo desarrolló dos faenas muy diferentes por las condiciones de su lote de Monte Caldera a los que desorejó. Pablo Hermoso estuvo en grande con su primero, al que le cortó los dos apéndices.
Tarde de toros buena, sí, muy buena, tanto que la salida a hombros de Pablo Hermoso de Mendoza, José Mauricio y Jorge Sotelo fue ovacionada durante todo el trayecto, merced a la satisfacción de la multitud que así demostró su alegría por lo vivido durante la corrida, por eso también al salió toreando de la plaza de la que el estellés se despidió para siempre con la satisfacción del deber cumplido y a lo grande.
José Mauricio
Al máximo triunfador de la tarde le tocó en suerte el peorcito y el mejor del encierro. El primero de su lote fue un toro que regateaba la embestida, calamocheador y nada claro, al que el torero de la fineza logró ligarle tres buenas tandas de mucho mérito, para después consentirlo de pase en pase a fin de ayudarlo. Falló con el acero. Ovación.
Desde que salió de chiqueros se vio que “Alfarero”, torazo de 465 kilos, marcado con el número 213 del fierro de Monte Caldera, reunía características y condiciones sobresalientes. Así lo entendió José Mauricio, quien brilló con capote y muleta, dejó ver las enormes cualidades del toro y las aprovechó de principio a fin con su toreo artístico, de ese que subyuga y emociona, del que es capaz de eternizar lo efímero al tatuarlo en la memoria del anónimo colectivo, por esa comunión de toro y torero es que el juez de plaza decretó el indulto y las orejas y el rabo para el diestro.
Jorge Sotelo
El moreliano estructuró dos grandes faenas. Volvió a mostrarse como torero poderoso, de buena cabeza y trasteo variado en el que la sutileza se emparenta con el poder, lo que no es novedad, porque ya se lo habíamos visto en el Palacio del Arte, donde compartió triunfo con Antonio Ferrera al salir ambos a hombros hace tiempo ya. Ahora, en Metepec, pudimos constatar que la suya es la tauromaquia de quien alcanza la madurez, lo que no es óbice para que siga en evolución.
El tercero en el orden fue un toro reservón al que había que llevarlo de a poco y con seda. Sotelo lo asumió así y lo hizo pasar por doblones muy toreros, le diseñó tres tandas de derechazos limpios y ceñidos.
El burel se fue a menos y se aquerenció en tablas, donde el michoacano se metió entre sus pitones: allí el de Monte Caldera le dio una voltereta, de la que se levantó el torero de Morelia para concluir con pases muy meritorios y matarlo de estocada completa. Dos orejas.
Al sexto lo saludó con verónicas y le escrituró una tanda de chicuelinas muy ceñidas que calaron hondamente en las alturas. Aprovechó las buenas condiciones del toro para fundirse con él y pinturear derechazos hondos y naturales de seda y terciopelo.
El burel se refugió en tablas y Sotelo se metió en sus terrenos, se lo embarró en el vestido con cambiados por la espalda. Su colofón fue con manoletinas ajustadas por ambos lados que sostuvieron la algarabía de la audiencia. Mató de estoconazo que hizo rodar al de Monte Caldera. Dos orejas.
Pablo Hermoso de Mendoza
El Centauro Navarro comulgó con el respetable desde su aparición y se dejó ver alegre y festivo, artista, mandón y no defraudó porque correspondió al cariño de la gente con su amplio repertorio. No se guardó nada, lució sus jacas y brilló intensamente. Se vio puntual y certero con los rejones de castigo y las banderillas.
Provocó erupciones de entusiasmo con sus acometidas de frente, quiebros, medias vueltas en la cara del toro, su toreo circular pisándole los terrenos al astado y su cambio de rumbo apretado a tablas sobre la carrera de costado con el burel pegado a la grupa. Pablo volvió a ser el Pablo de las grandes tardes. Concluyó con el rejón de muerte en buen sitio. Dos orejas.
El segundo de Marrón no se prestó para el lucimiento del Centauro Navarro porque le regateó la embestida, se distrajo constantemente, se aplomaba y acometía a medio acometer. Sin embargo, el estellés teatralizó maravillosamente su andadura en el redondel, se agigantó como lo que es: un gran jinete, caballero de la A a la Z, por eso la satisfacción de la gente.
Cuando sonaron las golondrinas, la multitud lo ovacionó, coreó su apellido paterno e hizo escuchar la proclama de “Metepec es taurino”. Ovación.
Alejandro Reyes
Previo a la corrida formal tuvo su tiempo y su espacio el joven novillero Alejandro Reyes ante un novillo de buenas hechuras y condiciones, al que entendió y le dio la lidia adecuada, lo que le fue reconocido en los tendidos. Creó el chaval muy bueno momentos en los que dejó ver que en él hay valor y talento. Desafortunadamente perdió con el acero los trofeos que tenía ganados, Ovación. Así sea.