Se cumplen 26 años de la muerte de Ayrton Senna
MORELIA Mich., 1 de mayo de 2020.- Atravesó el deporte como un cometa, una superestrella de otro mundo cuya brillantez como piloto fue igualada por un intelecto deslumbrante acompañado de una gran carisma que iluminó las carreras de Fórmula Uno como nunca antes. Él es, Ayrton Senna, quien un 1 de mayo pero de 1994 falleciera durante la celebración del Gran Premio de San Marino.
Este viernes se cumplen 26 años de la muerte de Senna, quien en vida luchó sin cesar extender sus límites, ir más rápido que él, una búsqueda que finalmente lo convirtió en mártir pero no disminuyó su mística.
Ayrton Senna da Silva nació el 21 de marzo de 1960 en una familia brasileña adinerada donde, con su hermano y hermana, disfrutó de una educación privilegiada. Nunca necesitó correr por dinero, pero su profunda necesidad de correr comenzó con un enamoramiento por un kart en miniatura que su padre le regaló cuando tenía cuatro años. Cuando era niño, lo más destacado de la vida de Ayrton fueron las mañanas del Gran Premio, en las que despertaba temblando de anticipación ante la perspectiva de ver a sus héroes de Fórmula Uno en acción por televisión.
A los 13 años corrió un kart por primera vez e inmediatamente ganó. Ocho años después, participó en carreras de monoplazas en Gran Bretaña, donde en tres años ganó cinco campeonatos, momento en el que se había divorciado de su joven esposa y había abandonado un futuro en los negocios de su padre a favor de perseguir el éxito en las carreras de Fórmula Uno.
Más allá de su genio al volante, Senna era una de las personalidades más atractivas del deporte. Aunque era de baja estatura, poseía una poderosa presencia física, y cuando habló, con sus cálidos ojos marrones brillantes y su voz temblorosa con intensidad, su elocuencia fue fascinante.
Conducía como un hombre poseído, algo pensado por los demonios. Su despiadada ambición provocó la condena de los críticos, entre ellos Prost, que lo acusó de preocuparse más por ganar que por vivir.
En alguna ocasión, reveló que estaba muy consciente de su propia mortalidad y usó el miedo para controlar la extensión de los límites que se sintió obligado a explorar. De hecho, consideraba las carreras como una metáfora de la vida y usaba la conducción como un medio de autodescubrimiento.
Y así fue, el 1 de mayo de 1994, en el Gran Premio de San Marino, donde su líder Williams, inexplicablemente, salió de la pista de Imola y golpeó el muro de hormigón en la esquina de Tamburello. Millones vieron que sucedió en la televisión, el mundo lloró su fallecimiento y muchos miembros de la comunidad de Fórmula Uno sorprendieron a su funeral de estado en Sao Paulo.