En San Lucas, luchan por mantener tradición de las ofrendas de canchire

MORELIA, Mich., 21 de octubre de 2022.- En medio de la comercialización del Día de Muertos y el Halloween, comunidades de campesinos de San Lucas luchan por mantener viva una tradición ancestral que se conduce a la extinción: las ofrendas de canchire.
Ante la falta de ingresos entre los jornaleros, que sean suficientes para tener muebles en sus hogares humildes, el canchire era el objeto ideal, su versatilidad se volvió la solución.
“Era cama para dormir, lo más normal, pero también como mesa y otros usos, como las ofrendas, porque en muchas de las casas antes no había muebles”, dijo José Socorro Cornejo Gutiérrez, fotógrafo y promotor cultural de San Lucas.

Y si bien, pocos la conocen, es una costumbre arraigada entre los miembros de comunidades rurales de San Lucas, Huetamo y parte de los municipios colindantes de Guerrero. Una tradición viva, llena de simbolismos.
Los altares de canchire son, “una de las cosas importantes que la gente que no conoce (...)”, agregó en entrevista telefónica para Quadratín.
En comunidades con alto rezago social y económico, con familias extensas y en condición de pobreza, no había lugar para los altares ostentosos, abigarrados de colores caprichosos y papel picado, lo que en ellos se ponía era lo más básico porque en ocasiones no había ni para el pan.
Composición
A sus más de 71 años, José Socorro aún tiene presente en su memoria la composición de los altares de su abuela, muerta a los 84 años y probablemente nacida a principios del siglo pasado, a quien vio dedicarle año con año una ofrenda de canchire a sus ancestros.
Entre las casas de paja de ajonjolí y adobe, se colocaba en el centro el canchire, vestido de forma humilde. Las servilletas bordadas a mano, con el nombre de cada pariente al que se recordaba.

En honor a los difuntos, se colocaba fruta de temporada, así como los alimentos tradicionales; tamales nejos, chimpa, aporreado, pan de muerto con forma de hombres o mujeres, salado -que solo se conseguía en el pueblo, no en los ranchos-.

En cada altar no podían faltar las gorditas de maíz, dulces, agua, huevo, leche, mantequilla, azúcar, según la receta familiar, porque hay de todo. Con base de maíz nuevo remojado o cuajada.

Para celebrar el reencuentro con sus muertos, las personas pasaban días reuniendo leche para el atole duro, además de recoger tabaco, para poner algunos cigarros hechos con hoja de maíz.

A diferencia de la zona central de Michoacán, los altares no llevan pulque, sino aguardiente, que se consumía de la forma más sencilla, porque alejados de la capital michoacana, también había desabasto de insumos, hasta de alcohol.
“Cerveza no había mucho, los alcoholes que se tomaban eran tés; de canela, té de hojas de naranjo o muicle, se le ponía su chorrito de alcohol que se compraba por decilitros en las tiendas, ¡se les conocía como calientes! Los más ricos, o que tenían más ingresos del promedio, lo tomaban en chorreados, una bebida a base de leche y huevo o con chocolate. Se le ponía su chorrito de alcohol”, explicó Cornejo Gutiérrez.
Acompañaba a los tacos paseados algunas pertenencias de los muertos; los objetos usados en el campo mayormente: un guaje, huaraches, el sombrero o la yunta con la que se cultiva la tierra.

Pero esta tradición está muriendo, José Socorro tiene presente que la costumbre solo subsiste en algunas comunidades alejadas al pueblo de San Lucas, antes Turipecuaro. Lo de hoy es la ofrenda purépecha y de siete niveles ampliamente promovida por las autoridades, estatales o federales, que ignoran otras formas de ofrendas y de recibir a sus fieles difuntos.

Ante el terreno que van ganando las tradiciones ajenas a San Lucas, invitó a los turistas y quienes quieran conocer más sobre Michoacán a ir más allá de los panteones populares o las muestras que se hacen en las plazas públicas:
“Tienen que ir a las comunidades, en los hogares, allí si se ven las tradiciones, acompañando su ofrenda; no vayan a las presentaciones de ofrendas, porque no es fidedigno”, dijo.
Actualmente, el uso de las camas de canchire como mueble doméstico ha ido perdiendo terreno frente a los colchones, es raro encontrar camas de este material en los hogares.