Aclaman al Huracán de Morelia en Cinco Villas
MORELIA, Mich., 26 de noviembre de 2023.- El torero moreliano Isaac Fonseca realizó dos grandes faenas, dio doble vuelta al ruedo y le cortó las orejas al sexto de la tarde, fue paseado a hombros y salió aclamado de la bella y acogedora Plaza Cinco Villas en Santiago Cuautlalpan, donde Diego San Román cortó un apéndice al primero de su lote y fue silenciado en su segundo. Leo Valadez, por su parte, se fue sin tocar pelo.
Isaac Fonseca no se guardó nada, salió a no dejarse ganar la partida por sus alternantes y vaya que lo consiguió con un toreo de valor, hondura, seda y arte. El michoacano dejó en claro esta tarde que su evolución es constante y a grandes pasos, por eso le vimos tremendista y torero, valeroso, creativo y brillante. Había que ver como corrió la mano, como bajo la muleta hata que los bureles barbeaban la arena.
Por eso el público lo aplaudió, lo ovacionó y lo consagró con el grito de torero, torero, torero.
Al primero lo mató de estocada tendidita y un viaje de descabello. El público exigió la oreja con muchísima fuerza, el juez Luis Gallardo insensible y protagónicamente la negó, en respuesta el respetable hizo que el Huracán de Morelia diera doble vuelta al ruedo.
Al sexto de la tarde, Isaac Fonseca lo recibió en los medios y le pintureó tres cambiadas de rodillas. Su faena de muleta fue variada, diversa, con gran conección, mando y dominio. Mató de media estocada.
Dos orejas y aclamación generalizada.
Leo Valadez bien con su primero, dueño de situación y circunstancia, conectó fuerte en los tendidos pero falló con el acero. Aplausos. El quinto de la tarde fue un novillote, feo, desaliñado, manzurrón y sin pases, mas, Leo Valadez le sacó lo que no traía y dibujó momentos muy toreros que le fueron reconocidos.
Pinchó. Silenció.
Diego San Román brilló intensamente ante con el segundo de la tarde, bordó el toreo de arte, aguantó eternidades entre los pitones para modelar pases de torero grande. Provocó oles largos y sonoros. Mató de estocada desprendida. Una oreja. Al quinto de la tarde le insistió, persistió y le buscó la condición, pero era un toro que poco traía. Se puso preado con el acero. Y se fue en silencio. Así sea.