Ponteduro, dulce de maíz y piloncillo en riesgo de desaparecer
MORELIA, Mich., 6 de abril de 2022.- El Ponteduro es una golosina casera acostumbrada entre las comunidades indígenas de la región de la Meseta Purépecha, pero que la voraz conquista de la nueva generación de golosinas amaga con desaparecerlo: pocos lo saben cocinar y aun menos lo consumen.
Con más de 70 años a cuestas, pero echando mano de su espíritu alegre, doña Camerina se niega a dejar morir la tradición del Ponteduro; es la última de su familia que sabe hacerlo y de las pocas en su natal Pichátaro.
Nacida en la primera mitad del siglo pasado, Camerina se casó a los 17 años y fue entonces que aprendió el quehacer del Ponteduro, alimento acostumbrado en la familia de su marido y que le instruyó su suegra, relató ante las cámaras de Agencia Quadratín.
"El Ponteduro se acostumbra desde hace mucho, sino toda la gente lo consume, si muchos. Yo lo aprendí en casa de mi suegra, que los hacía y ponía en los aguinaldos de la iglesia, a las personas que velaban en el templo", recordó.
En sus años de juventud, añadió, "mi suegra y mi cuñada lo cocinaban para dárselo a los niños de las posadas, en fiestas, ahora yo se los llevo a los artesanos".
En un clavado en su memoria, Camerina explicó que, para hacer el Ponteduro, se necesita maíz pozolero, un comal para tostar, piloncillo y mucha paciencia, para mover y mover la masa que se forma con el piloncillo y los granos.
"El Ponteduro está hecho de maíz pozolero, se tuesta en el comal, con calma, para que no se queme, hay que dejar enfriar, y luego hay que poner a cocer el piloncillo hasta que se forme la miel, entonces se pone el maíz y a mover y a mover", relató.
Cada vez son menos quiénes lo consumen, pero Camerina aún lo hace, no se da por vencida; lo cocina y vende en el tianguis de Tingambato, pero en la mayoría de las ocasiones lo prepara por encargo porque venderlo en vasitos, además de barato, tarda.
Una de las causas por las que se ha ido perdiendo esta costumbre es la falta de aprendices, las nuevas generaciones no se interesan, ni siquiera su hija, declaró la mujer entre risas, "no, mija no sabe, a lo mucho me ayuda a poner a cocer el piloncillo".
El costo del Ponteduro es de 20 pesos, tiene un sabor intenso y puede comprarse en el Centro de Tingambato, así como en el Barrio de San Miguel, en Pichátaro.
De acuerdo con la crónica de fray Bernardino de Sahagún, el Ponteduro se acostumbraba entre los indígenas como ofrenda a las deidades y después a los santos cristianos.