MORELIA, Mich., 15 de febrero de 2017.- Era el año de 1944 cuando a estas dos pequeñas mestizas, Pearl y Stasha de apenas doce años, les fue arrebatada su infancia para arrastrarlas a la vida adulta, al ser trasladadas junto con su madre y su abuelo Zayde en un viaje de cuatro días y cuatro noches, a uno de los campos de concentración de Auschwitz.
Menciona un comunicado de prensa que, gemelas idénticas, inseparables, incluso con la capacidad de poder sentir y soñar lo mismo, su futuro se convirtió en uno de los peores experimentos humanos, bajo la mirada del médico y oficial alemán Josef Mengele. Lo llamaban el zoológico, un sector donde todos los niños gemelos, mestizos, trillizos o con algún rasgo especial, eran aislados de sus familias y de los demás prisioneros para convertirse en los juguetes de Mengele. Laboratorios donde experimentaban privilegios y horrores inimaginables, privándolos de sus personalidades y alterando sus identidades por la culpa y el dolor.
El encierro, malas condiciones de vida, pero principalmente el sufrimiento que sentían cada vez que iban a los laboratorios, comenzaron a devastar a las mestizas, a pesar de estar siempre juntas. Sin embargo, un invierno Pearl desaparece durante un concierto organizado por el Tío Mengele –como le gustaba ser nombrado- en un área aislada del zoológico. Poco tiempo después la guerra termina y tras ser liberada de Auschwitz, Stasha se promete, en una misión casi imposible, reencontrarse con su hermana.
Considerada por la crítica como unas de las mejores novelas de 2016, Mestizas es una conmovedora historia sobre el más odioso de los crímenes. Una profunda y documentada remembranza que describe pasajes del holocausto desgarradores, poderosos e imaginativos, narrados por dos niñas inocentes. Una novela que marcará la vida de cualquier lector.