Cera escamada, tradición de 100 años en la familia Villanueva de la Cruz
MORELIA, Mich., 10 de abril de 2022.- Con un molde de barro roto de más de 100 años, las hermanas Yazmín y Leticia Villanueva de la Cruz buscan mantener viva la tradición familiar de la cera escamada, el arte de decorar profusamente cirios para semana santa, fiestas patronales y eventos religiosos.
La cera escamada inició hace más de 100 años con las tías Rafaela y Celia, ambas solteras y muy religiosas, las cuales le enseñaron el arte a Raquel de la Cruz, la matriarca de la familia, quien se dedicó a decorar cirios desde que tenía 8 años, cuando la tomaron de aprendiz en su casa del Barrio Cuarto, en Tingambato.
“A mí me enseñó primero mi tía Rafaelita, era hermana de mi papá, ya cuando yo la conocí ya estaba muy avanzada de edad… Primero aprendí con unos moldes de madera, para no romper los que había de barro”, dijo Raquel, quien además atesora los moldes heredados por sus tías; un molde de pájaro, flores y hojas, tan viejos como la tradición familiar.
La tercera generación de artesanas…
La encabeza Yazmín y Leticia, quienes dedican varias horas de su día para producir las flores, hojas y diversas figuras que le dan forma a los atavíos blancos y morados que lucen los cirios en esta temporada.
Cada hermana tiene sus propias actividades laborales, pero la tradición familiar y el gusto por el oficio las reúne en casa de su madre, donde trabajan desde el mes de febrero hasta la Semana Santa.
El proceso…
“Hay que lavar la cera de abeja, una y otra vez, tenderla y blanquearla con ayuda de limón y del sol”, recordó Leticia, mientras la matriarca asentía desde un sillón de la casa, escuchando con atención y corrigiendo o añadiendo algún punto importante del proceso, como el que se tiene que poner a remojar los moldes dos días antes, de lo contrario, no se pueden obtener las figuras.
Después, en la sala de la casa, iniciaron el proceso de calentar y recalentar la cera una y otra vez, tantas como sean necesarias, hasta acabar con toda la que se depositó en una cazuela de barro.
El proceso consiste en meter los moldes básicos de madera y barro dentro de la cera caliente, después al agua y finalmente se sacan, todo manualmente, uno por uno, corrigiendo con sus manos las pequeñas imperfecciones, insertando el alambre y colocando la diamantina o pistilos.
Pero no todos son flores, el verdadero reto para las hermanas es realizar los pájaros.
El molde centenario
Heredado por la tía abuela Rafaelita, el pajarito es el único que tiene la familia para integrar animales en sus adornos, un ave, probablemente un gorrión a juzgar por su forma.
Es el reto más importante para las hermanas, especialmente para Yazmín.
“Mi mamá dice que tengo que hacerlo yo porque soy la más mala”, bromea diciendo que paga los pecados por adelantado.
Como está rota de una de sus partes, “hay que unirlo bien, poner sobre la cera, llenarlo rápido y luego vaciar el excedente”, explica mientras la cera escurre entre las yemas de los dedos, las uñas y los nudillos de la valiente Yazmín.
El trabajo realizado durante los dos meses, les deja en promedio 700 pesos por adorno para cada cirio, suficiente para pagar la cera, la diamantina, el resistol y la fibra que se utiliza como pistilo, así como el alambre para sostener cada pieza del decorado.
Actualmente las hermanas Villanueva de la Cruz solo lo hacen por encargos, no hay venta al público cualquier día del año, pero pueden acercarse al Barrio Segundo, para hacer sus pedidos para fiestas y eventos especiales.
La tradición de la cera escamada data de la época de la Conquista y logró tener una amplia aceptación dentro de las comunidades indígenas, quienes todavía continúan con esta práctica, pero en menor medida, manteniéndose ya solo en algunos municipios de Puebla, Morelos, San Luis Potosí y Michoacán.